Al transitar el sendero cuidadosamente delimitado, el visitante se siente pequeño ante tamaña creación, queda atrapado como mirando constelaciones en una noche estrellada. El juego de mirar los diseños en primer plano y las madejas a lo lejos invitan a perder el sentido del tiempo y sentirse en comunidad con el universo. Ésta es una de las ideas que interesan a Tomás Saraceno, el artista que llevó a cabo la obra con la coautoría de las arañas participantes y luego devueltas a su hábitat natural en el norte argentino.
Artista argentino (Tucumán, 1973) actualmente residente en Berlín, Saraceno desarrolla su práctica a partir de la interacción entre el arte, la arquitectura, las ciencias naturales y sociales. Él y su estudio fueron iniciadores de los estudios sobre las telarañas y con él trabajan numerosos científicos de diferentes partes del mundo que han permitido inventar métodos para expandir la investigación artística y científica. En su estudio se encuentra la mayor colección de telarañas tridimensionales utilizadas para realizar experimentos interdisciplinarios, que van desde el escaneo y posterior reconstrucción digital hasta conciertos con músicos y arácnidos.
La telaraña gigante de Instrumento Musical Cuasi-Social IC342 construido por 7000 Parawixia bistriata – seis meses, ubicada en el segundo piso, no sólo nos confronta con fenómenos que están más allá de la escala humana (como son los 140 millones de años de presencia arácnida en la Tierra) sino que también nos propone un acercamiento diferente a otra especie con la que estamos en constante contacto. Las arañas seleccionadas para esta tarea tienen la particularidad de pertenecer a una especie de “arañas sociales”, que trabajan de forma conjunta por un cierto período de tiempo para crear redes de mayores dimensiones a las que podrían generar de forma individual. Sin estar exentas de problemas (como el hábito transitorio que adquirieron las arañas de comerse la tela que iban tejiendo en el museo) 7000 arañas fueron capaces de convivir y trabajar en sociedad por varios meses para construir la obra que hoy se encuentra expuesta.
Tres pisos más abajo, en el subsuelo del museo, se encuentra la segunda instalación, The Cosmic Dust Spider Web Orchestra u Orquesta Aracnocósmica. Aquí la gigantesca telaraña sin arañas ha sido reemplazada por una red mucho más pequeña, en donde sigue habitando un espécimen (en esta oportunidad de otra especie de arácnido) que trabaja en solitario. Una vez más el visitante se ve inmerso en un ambiente que lo acoge pero esta vez participando de la obra como uno de los elementos que permitirá crear una orquesta sin instrumentos, ejecutada a partir de los movimientos en el espacio. Tanto las personas al desplazarse como las vibraciones que genera la araña al tejer su red e ir moviéndose por ella generan consecuencias en el ambiente imperceptibles para el ojo y oído humano: el polvo cósmico deja el estado de suspensión y se mueve por el espacio. Este movimiento es captado y transformado a través de un algoritmo en un sonido que se escucha distribuido por todo el ambiente a través de 32 parlantes. El sonido, en la penumbra de la sala, se materializa visualmente en la proyección de la imagen amplificada de las partículas de polvo iluminadas por un reflector. Podemos observar el movimiento del polvo por el espacio al compás de nuestro ritmo y de las ondas generadas por el sonido. Al igual que la tela de araña crea redes de formas aleatorias, aquí la conjunción de diversos elementos (con la ayuda de la tecnología) hace posible una sinfonía azarosa, siempre cambiante y de otra manera invisible, que nos hace reflexionar acerca del lugar que ocupamos en el universo y cómo nuestras acciones, por más mínimas que sean, tienen repercusiones en diversos niveles.
Si bien las obras con animales e insectos son algo conocido en el arte contemporáneo, las instalaciones que Saraceno ideó para el Moderno formulan una propuesta interesante para que el visitante se sumerja en una experiencia que le permitirá percibir el ambiente que lo rodea con un nivel de detalle para el que nuestros sentidos no están preparados. Con ayuda de la tecnología nuestros sentidos se expanden para vivir una experiencia compartida con el universo y sus elementos. Una obra que si no se vive pierde su sentido.