CON DIBUJOS QUE SE MUEVEN ENTRE LO AGRADABLE, LO PLACENTERO Y LA BELLEZA, PERO QUE TAMBIÉN GENERAN TENSIÓN Y DISTANCIA, MATÍAS OTAMENDI PLANTEA UNA MIRADA PARTICULAR SOBRE LA REALIDAD. CONSCIENTE DE SU TÉCNICA VIRTUOSA INTENTA PROFUNDIZAR UN PROCESO DE BÚSQUEDA BASADO EN LA EXPERIMENTACIÓN, Y EN UNA ESPECIE DE “INOCENCIA Y MOTIVACIÓN”
Como quien se ilusiona en su infancia con ser uno de los superhéroe que ve en los dibujos animados, Matías Otamendi (ilustrador de 27 años) soñaba con trabajar en la industria de animaciones de Disney componiendo alguno de esos personajes, “es por eso que recuerdo comencé a dibujar”, comenta. De su niñez toma como hito “Alicia en el país de las Maravillas” y ya en su adolescencia “El rey león”. Esta inocente, o no tanto, ilusión infantil se va truncando a medida que pasa el tiempo: primero por el cambio que paulatinamente va sufriendo la industria al transformarse en un gran imperio comercial con escasa mano artesanal; y luego por una mala experiencia en Condor Crux -película animada argentina que “pretendió” mezclar animación 2D con 3D- en la que realizaba, en calidad de meritorio, el proceso de entintado “como un esclavo”, dice. Además de observar algunas desatenciones y acciones poco profesionales en el grupo de trabajo. “Ahí dejé de dibujar”, recuerda.
Por momentos sus dibujos recorren caminos diversos yendo desde los bajos fondos del mundo hasta la representación de cotidianeidades con apariencias dulces. Pájaros en la cabeza, transformistas posando sobre fondos sacros, bocetos en construcción interactuando con diferentes realidades, blanco y negro, colores, oscuridad, cuerpos desnudos, son apenas parte del imaginario que se despliega bajo la mano precisa de este gran ilustrador. Matías Otamendi habla con soltura de su obra, de la cual, recibe una devolución recurrente que la describe como “inquietante”.
Otamendi no diferencia su inquietud y su profesionalismo al encarar un dibujo o un cortometraje animado -también es este campo se destaca su arte-. El dibujante, animador y guionista trabaja con ciertas obsesiones, la principal es técnica, pero también agrega: “Me interesa la relación entre individuo y sociedad, para decirlo de algún modo, relación entre la persona y el medio. La trabajo desde lo formal. Hay una frase que alguna vez me dijo una amiga y que tomo porque describe muy bien esto, ella decía ‘somos esculturas, como materia prima, y la historia que cada uno tiene nos va moldeando’. Y me interesa desentrañar cómo sucede eso.”
Todo este camino lo ha llevado a formarse una idea clara sobre su trabajo. “Valoro mucho el proceso de las cosas. El tiempo que me lleva cada laburo. Tengo dibujos –explica- que son hechos en media hora, en diez minutos o en cinco, y dibujos que me pueden llevar dos semanas.
Valoro ese tiempo que pide el dibujo o la animación. Trato de exprimir ese proceso. No me interesa ser mi propio empleado obedeciendo.”
En una clara posición tomada frente al arte parece no querer profundizar el malentendido que está invadiendo el circuito: “La pintura y el dibujo -dice-, hoy por hoy, tiene un valor monetario. Hay algo de elite en el arte, es como una esfera separada, única, donde somos todos sensibles -ironiza-. Y en realidad se puede ver de millones de otras maneras. Me parece que es ese el valor, o no tiene y caemos en la típica de comparar el rating de Tinelli con el del canal Encuentro. Pero más allá de eso se transformó como en algo, muchas veces, disociada de la realidad: elitista, con un mercado jugándole alrededor.”
Para motivar un cambio radical en este camino pone el énfasis en los jóvenes: “Por un lado, lo que estoy viendo hace un tiempo es mucha juventud moviendo un montón de cosas. Eso me parece como un primer paso muy importante. Movidas chicas, medianas, grandes, por todos lados. Desde revistas, desde internet, movidas en bares, en centros culturales auto-gestionados, en la calle. Mucho movimiento, mucha producción. Se ve gente haciendo y mostrando lo que hace.” Llegado el momento de analizar el encause de este gran movimiento contemporáneo Otamendi es un privilegiado ya que ejerce como ayudante en la UBA y a su vez estudia en el IUNA, “tengo un contacto permanente con gente que está laburando -cuenta-, y haciendo cosas muy diferentes. Algunos se lo toman en serio otros no. Si vos estas atento a las cosas que hacen los otros, a compartir tu trabajo y a ver lo que hay alrededor tuyo, está muy bueno. Porque hay mucha gente haciendo muchas cosas.
Pero su mirada no se detiene allí y como sus dibujos buscan más allá: “La experimentación como camino que te lleva a probar la técnica, a probar materiales, a hacer del oficio lo que vos tengas ganas de hacer. La producción te lleva inevitablemente a eso. Lo que pasa ahora es que el diseño copó todo. Por un lado está bien, pero no se debe caer ahí inevitablemente, ese no tiene que ser un límite. El arte no es que cualquiera haga lo que le ‘pinte’. Este también es un terreno complicado. Soy bastante obsesivo con la técnica. Si tengo que sacar mi parte más conservadora digo ‘dibuja como quieras pero con la experiencia de saber dibujar, experimenta sobre una base sólida’”. Como cada uno de sus dibujos, sus reflexiones van a lo profundo: “Noto compromiso, pero también mucho facilismo en el arte joven. Hay mucha movida que apunta a instalar una imagen en el mercado. Hay un mercado muy fuerte, y una producción que se genera a partir de eso, con ese fin. Esto no es menor a la hora de evaluarnos a nosotros que somos hijos del mercado. Por eso debe haber un estudio en la obra. Hay que plantarse a pensar el trabajo, el ejercicio, el boceto, de una forma propia. Y ese estudio, a ese nivel la técnica me parece importante. Siempre recuerdo dos frases o máximas que repetía una profesora de dibujo del colegio, ‘Para aprender a romper las leyes hay que conocerlas’ –piensa y agrega-, también ‘La inspiración nos tiene que encontrar trabajando.’”
Su trabajo es metódico, sus dibujos muestran un profundo sentido estético y una técnica muy precisa, pero él apunta sobre una limitación, así lo explica: “Siento que tengo limitaciones. A nivel material me siento estancado hace un tiempo. No puedo salir del lápiz.” Esos Faber clásicos que define con tres palabras, “van como piña”, y entre risas continua: “En general no compongo mis dibujos, siento que los encuadro como en el cine. Tengo una visión más bien de planos. Debe ser por mis referentes cinematográficos. Con los dibujos no siempre tengo en claro qué es lo que quiero decir, cómo lo quiero decir y qué quiero generar, todo eso aparece. Diferente me sucede con el corto en el cual estoy trabajando desde hace dos años y tengo en claro el camino. Pero el objetivo común que me impongo a la hora de laburar es qué me interesa probar. La motivación va más por mi proceso. Siento que tengo mucho por hacer. Me interesa el camino que recorro. Y obviamente el fin, porque la idea es terminar.” Allí recae el sentido de todo su arte, en el proceso de búsqueda, en el boceto de un arte mayor. http://www.matiasboceta.blogspot.com/ Matias en Galeria Mutt
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