Esta nota va a perder el impersonal. Es más bien la declaración pública de un recuerdo, que se mezcló con el presente un lunes de frío en el que mi computadora no funcionaba. Es un recuerdo latente, que llegó con el viento de un mensaje, que se mojó entre unos pinceles y se me (se nos) pintó en la cara.
El Programa de Becas Artísticas de ProyectArte Asociación Civil fue creado en 2003 por Sebastián Cwilich, Fernando Cwilich, Marina Wagener y Verónica Gil. Desde entonces se propuso como una plataforma de formación en artes plásticas para jóvenes de entre 15 y 18 años, por un período de 18 meses y de forma totalmente gratuita e integral. Con un gran espacio de taller y docentes de calidad como armas principales (todos artistas contemporáneos en plena actividad), la asociación desarrolló además múltiples iniciativas. Entre ellas, la creación y mantención de una galería de arte (la Galería PRIMA, entre 2007 y 2011), la participación en subastas, la generación de encuentros con artistas, de exposiciones de obras de graduados en distintos espacios -en y fuera del país- y la colaboración en proyectos de temática social. Sean cuales fueran las propuestas, el programa de ProyectArte privilegió siempre el desarrollo de la creatividad y la sensibilidad en quienes, por algún u otro motivo, parecieron merecer o necesitar la oportunidad de formarse en su espacio.
Varios de los que hoy conformamos el equipo de Revista Mutt tuvimos la suerte de pasar por esa experiencia. Y de golpe, en este lunes sin computadora el recuerdo frío se empaña de calor, y me veo recién salida de la escuela y perdida con unos bastidores por Villa Crespo en noviembre del 2008. La estancia en Proyectarte, personalmente, fue un parteaguas. Había empezado el CBC pero pasaba en ese galpón tanto tiempo que era mi actividad principal, y no tardó en convertirse en mi prioridad. Pasé de pintar en un taller de barrio a estar rodeada de chicos de mi edad más de nueve horas por semana. Y fue inevitable que ese grupo de extraños pronto se convirtiera en algo más que eso: compañeros de taller y de ruta, que hoy son incluso compañeros de trabajo y aliados de proyectos varios. Amigos. Fueron los años en que la revista Mutt dio sus primeros pasos, en los que muchos de nosotros transitamos un camino creativo muy diferente, que nos impulsaría a seguir por esa vía más adelante. Meses de té dulce, de magenta y avalancha. Nombres nuevos, charlas con artistas, ojos que se despertaban a imágenes otras, a formas y colores.
Resulta inevitable que la noticia del cierre de Proyectarte y su programa de becas toque varias fibras sensibles. Ponerse a hablar aquí de razones o actualidad política desviaría el motivo de esta nota, que busca sobre todo ser un reconocimiento afectuoso hacia un espacio que creemos que no debe quedar inadvertido. Más allá de las enseñanzas tangibles, de los avances o dudas que haya despertado ese breve proceso, el paso por Proyectarte no dejó a ninguno de sus participantes intacto.
En mí, creo que activó una suerte de engranaje que no dejó de moverse desde entonces. Descubrí que el arte era una parte fundamental de mi vida y que no lo quería dejar de lado, pero también me convencí de que la cultura transforma, que la autogestión es útil y necesaria, que vale la pena impulsar los proyectos de los demás y regalar el tiempo y las ganas, si eso implica comprometerse con causas que valen la pena.
Esta definitivamente valía la pena. Como sé que lo valdrán todas las iniciativas que de allí se desprendan, ya sean de sus fundadores y autoridades como de todos los que conformamos la gran red que supieron hilvanar.
Por nuestra parte, quienes fuimos parte de Proyectarte y hoy somos parte de la Mutt, nos enorgullecemos de haber pasado por ese espacio y ser parte de sus filas, a sabiendas de que cargamos la responsabilidad de seguir defendiendo esto que nos hace bien y en lo que creemos. Aquí estaremos, para seguir tejiendo redes, para hacernos un té dulce y brindar por ustedes. Buen viaje Proyect! Gracias por tanto.
Fotos: Martina Nosetto.