L MUNDO DE MARIANO SAPIA, NACIDO EN 1964, ESTÁ HECHO DE PEQUEÑAS COSAS. SU OBRA EXPONE EL CONFLICTO DE LOS MÁRGENES DESDE UNA MIRADA SENSIBLE Y COMPROMETIDA. EL AMPLIO REPERTORIO CULTURAL QUE ARRASTRA DESDE SU TEMPRANA INFANCIA COMPONE A ESTE REFERENTES DE LA PLÁSTICA ARGENTINA.
Con habilidad de gran anfitrión, Sapia propone el juego: una exquisita cena, una hospitalidad desestructurada y una niña, su hija menor, dibujando, pintando y, en ocasiones, opinando.
Su gran capacidad de oratoria y, a la vez, el despojo con que expone la profundidad de ciertos temas, son rasgos personales pero también pinceladas de su pintura. Mariano Sapia en todo momento de la charla propone una mirada corrida del eje habitual con que se ve el circuito artístico. Cuando habla de la infancia, comienzan a vislumbrarse momentos en su arte y una firme posición ideológica. Empieza a contar la forma en que obtuvo lo que ahora pretende transmitir sobre el lienzo: “Yo tuve una formación extremadamente anárquica. Crecí en un contexto donde toda mi casa estaba llena de libro, de cuadros, de esculturas, de pinturas. Con lo cual el acercamiento al arte para mí es siempre desde el placer, no es desde el estudio metódico. Crecí en un contexto donde todo era arte. O sea, algo así como ‘comes, dormís, vas al baño, pintas’. Como una de las partes de la vida. Tengo la sensación de que mucha de la falta de significado que tiene el arte moderno, o directamente carencia de significado, o la insignificancia de una parte del arte moderno, tiene que ver con que está todo encarado de un lugar externo, donde la persona que lo hace no está ahí, está como separada, mediatizada por algo. Creo que la mayor parte de la gente no puede entrar, no tiene una relación que le toque en el cuerpo, que lo toque en su vida. Tengo la sensación de que la mayor parte del arte moderno está absolutamente disociado de la gente. Por empezar de los propios que lo hacen”.
No detiene en este punto su reflexión sino que, del mismo modo que hace con su obra, avanza hasta la profundidad: “Creo que el arte surge de una parte del ser que nosotros usamos poco y nada. El hecho de vivir la cultura nos produce una enorme cantidad de angustias, tensiones. La función que tenía, y que eventualmente tiene el arte, es por un momento volver a estar en paz con el universo. Creo que el origen del arte está ahí. En otro contexto la pintura y otras representaciones hacían que la persona volviera a estar en sosiego. Cuando uno se siente separado, todo empieza a carecer de significado. Cuando de alguna manera te volves a sentir conectado, que es lo que trata de buscar el arte, las cosas vuelven a tener un significado”.
Toda Sapia es su arte; las pequeñas cosas las disfruta y las atesora como elementos esenciales. Así lo representa en sus obras como nacidas bajo la premisa de Matisse: “la pintura tiene que ser una fiesta para los ojos, todo lo demás viene después”.
Donde se ve acumulación indiferente, Sapia descubre un mundo; donde hay caos, Sapia encuentra “un orden por descifrar.” Esa es su manera de pintar una realidad que se escapa al ojo: “Muchas veces pinto el conflicto porque me parece más interesante, porque me gustan los contrastes. Está en todas partes. Es sumamente enriquecedor. El mundo es cada vez más amplio, en el mejor de los sentidos. A mí no me alcanza el tiempo para pintar y estoy todo el tiempo haciéndolo. Hay tantas cosas para pintar. No solamente conflicto, hay tanta belleza”.
Siempre provocador y a un costado de la caravana popular, arremete con su mirada atenta sobre la actualidad en el arte: “Hay un circuito de obras que se hacen para poder venderlas, y nada más. Pero si vos dijeras que eso es un hecho inédito, pero no es verdad. El problema que tiene nuestra época es que lo que se supone que es correcto y estaba bien, es despreciable. Lo que está bien ahora, es lo que está bien hecho para un pequeño grupo de decoradores, diseñadores, curadores de museos y nada más. Cuando, por ejemplo, Leonardo da Vinci hacía y enseñaba cómo había que hacer las cosas, tenía que ver con una concepción de la época, con cánones culturales que habían sido probados a lo largo del tiempo, y que tenían que ver con tradiciones, con mil cosas. No es que yo piense que hay que recuperar cosa viejas o antiguas. Lo que yo digo es que ahora se trata de agradar a gente sin ningún valor”.
Poco se habló de su obra en sí, pero nos queda la sensación de haber compartido tres horas con un artista definitivamente personal y un merecido referente de la plástica argentina.
http://www.marianosapia.com.ar/