La metamorfosis cotidiana de Eduardo Gualdoni

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La metamorfosis cotidiana de Eduardo Gualdoni

EN UN RE­PER­TO­RIO QUE RE­CO­RRE MUN­DOS DIS­TIN­TOS, EL AR­TIS­TA PLÁS­TI­CO EDUAR­DO GUAL­DO­NI CREA IMÁ­GE­NES RE­FU­GIA­DAS EN SUS RAÍ­CES DE VIA­JE­ROEN UNA CO­TI­DIA­NEI­DAD ME­TA­MOR­FO­SEA­DA, IN­DA­GAN­DO SO­BRE EL PA­PEL QUE LE FUE DADO AL SER.

Eduar­do Gual­do­ni es el ar­tis­ta del en­ro­que. Como en un jue­go de aje­drez, aquí el mo­vi­mien­to de­fen­si­vo es en­tre los ani­ma­les y los Hom­bres. Los pri­me­ros son re­pre­sen­ta­dos fue­ra de su na­tu­ra­le­za y mu­chas ve­ces en­fren­ta­dos al Hom­bre. Ahí se pro­du­ce la me­tá­fo­ra de este cam­bio si­mul­ta­neo de po­si­cio­nes ¿Cuán­to hay de des­tie­rro en la obra de Gual­do­ni?, ¿cuán­to de con­tras­te? Con su pin­tu­ra pa­re­ce ex­po­ner a los pro­ta­go­nis­tas a si­tua­cio­nes a las que no es­tán acos­tum­bra­dos, así apa­re­cen ra­nas so­bre bi­ci­cle­tas, mu­je­res den­tro de fras­cos, po­llos ves­ti­dos, ra­nas com­po­nien­do cua­dros fa­mo­sos, tor­tu­gas equi­li­bris­tas, hom­bres ex­pues­tos al agua como a su am­bien­te na­tu­ral.

Ha­cien­do de su vida qui­zás el pri­me­ro de es­tos mo­vi­mien­tos de­fen­si­vos, a fi­nes de la dé­ca­da del ‘70, a los 26 años, de­ci­de em­pren­der un via­je a Es­ta­dos Uni­dos: “Sur­ge a raíz de una pro­pues­ta para una ex­po­si­ción en Nue­va York, que nun­ca se hizo. De to­dos mo­dos acá no era muy lin­do es­tar. Fui para es­tar vein­te, días, y cuan­do lle­gué era un mun­do di­fe­ren­te. Dije ‘yo no me vuel­vo’. Me que­dé 5 años. No lo pla­neé pero se fue dan­do, las co­sas se dan. Vos crees que vas a se­guir ese ca­mino, pero de pron­to la vida te va lle­van­do por otros la­dos.” Re­cuer­da con en­tu­sias­mo aque­llos años en que tra­ba­jó de todo, “pero siem­pre con las ex­pec­ta­ti­vas pues­tas en el arte. Para so­bre­vi­vir tuve que ha­cer mu­chas otras co­sas. Des­pués, sí, le em­pe­cé a de­di­car ma­yor tiem­po a la pin­tu­ra, pero no es fá­cil. Todo ese es­fuer­zo fue para lle­gar a esto.”

Gual­do­ni es un gran ob­ser­va­dor de las co­ti­dia­nei­da­des; une con­cep­tos, ex­pe­rien­cias que tra­du­ce en imá­ge­nes de enor­me ri­que­za vi­sual: “Vi­vís un mon­tón de es­tí­mu­los todo el tiem­po que des­pués se tra­du­cen en el di­bu­jo, en la pin­tu­ra. Aun­que no seas cons­cien­te, y a ve­ces, cons­cien­te­men­te lo ha­ces tam­bién. Apa­re­cen co­sas con raí­ces di­ver­sas de tu his­to­ria. Uno, por suer­te, tie­ne me­mo­ria.” Su po­si­ción en este tema la ar­gu­men­ta: “Hay que mi­rar todo. Hay que es­tar abier­tos a todo, a la vida dia­ria, a los su­ce­sos his­tó­ri­cos, todo in­flu­ye en la obra. De un tiem­po a esta par­te hubo un cam­bio sig­ni­fi­ca­ti­vo. Uno de sus ac­to­res más im­por­tan­tes fue Mar­cel Du­champ (ar­tis­ta fran­cés, 1887–1968). Él de­cía que cual­quier ob­je­to fue­ra de su con­tex­to tra­di­cio­nal po­día ser to­ma­do como un ob­je­to ar­tís­ti­co. Esto tam­bién se pres­ta a mu­cho en­ga­ño. Po­des ne­gar­lo, pero la ce­rra­zón no lle­va a nin­gún lado.” Gual­do­ni se en­tu­sias­ma y en­tra en de­ba­te: “El arte prin­ci­pal­men­te es sa­cri­fi­cio. En el arte jo­ven ac­tual se ve el sa­cri­fi­cio por ejem­plo en el gru­po Mon­don­go, tam­bién en el arte en vi­deo, en la fo­to­gra­fía. Des­pués hay co­sas que no di­cen nada. A ve­ces no se nota sa­cri­fi­cio. Pero uno se da cuen­ta cuan­do se tie­ne ofi­cio o no se lo tie­ne. En reali­dad el co­no­ci­mien­to, el ofi­cio, yo creo, es esen­cial. Hay co­sas que son de ca­sua­li­dad, hay co­sas que uno con­si­de­ra que son ‘be­rre­tas’, ma­las, pero eso se cae solo. En de­fi­ni­ti­va, si lo que uno está ha­cien­do es ar­tís­ti­co o no, es el tiem­po el que lo va a de­cir.”
En el de­ve­nir de la crea­ción cada ar­tis­ta toma po­si­ción fren­te a de­ter­mi­na­dos re­fe­ren­tes y, de este modo, se va ten­dien­do su ge­nea­lo­gía per­so­nal: “Mi ima­gen es ex­pre­sio­nis­ta. Tra­ba­jo con per­so­na­jes. Sue­lo ha­cer me­ta­mor­fo­sis de ani­ma­les, que no es nue­vo, cla­ro. Ya lo ha he­cho El Bos­co (pin­tor fla­men­co 1450–1516), lo hi­cie­ron mu­chos. En un mo­men­to fue­ron po­llos, aho­ra son ra­nas. Siem­pre den­tro de lo fi­gu­ra­ti­vo. Uno pue­de de­cir que son ra­nas, pero pa­re­cen per­so­nas dis­fra­za­das de ra­nas. Fí­si­ca­men­te son se­res hu­ma­nos. Los so­me­to a si­tua­cio­nes pro­pias de los hu­mano, an­dan en bi­ci­cle­ta por ejem­plo.” El agua, la inun­da­ción es otro dato re­cu­rren­te en su obra: “Me in­tere­sa hun­dir a las fi­gu­ras, en vez de ter­mi­nar­las, y así tra­ba­jar con el re­fle­jo. Está bien que siem­pre es­ta­mos hun­di­dos acá en Ar­gen­ti­na -lar­ga una car­ca­ja­da-. Hay ve­ces que plan­teo tra­ba­jos como su­mer­gi­dos en el agua. Tam­bién hay per­so­na­jes que es­tán arri­ba de otros, y eso tie­ne que ver con la es­ca­la so­cial. Ge­ne­ral­men­te hay uno que está con el agua has­ta la na­riz, y otro que está arri­ba más o me­nos y otro que está arri­ba de ese mis­mo en me­jo­res con­di­cio­nes.”

Gual­do­ni tra­ba­ja en se­ries y tra­ta de di­ver­tir­se con sus tra­ba­jos, pero como todo, es­tas se­ries se ago­tan: “Lle­ga un mo­men­to en que te das cuen­ta de que es­tás in­ten­tan­do ha­cer­lo, y en reali­dad lo que ha­ces es co­piar­te a vos mis­mo. Hay un pun­to en que te­nes que dar­te cuen­ta si lo que es­tás ha­cien­do es sin­ce­ro. Cuan­do se aca­ba ese fue­go hay que to­mar otro ca­mino.”

www.eduardogualdoni.com.ar/

Eduar­do Gual­do­ni re­co­mien­da:

Jan Sau­dek (Fo­tó­gra­fo, che­cos­lo­va­co 1935) http://www.saudek.com/
Fe­de­ri­co Fe­lli­ni (Di­rec­tor de cine, ita­liano 1920 — 1993)
Lu­cian Freud (Pin­tor, ale­mán & In­gles 1922)
Franz Kaf­ka (Es­cri­tor, che­cos­lo­va­co 1883 — 1924)
J. L. Bor­ges (Es­cri­tor, ar­gen­tino 1899 — 1986)
El Bos­co (Pin­tor, ho­lan­dés 1450 — 1516)
Kus­tu­ri­ca (Dir. Cine & Mú­si­ca, ser­bio 1954)
Pi­cas­so (Pin­tor, es­pa­ñol 1881 — 1973)