Ignacio Malara, el color ante todo

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Ignacio Malara, el color ante todo

Ignacio Malara nos abrió las puertas de su taller para comprender un poco más el mundo que nos presenta en sus pinturas. 

Ignacio Malara, fotografía de Nehuen Wolf

En Tem­per­ley, al sur del co­nour­bano bo­nae­ren­se, vive el ar­tis­ta plás­ti­co Ig­na­cio Ma­la­ra, en una casa cer­ca de la es­ta­ción a la que me in­vi­tó a to­mar unos ma­tes. Hace tiem­po ten­go ga­nas de en­tre­vis­tar­lo y te­ner una bue­na char­la. Su obra siem­pre me pa­re­ció de un ni­vel muy ele­va­do a ni­vel téc­ni­co y so­bre todo a ni­vel poé­ti­co, con in­fluen­cias de ar­tis­tas como Van Gogh, Fran­cis Ba­con y Car­los Alon­so. Es im­pre­sio­nan­te la ve­lo­ci­dad que se ve en el desa­rro­llo de sus obras: con unas po­cas pin­ce­la­das y las to­na­li­da­des jus­tas crea un cli­ma que nos cuen­ta una his­to­ria: po­dría­mos de­cir, su dia­rio per­so­nal.

Cuan­do lle­gué a su casa lo pri­me­ro que vi fue la fa­cha­da, con un mu­ral de su au­to­ría. En él, al­gu­nas plan­tas, un ba­rrio, zo­nas más abs­trac­tas y un per­so­na­je ma­yor con un bas­ti­dor bajo el bra­zo. ¿Su pa­dre? No, su maes­tro.

Me hizo en­trar. Pa­sa­mos a un ta­ller lleno de acrí­li­cos, óleos, pin­ce­les y por su­pues­to una can­ti­dad im­por­tan­te de pin­tu­ras. Nos pu­si­mos a char­lar con ma­tes de por me­dio y Mi­les Da­vis so­nan­do de fon­do.

- ¿Cuán­do em­pe­zas­te a es­tu­diar pin­tu­ra?

- Yo con la plás­ti­ca siem­pre fui un cero. La his­to­ria fue así: Año 93, yo es­ta­ba ha­cien­do el se­cun­da­rio y mi her­mano, que era ar­tis­ta plás­ti­co, iba se­gui­do a Nue­va York con mi vie­jo (el ar­tis­ta plás­ti­co Eduar­do Ma­la­ra). Yo via­ja­ba cada tan­to, en va­ca­cio­nes de in­vierno, ve­rano, a ve­ces en sep­tiem­bre. Un día lle­gó un tipo y les  re­ga­ló un mon­tón de pin­tu­ras, un atril, bas­ti­do­res, pin­ce­les, de todo… Y mi vie­jo no sa­bía qué ha­cer con todo eso. Mi  her­mano en­ton­ces le dijo ¡que se pon­ga a pin­tar! lo in­cen­ti­vó y él aga­rró via­je.

- ¿En­ton­ces tu vie­jo no pin­ta­ba has­ta ese mo­men­to?

- No, no, él arran­có de gran­de, nun­ca ha­bía to­ca­do un pin­cel. Lo to­ma­ba como un hobby al prin­ci­pio, pero con el tiem­po le ocu­pó más es­pa­cio que las otras ac­ti­vi­da­des que ha­cía. En­ton­ces una de esas ve­ces caí yo y me di­je­ron “¿fla­co, por qué no te po­nés a pin­tar vos?”. Para mí eso era más o me­nos como ha­cer el cur­so de as­tro­nau­ta. ¡Odia­ba plás­ti­ca in­clu­so! Pero de a poco em­pe­cé. Iba a mu­seos, pin­ta­ba cada vez más… me en­gan­ché mu­cho.

- ¿Arran­ca­ron a pin­tar en la mis­ma épo­ca?

- Si, él un poco an­tes, pero más o me­nos en el 95, 96. Mu­cha gen­te pien­sa que él pin­ta hace 40 años pero arran­có hace muy poco. Se mue­ve mu­cho, y la­bu­ra como un ani­mal. Tie­ne una anéc­do­ta con un ga­le­ris­ta, al que  le lle­vó unas obras. Él que­ría que las vie­ra y ex­pon­ga, pero el tipo le dijo “mira, vos ten­drías que ha­cer 300 pin­tu­ras más y re­cién ahí vol­ver”. Mi vie­jo hizo las 300 y se las lle­vó. Des­de ese mo­men­to no deja de ex­po­ner en la ga­le­ría, le ven­de obra has­ta el día de hoy. 

Es un crack. Aga­rra el auto y se va a las pro­vin­cias a tra­tar de ven­der, a pin­tar, ha­bla con la gen­te, es muy so­cia­ble. Una vuel­ta se fué a Es­ta­dos Uni­dos a pro­bar suer­te, ¡así, de la nada! Lo re ad­mi­ro.

- Eso tam­bién es algo muy pro­pio de esa ge­ne­ra­ción ¿no?

-¡Cla­ro! en una de esas va a San­ta Fe, pega onda con un ga­le­ris­ta, le co­men­ta que tie­ne un hijo que pin­ta, bla bla bla… y aho­ra ya debe ser la se­gun­da o ter­ce­ra vez que ex­pon­go ahí. 

Mi segundo motorSin ella y sin ellos — Acrílico sobre tela, 150 x 200 cm.

- Mirá vos… Bueno, po­de­mos de­cir en­ton­ces que fue tu her­mano el que te in­tro­du­jo a este mun­do.

- Y sí. Ade­más en Nue­va York te­nía los gran­des mu­seos cer­ca y los vi­si­ta­ba mu­cho. Al tiem­po mi her­mano mu­rió y nos vol­vi­mos. Acá hice el Be­llas Ar­tes.

- ¿Cómo es la his­to­ria de tu her­mano?

- Era un per­so­na­je ató­mi­co, tuvo cán­cer, te­nía 17 años cuan­do se en­fer­mó. Le hi­cie­ron qui­mio acá en el Ita­liano, des­pués es­tu­vo 2 años en Es­ta­dos Uni­dos y al pa­re­cer es­ta­ba cu­ra­do y vol­vi­mos. Al tiem­po le ha­bía he­cho me­tás­ta­sis. Lo vol­vi­mos a lle­var, lu­chó un año y me­dio más. Una ex­pe­rien­cia muy fuer­te. Pasó hace 20 años y pue­de pa­re­cer poco para al­gu­nos, pero el mun­do era muy di­fe­ren­te en esa épo­ca, no ha­bían mails y el tiem­po que pa­sa­ba mien­tras es­pe­rá­ba­mos las car­tas de allá era de­mo­le­dor, hace que todo haya sido mu­cho más len­to. Fue una eta­pa muy dura.

- Vos tiem­po des­pués hi­cis­te una mues­tra ti­tu­la­da Niu Iork ( 2014) re­tra­tan­do esa vi­ven­cia.

- Si, mu­cha gen­te se emo­cio­nó con esa mues­tra, por­que fue algo muy cer­cano. Fue la pri­me­ra vez en mi vida que tra­ba­jé con fotos…viste que siem­pre está el pre­jui­cio de no usar­las para pin­tar. Tam­bién usé ma­te­ria­les que mi maes­tro, Tito Acu­ña, me ha­bía re­ga­la­do . Era todo muy es­pe­cial, fue muy sig­ni­fi­ca­ti­va esa se­rie. Sé que soy un pin­tor jo­ven, pero hay eta­pas que te van mar­can­do muy fuer­te, es­tu­diar con Tito fue una, y ésta otra.

No me animo a pintarlo , Pastel sobre papel — 70 x 100 cm.

-¿Es­tás man­dan­do tu obra a con­cur­sos?

- An­tes man­da­ba mu­cho, des­pués dejé de man­dar. No sé por qué, soy muy vago para toda esa mo­vi­da, para lo so­cial. Me cues­ta bas­tan­te. Por lo me­nos en este mo­men­to de mi vida que no ten­go el tiem­po su­fi­cien­te.

- Bueno, pero es­tás pro­du­cien­do…

- ¡Sí! No tan­to como qui­sie­ra pero sí.

- ¿En qué es­tás tra­ba­jan­do aho­ra?

- Yo vivo en cri­sis, pero en este mo­men­to es­toy en la más se­ve­ra. Lo que pasó en Niu Iork es que fue la pri­me­ra vez que tra­ba­jé se­ries, 80 obras de un mis­mo tema. Des­pués me gus­tó eso de es­tar me­ses em­be­bi­do en una mis­ma cosa. Hice mini se­ries tam­bién, por ejem­plo al­gu­nos re­tra­tos, o una de un via­je que hice a Eu­ro­pa. ¡El pro­ble­ma es que cuan­do no ten­go se­rie soy un ani­mal fu­rio­so! No me ha­llo, ven­go acá al ta­ller y no pue­do ha­cer nada.

- ¿Vos creés que eso tam­bién es par­te del pro­ce­so?

- Creo que es una fa­lla. An­tes no me per­mi­tía no tra­ba­jar, di­bu­ja­ba lo que sea, pero hoy pue­do que­dar­me sen­ta­do sin ha­cer… ¡el tema es que pien­so que se me va el tiem­po! pen­sás que te vas a mo­rir. Y es algo real, ten­go 37 años, si vivo has­ta los 70 ten­go 33 años para pin­tar… lo cual me pa­re­ce poco. 

- Sin em­bar­go para el mun­do del arte sos un ar­tis­ta “emer­gen­te”

- Sí sí, lo bueno es que la me­jor obra sue­le ser a los 50 o 60, pero yo sien­to que se me van los días. ¡Pa­rez­co un exa­ge­ra­do con lo que digo! Sien­to que es­toy en una me­se­ta ar­tís­ti­ca, ten­go mu­chas ideas, ¡pero no me da el es­pa­cio para tra­ba­jar! Ten­go ga­nas de tra­ba­jar en ta­ma­ños más gran­des, em­pe­zar una obra de una for­ma di­fe­ren­te, no como te lo sue­len en­se­ñar con la pa­le­ta, etc… Ca­paz quie­ro man­dar­le con el ro­di­llo y arran­car des­de ahí, pero a ve­ces es muy com­pli­ca­do jus­ta­men­te por­que no en­tro acá. Pa­rez­co un llo­rón, se que gra­ve es otra cosa. Pero bueno, yo tra­to de so­ñar en gran­de y a ve­ces es com­pli­ca­do, no da el tiem­po ni el di­ne­ro. Tra­ba­jo me­dio día dan­do cla­ses en un co­le­gio y aun­que no pa­rez­ca eso te acor­ta un poco. 

Comercialización, Acrílico sobre madera, 70 x 70 cm.

-¿Cuál es tu ob­je­ti­vo?

- Mi ob­je­ti­vo es lle­gar a los 40 con más tiem­po, que no es poca cosa. Nos po­ne­mos a pen­sar con mi mu­jer que si ven­die­ra dos cua­dros por mes po­dría de­jar las cla­ses y de­di­car­me al 100 por cien a pin­tar.

-¿Te­nés una de­fi­ni­ción de arte?

- Yo lo úni­co que sé de ese tema es que ne­ce­si­to ha­cer­lo, to­das las de­fi­ni­cio­nes que es­cu­ché las sien­to re le­ja­nas. Veo al arte como una ne­ce­si­dad. Es más, un cua­dro no me in­tere­sa en lo más mí­ni­mo. Si no fue­se pin­tor nun­ca com­pra­ría uno, es algo com­ple­ta­men­te pres­cin­di­ble. Creo en el pro­ce­so, no en el ob­je­to. Ese es mi ob­je­ti­vo: pin­tar. Cuan­do ter­mino una pin­tu­ra ¡la quie­ro in­cen­diar! Amo el pro­ce­so, pero cuan­do veo el re­sul­ta­do ya no me gus­ta, y eso es un pun­ta­pié para ha­cer otro, di­ga­mos que tra­ba­jo por el que vie­ne, eso me lo en­se­ñó Acu­ña. Y des­pués en cuan­to al con­cep­to de obra de arte, no lo res­pe­to. Por suer­te tuve la opor­tu­ni­dad de via­jar a Eu­ro­pa y cuan­do fui a ver las gran­des obras -con mu­cha hu­mil­dad lo digo- sen­tí una cer­ca­nía muy gran­de con los ar­tis­tas. Es de­cir, te­nía­mos los mis­mos pro­ble­mas, y ha­cía­mos la mis­ma ac­ti­vi­dad. Al fin y al cabo es pin­tu­ra so­bre una tela, lo mis­mo que hago yo, a pe­sar de que es­ta­mos a años luz me sir­vió para hu­ma­ni­zar­los… uno siem­pre tien­de a idea­li­zar­los. Me ge­ne­ró un acer­ca­mien­to tre­men­do con per­so­nas de otras épo­cas.

Más so­bre la obra de Ma­la­ra en: www.ignaciomalara.com

Nehuen Wolf
Nehuen Wolf
Nace en Lomas de Zamora en 1990, donde hace sus estudios primarios y secundarios. Estudia dibujo con el artista Cristian Cánepa, y luego se anota en el U.N.A. en la carrera de pintura. Participa de la beca de estudios Proyectarte, y obtiene una residencia en España, Fundacion Karrvaz, posteriormente trabaja en el programa televisivo 1000 manos, de la Tv Pública donde es panelista y toma contacto con grandes artistas. Profundiza su conocimiento artistico en el taller de Nicolas Menza al que asiste durante 4 años. Fué asistente en el taller de litografía de Natalia Giachetta. Actualmente es realizador escenográfico del Teatro Colon, redactor de la revista Mutt y da clases en su taller de Lomas de Zamora donde trabaja desde el 2009.