Si bien esta podría ser una nota más ligada al periodismo que a lo visual, se trata en realidad de un periodismo desde la imagen. Con la muestra de retratos que Abd expone en FoLa como excusa, pudimos contactarlo para charlar un poco sobre ella y sobre la imagen como medio informativo.
Rodrigo Abd es un fotoperiodista argentino que actualmente vive en Perú. Trabajó en diarios como La Nación y La Razón, y desde el 2003 forma parte del staff de Associated Press. Su trabajo periodístico abarca los más diversos temas, desde las guerras en Medio Oriente hasta eventos deportivos de alta categoría. Cubrió las elecciones presidenciales de Venezuela de 2007 y 2012, y documentó el terremoto que azotó a Haití en 2010. En 2013 le fue otorgado el premio Pulitzer junto a otros fotógrafos que habían cubierto la guerra civil de Siria.
A veces surgen muchas incógnitas sobre el lugar que ocupa un fotoperiodista en una zona de conflicto en la cual es ajeno: que no es “su” guerra, o no es “su” terremoto… es de otro, lo que constituye a esa presencia allí como una elección. Los conflictos y la situación social de un país o una cultura pueden afectar nuestra sensibilidad, pero por lo general lo hacen desde la calidez y la comodidad de nuestro hogar. Y Rodrigo nos recuerda que también existe gente que está dispuesta a involucrarse en ese mundo para contar qué es lo que pasa. Después de esta charla con Rodrigo Abd tuve una fuerte reflexión. Sí es su guerra, su terremoto, su pobreza, porque es de todos. Solo que él se dio cuenta.
Contame un poco de que se trata la muestra de FoLa “La cámara Afgana”.
La de FoLa es una muestra que viene del Centro de la Fotografía de Montevideo; se expuso el año pasado ahí, curada por Verónica Cordeiro. Nicolás Ganovsky de FoLa pensó que estaría bueno traerla de allá. El fuerte de la muestra son retratos que yo hice con una cámara de madera, de hecho, con dos, porque a una la había comprado y usado para trabajar en Afganistán hasta que me la robaron y usé una que me hizo un amigo en Banfield con un plano que me pasaron. La muestra se compone de retratos de personas que me acompañaron estos años viviendo fuera de Argentina en mi vida laboral, protagonistas de eventos o a los que yo les puse el ojo para hacer trabajos periodísticos. Decidí volver a encontrarme con ellos con esta cámara para retratarlos de forma diferente. Esa es la mayor parte de la muestra, pero también hay una partecita en la que están mis fotos color de prensa; está todo mezclado en la misma sala por eso tal vez no se entiende bien.
¿Estos retratos que vos hiciste son trabajos completamente tuyos, o forman parte de algún trabajo periodístico?
Los hice porque los quería hacer, pero algunos fueron publicados en EEUU, Alemania, Europa. De hecho envié una serie para la P de reinas mayas y eso se publicó en Internet en varios lugares. A raíz de esas publicaciones me llamaron de Europa para que les envíe otro tipos de retratos que habían visto, pero todo parte de una idea propia.
¿Por qué lo hiciste con esa cámara? Imagino que los tiempos y el proceso son diferentes.
Sí, es diferente. Lo hice porque creo que la técnica es impactante y linda, porque muestra a los personajes de una manera bien distinta, con una honestidad brutal. Ellos no posan, la misma técnica conduce a que ellos estén quietos mucho tiempo y los predispone de otra forma delante la cámara. Y eso creo que crea un resultado final muy interesante que es lo que me gusta, además me despega un poco del mecanismo habitual del fotoperiodismo que es lo que yo hago.
Además imagino que se establece una relación con el retratado diferente que si fuera tomada con una cámara digital.
Sí, claro, porque tengo que plantearme de otra manera, montar un pequeño estudio, el personaje se sienta en un banquito frente a una caja… es completamente distinto, es un acto bastante diferente. Además la sorpresa del retratado de ver un cajón ¡en plena era digital!
¿Cómo definirías al fotoperiodismo?
Es una definición muy abarcadora, tenés un montón de subcategorías. Pero es el acto de contarle a los demás en imágenes lo que vemos a través de nuestros ojos/cámara, de nuestra percepción de la realidad. Pueden ser noticias duras o trabajos de temas contemporáneos, escenas de vida diaria. Esa es la definición de diccionario. Para mí ha sido una forma de vivir, de relacionarme, de pensar mi cotidianidad, de ponerme en la piel de mucha gente como no lo hubiese hecho de ninguna manera, conocer parte del mundo, gente maravillosa, historias terribles. Ha sido más que un trabajo, lo encaré como un oficio.
A veces surge una contradicción entre hacer un trabajo documental y el ojo subjetivo del fotógrafo o periodista. ¿En qué punto influye lo subjetivo sobre el documento?
Creo que es completamente subjetivo, y eso es lo bueno. Sino seríamos una cámara de seguridad o Google Earth. Incluso con estas nuevas técnicas como la 360 donde la imagen abarca todo y no hay un punto de enfoque, que el fotógrafo no se para en un lugar para dar una opinión sobre algo determinado sino que se ve todo… Por eso es subjetivo, y por eso es algo bueno, porque miramos a través de lo que sentimos y de lo que pensamos sobre un acontecimiento: en base a nuestra formación, a nuestra realidad material, a lo que nos enseñaron en nuestras casas, en base al medio en el que trabajamos muchas veces, o el mismo sentimiento de una historia que puede pegarle más fuerte a uno que a otro por la vida misma.
A veces da la sensación de que una imagen es más fuerte que un relato. Todos sabemos que existe la guerra, pero hasta que no la vemos en imágenes no termina de llegarnos.
Claro, pero eso está bueno por esto mismo. Hay fotógrafos que están más interesados en temas de género, políticos, guerras, salud, educación, porque todos hemos atravesado algún momento en el que alguna de esas cuestiones nos ha tocado más fuerte. Entonces ahí está el background del fotógrafo, quién es y por qué lo hace, y cómo se va a parar frente a una situación por toda esa historia. No puede hacerlo de otra manera, sino sería una máquina.
Lo comparo con la tarea de un psicólogo: te metés en diferentes situaciones sensibles y te debe afectar negativamente. ¿Tenés una especie de escudo para esto?
Te afecta negativamente, pero también de forma positiva, porque uno en base a esas cosas terribles pone en perspectiva su propia vida. Nos preocupamos por muchas cosas cotidianamente y hay otras más importantes… y entendés que deberías afrontar la vida de otra manera, ¿no? No de esa manera de inconformidad constante, sino tratando de pensar que lo que le pasa a uno no es lo peor del mundo, porque hay gente que la pasa realmente mal. Las situaciones difíciles tienen que sensibilizarlo a uno como reportero, pero no paralizarlo, porque sino al final no cumplís tu trabajo que es contar historias.
Después de cubrir un trabajo complicado, ¿hacés un parate o trabajás en algo más relajado?
Sí, de hecho yo trabajo en una agencia de noticias. Tiene el lado malo de que no podés profundizar mucho, pero tampoco te enfrascas, no sos un fotógrafo de conflicto, vas saltando de historia en historia y muchas tienen que ver con temas muy livianos de la realidad que ilustran las páginas de diarios de información general, modas, deportes. Está bueno porque te da un respiro para después volver y meterte en temas de conflicto. Hay gente que lo único que hace es ir a conflictos; me acuerdo que fui a Siria con un amigo, Ahmed Bahhadou, y no entendía ninguna historia que no tenga que ver con una situación bélica. Hay gente que se quema por hacer eso todo el tiempo; no fue mi caso, por suerte.
¿Creés que hay fotos que no tienen que ser tomadas?
Por supuesto, no creo que uno tenga que tomar una foto cuando la persona que está en frente te pide que no lo hagas, a menos que sea algo fundamental para contar una historia única. Si estoy en frente de Pinochet y me pide que no tome la foto, yo se la tomaría igual: es un personaje público con una responsabilidad histórica frente a un país, y yo ahí actúo como un reportero que cuenta una historia. Si estoy en otra situación y una persona anónima que no es pública no tiene ganas de estar en una imagen porque quiere preservar su identidad, trato de respetarlo siempre. No me olvido de esos códigos, aparte la foto tampoco está buena cuando no quieren, suele salir mal si no hay predisposición. Tampoco hay que mostrar fotos morbosas sin sentido por el hecho de crear un efecto, eso creo que no debería hacerse.
¿En qué punto el fotógrafo tiene que intervenir en una situación límite?
Yo creo que no hay una regla o un parámetro muy marcado de cómo debería ser, creo que la foto no es lo más importante, es la vida de una persona, eso es sagrado y no se negocia por ninguna foto. Si uno puede ayudar en una situación límite creo que no hay ninguna duda. De ahí la escala de situaciones puede ser tan amplia que habría que evaluarlo; ninguna situación es igual, siempre hay cambios y temas para discutir y repensar del oficio, los límites, y hay que encararlos pensando que hay que hacer esto de la forma más humana posible y que sirva. Somos servidores visuales y públicos, es un trabajo para otros, para que entiendan, se sensibilicen, vean de otra forma a otras personas y entiendan la noticia de manera diferente.
¿Lo estético sirve para este fin?
Para mí la estética, la belleza o los recursos fotográficos para crear una imagen atractiva son bienvenidos, mientras sirvan para contar una historia de una forma más profunda e inteligente. No creo que vayan en contra del mensaje. En mi caso, por mi formación, porque encaré esto como periodista más que como fotógrafo, siempre vi a la fotografía desde el punto de vista del contenido. Eso era lo más importante, todas las estrategias visuales tienen que servir a ese contenido para que se comunique mejor, en este caso visualmente.
¿Estás con algún proyecto ahora?
Justamente hoy lo pensaba. Lo que tiene este trabajo es que, al menos en mi caso, muy pocas veces me mandaron a hacer historias, siempre yo las busco y propongo e investigo. A veces tardan en salir, tienen diferentes dinámicas, entonces estoy como en 4 cosas al mismo tiempo. Una puede ser sobre los buzos lisiados en Honudras, otras sobre el guano en las islas del pacífico del Perú, otra puede ser una historia sobre la visita del Papa, o ir a reemplazar a compañeros en Venezuela. Todas se van cocinando lentamente y van saliendo a medida que mis jefes se deciden, a que la historia cobre interés o que los tiempos también lo demanden. Hay una época de pesca de langosta 4 meses por año si no lo haces ahi tenes que esperar un año mas, o necesitás un permiso especial para cubrir lo del guano y si no lo tenés lo perdés, lo mismo si hay un ataque terrorista en Europa, y se cae lo del Papa. Pero bueno… esas que te nombré son en las que estoy trabajando.
¿Qué? “La cámara afgana”.
¿Dónde? Sala 2 de FoLa (Godoy Cruz 2620–2626, CABA).
¿Cuándo? Del 23 de agosto al 24 de septiembre de 2017, todos los días de 12 a 20 horas (miércoles cerrado).
¿Qué? “Palimpsestos”.
¿Dónde? En el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti (Avenida del Libertador 8151, CABA).
¿Cuándo? Del 26 de agosto al 08 de octubre, de martes a domingo de 11 a 21 horas.