De la Cárcova en el Bellas Artes

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De la Cárcova en el Bellas Artes

A 150 años de su nacimiento, el MNBA le hace un homenaje al maestro creador de Sin pan y sin trabajo.

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Sin pan y sin trabajo (detalle)

En las sa­las 29 y 30 del pri­mer piso del Mu­seo Na­cio­nal de Be­llas Ar­tes, me en­cuen­tro con obras de nu­me­ro­sos ar­tis­tas de épo­cas, es­ti­los y fi­lo­so­fías di­fe­ren­tes. Sin em­bar­go, es­tán uni­dos por tres co­sas en co­mún: son ar­gen­ti­nos, es­tán to­ca­dos sen­si­ti­va­men­te por la si­tua­ción his­tó­ri­ca de su país, y en­tien­den la obra Sin pan y sin tra­ba­jo de Er­nes­to De la Cár­co­va como una ima­gen cla­ve en nues­tra cul­tu­ra. La obra crea­da por el ar­tis­ta con tan sólo vein­ti­sie­te años, de he­cho, es una obra re­fe­ren­cial.

Er­nes­to de la Car­co­va na­ció 1866 en Bue­nos Ai­res y es­tu­dió tan­to en Ar­gen­ti­na como en Eu­ro­pa. Ade­más de un gran pin­tor, fue un hom­bre muy com­pro­me­ti­do con la for­ma­ción y la cul­tu­ra en nues­tro país. En­tre las mu­chas co­sas que hizo fue el fun­da­dor de la Es­cue­la Su­pe­rior de Be­llas Ar­tes, que lue­go lle­vó su nom­bre. Jun­to con Eduar­do Sí­vo­ri y Eduar­do Schiaf­fino for­mó par­te de la ge­ne­ra­ción del ’80, la cual tuvo la res­pon­sa­bi­li­dad de desa­rro­llar el am­bien­te ar­tís­ti­co en Ar­gen­ti­na.

Ar­tis­tas como Car­los Alon­so, An­to­nio Pu­jia y Os­car Bony –en­tre mu­chos otros– así lo de­mues­tran la pri­me­ra par­te de esta mues­tra, un ho­me­na­je al gran maes­tro con obras ins­pi­ra­das en su fa­mo­sa Sin pan y sin tra­ba­jo. Lo lla­ma­ti­vo de este con­jun­to es la can­ti­dad de dis­ci­pli­nas que par­ti­ci­pan de este tri­bu­to a la obra de De la Cár­co­va: sa­lién­do­se del len­gua­je uti­li­za­do en la obra ori­gi­nal (la pin­tu­ra) po­de­mos apre­ciar obras di­gi­ta­les, vi­deos, di­bu­jos, y has­ta cómo es uti­li­za­da en ma­ni­fes­ta­cio­nes so­cia­les con fre­cuen­cia, des­de gru­pos ca­lle­je­ros con la fa­mo­sa ima­gen re­pre­sen­ta­da en pan­car­tas y car­te­les, has­ta pa­ro­dias crea­das por EAMEO.

Ha­blar de la ca­li­dad ar­tís­ti­ca de esta mues­tra se­ría tro­pe­zar­se con algo que poco tie­ne que ver con el ob­je­ti­vo de la mis­ma, ya que la in­ten­ción pa­re­ce ser de­fen­der el tí­tu­lo de ícono de su obra maes­tra, y lo cum­ple a la per­fec­ción.

La se­gun­da par­te de este ho­me­na­je está de­di­ca­do a un con­jun­to de obras de De la Cár­co­va, y se abor­dan to­das las épo­cas de su vida. Se pue­de ver cla­ra­men­te cómo a me­di­da que avan­zó en sus es­tu­dios, el ni­vel pic­tó­ri­co de sus tra­ba­jos se vol­vió cada vez más rico en el uso to­nal y los em­pas­tes. Para los ojos aten­tos y des­pier­tos, esta es una mues­tra casi van­guar­dis­ta por la re­vo­lu­ción sen­so­rial que ge­ne­ra a par­tir del co­lor. Son re­tra­tos y al­gu­nas na­tu­ra­le­zas muer­tas con un ma­ne­jo de la luz que nada tie­nen que en­vi­diar­le a los fran­ce­ses de su épo­ca.

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Ernesto de la Cárcova, Naturaleza en silencio, óleo sobre tela de 1926 (MNBA)

Per­so­nal­men­te creo que hay va­rias ra­zo­nes por las que las obras de De la Cár­co­va no son lo su­fi­cien­te­men­te re­co­no­ci­das en­tre los es­pec­ta­do­res y ar­tis­tas, con ex­cep­ción de la más fa­mo­sa. En cier­ta me­di­da tie­ne que ver con la es­ca­sa can­ti­dad de pin­tu­ras que dejó, de­bi­do a su én­fa­sis en otras ac­ti­vi­da­des re­la­cio­na­das con el arte y edu­ca­ción. Pero tam­bién por la can­ti­dad de ve­ces que se ex­po­nen: re­cor­de­mos que for­man par­te de co­lec­cio­nes pri­va­das y no fre­cuen­te­men­te ven la luz de lo pú­bli­co. Por eso creo que hay que apro­ve­char esta mues­tra, para co­no­cer el am­plio aba­ni­co crea­ti­vo que el pin­tor nos dejó.

Sin pan y sin tra­ba­jo mar­có una hue­lla en la so­cie­dad que fue pro­fun­da para los ar­gen­ti­nos. Des­de su pri­me­ra ex­po­si­ción ge­ne­ró in­te­rés en los crí­ti­cos de la épo­ca por el ni­vel plás­ti­co y com­po­si­ti­vo de la mis­ma, y con el pa­sar del tiem­po co­men­zó a ocu­par un lu­gar im­por­tan­te en el arte na­cio­nal por sa­ber re­pre­sen­tar un tema cla­ve para los ar­gen­ti­nos. No sólo en 1894 (año en que fue pre­sen­ta­da), sino a tra­vés del tiem­po, y lo­gró que ésta jun­to con la ca­li­dad de su desa­rro­llo nun­ca pa­sen de moda.

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Tomás Espina, sp y st, fotografía digital del 2002 (Colección Jozami)

Sin em­bar­go, creo que tam­bién es cla­ve a un ni­vel más uni­ver­sal. No sólo por su tema –ya que este cum­ple la fun­ción de de­jar bien en cla­ro que el hom­bre no tie­ne pan ni tra­ba­jo– sino por cap­tar la sen­sa­ción de los per­so­na­jes a raíz de esa si­tua­ción. Esta es una obra que no ha­bla úni­ca­men­te de po­bre­za, sino de lo que ella ge­ne­ra. Es una obra exis­ten­cia­lis­ta: “no pue­do sa­tis­fa­cer una ne­ce­si­dad bá­si­ca”. Se tra­ta de una cues­tión hu­ma­na que bien po­dría ser equi­pa­ra­ble a la de un bebé cuan­do lo se­pa­ran del seno ma­terno. De la Cár­co­va cap­tó mu­cho más que una reali­dad so­cial, cap­tó lo que esta reali­dad nos deja a los in­di­vi­duos. Mu­chos pue­den con­tar­lo. Pero cuan­do el que lo cuen­ta es un ar­tis­ta sen­si­ble y con do­mi­nio de su len­gua­je, re­cién ahí se en­tien­de de qué se tra­ta.

Ahí ra­di­ca la im­por­tan­cia de esta obra y de la ne­ce­si­dad de re­in­ter­pre­tar­la. Pero no hay que de­jar de con­tem­plar el res­to de sus pin­tu­ras, ya que lle­van el ADN de un cu­rio­so del co­lor y del ser hu­mano.

¿Qué? Er­nes­to de la Cár­co­va.

¿Cuán­do? De mar­tes a vier­nes en el ho­ra­rio de 11 a 20 ho­ras, y sá­ba­dos y do­min­gos de 10 a 20 ho­ras, a par­tir del 8 de no­viem­bre de 2016 y has­ta el 26 de fe­bre­ro de 2017.

¿Dón­de? En el Mu­seo Na­cio­nal de Be­llas Ar­tes (Ave­ni­da del Li­ber­ta­dor 1473, CABA).

Nehuen Wolf
Nehuen Wolf
Nace en Lomas de Zamora en 1990, donde hace sus estudios primarios y secundarios. Estudia dibujo con el artista Cristian Cánepa, y luego se anota en el U.N.A. en la carrera de pintura. Participa de la beca de estudios Proyectarte, y obtiene una residencia en España, Fundacion Karrvaz, posteriormente trabaja en el programa televisivo 1000 manos, de la Tv Pública donde es panelista y toma contacto con grandes artistas. Profundiza su conocimiento artistico en el taller de Nicolas Menza al que asiste durante 4 años. Fué asistente en el taller de litografía de Natalia Giachetta. Actualmente es realizador escenográfico del Teatro Colon, redactor de la revista Mutt y da clases en su taller de Lomas de Zamora donde trabaja desde el 2009.