“A TRAVÉS DEL ARTE TENÉS UNA PERCEPCIÓN MÁS PROFUNDA DE LO QUE PASA”
Ciudades, islas, seres asoman en medio de geografías que parecen responder a leyes universales. Las obras de Scafidi enuncian con un lúdico lenguaje un caos provisto de cierto orden simbólico. Una lúcida conversación con uno de los artistas más originales de su generación que se formó con Carlos Gorriarena, Antonio Seguí y Guillermo Kuitca.
Roberto Scafidi propone un juego obsesivo. Cualquiera de sus obras podría ser, sin lugar a dudas, la interpretación minuciosa de las obsesiones de Borges; tienen el peso estudiado de las descripciones que el escritor proponía en su literatura. Vuelto a ese universo transfigura en poesía los afectos y las pasiones que el mundo entrega siempre de forma velada.
Las palabras de Luis Felipe Noé describen su arte con claridad: “Roberto Scafidi es el inventor de su propio juego. Su estar en el mundo es su ir siendo en él, ya que lo va definiendo a este en la marcha de acuerdo a ese juego que va construyendo como un jugador de ajedrez. […]Pero, como un músico que connota sin denotar, hace sentir en su obra el ritmo de la vida particularmente urbana, continuando un camino iniciado por Mondrian con Broadway Boogie Woogie: el jazz visual. […].
Cuando hablo de jazz visual me estoy refiriendo a la aplicación en la pintura de una característica de la mayoría de los estilos de jazz: el ritmo se nutre de la reciprocidad entre un impulso continuo y unos desplazamientos mínimos e irregulares de los acentos”.
En una charla con R.Mutt, Roberto Scafidi contó su acercamiento al arte: “Fue muy azaroso y rara mi historia; jamás en mi vida pensé en ser artista, a mi me gustaba la música, yo pensaba en ser músico. Mis padres me mandaron a un colegio comercial, del cual me echaron. Por descarte llegué a un colegio bachiller con arte, el “Lola Mora” y me encantó, aparentemente el arte me salía fácil. Como yo no pensaba ser artista plástico, no tenía presión, a diferencia de lo que me pasaba con la música. La pintura se me dio con mucha naturalidad”.
Su vida, tratada como una más de sus obras, le propuso viajes por geografías no siempre comprensibles. Ahora, tomando cierta distancia y propuesto a reflexionar cuenta: “Viajé a Francia becado al obtener el premio Braque de pintura. En ese tiempo en la Cité Internationale des Arts , donde estaban los becados del gobierno francés, músicos, fotógrafos, cineastas –dice con cierta nostalgia-. trabajé mucho, produje muchas obras. Al volver a Argentina me encontré en un ‘viaje’ medio raro. Mi padre estaba muy enfermo, tuve unos años bastantes ‘picaditos’. Esta situación me sirvió para madurar, no se si hay una relación con el cambio que se produjo en mi trabajo artístico, pero cambió tanto mi vida que seguramente tuvo que ver.” Con una mirada más punzante agrega: “Cuando me fui, era bastante pendejo, y me había comprado a mí mismo. Antes de irme a Francia me había ido bastante bien, vendía mucho.
El día antes de irme vendí diez cuadros; me fui con un montón de guita, y cuando volví me di cuenta que me había creído que estaba todo hecho. No me vinculé con el medio, me dedique a ‘frikear’; fue una etapa bastante bizarra”.
Scafidi se empeña en entrecruzan realidades diferentes para trascender los límites perceptivos. Su obra explora más allá de la luz, el color, la forma; se vislumbra un valor docto en lo referente a los signos históricos del arte, sin dejar de lado el valor simbólico del proceso. “Al trabajar no relaciono lo que hago con la historia del arte, la cual me encanta. La historia de las artes visuales me interesa más como conocimiento profundo, porque a través del arte a veces podemos tener una percepción más profunda de lo que ha pasado o pasa. La historia la podes tergiversar, pero el significado profundo del verdadero arte no tanto. Vos ves que hay una historia de lo que pasaba que es más profunda que lo que la imagen te da, en ese sentido me interesa pensar más que en la utilización de colores, etc, en la vibración invisible. Hay una lectura que también es muy epidérmica; hay muy poca gente que ve realmente de qué se trata el arte, más allá de la época, de tal gobierno, forma o color. Aristóteles decía que el alma le da la forma al cuerpo. Hay una fuerza espiritual , y en el arte pasa lo mismo.”
Por otra parte habla de su posición frente al arte: “No tengo planes de quedar en la historia, no tengo ese afán de trascender. Pasa por otro lugar, esa cosa de idolatría de la obra de arte no me interesa; hay mucha gente que está prendida de la teta del arte por intereses que no tienen nada que ver.”
Fiel a su arte no expone miradas superfluas cuando se le pregunta por el espacio artístico actual: “Creo que en la actualidad se esta fomentando como una cosa divertida pero con poca profundidad, yo me acuerdo que hace un par de años la imagen de arteBA era un patito amarillo,como un arte pop así ya recontra común, como para decorar la televisión, el programa de Rial”.
Asimismo se muestra reticente con el circuito común establecido para el arte: “Hice mucho por la mía, hace unos días estaba pensando eso. Si a vos te gusta algo, lo mejor que vas hacer es aprender por la tuya, salvo que seas tan obtuso que no sepas determinar que es bueno y que es malo para vos y te pierdas. A veces te cruzas con un maestro que en quince minutos de charla te abrió la cabeza y te mostro un camino. Pero el laburo que haces a través de los años no te lo va a dar nadie. Esta bueno estudiar –agrega enérgico-, hacer cursos, pero las horas de vuelo que haces por la tuya no te las saca nadie, y todo lo que uno aprende, ocasionalmente equivocándose, tampoco. Está buenísimo tener una guía, un maestro, pero si vos no te comprometes con tu trabajo pretender que te entre el talento de otro por ósmosis, olvídate. “.
Scafidi da sobradas muestras de haberse ganado, con estudio y trabajo, el lugar de lúcido renovador que Noé le asigna.