Un barrio manso. Una casa como cualquier otra, un portón y un pasillo. Música de fondo que irrumpe la quietud del ambiente y una puerta abierta que incita el ingreso. Una cocina, baños, cuartos, escaleras y el encuentro con un despliegue de obras que invaden la casa. La primera aproximación a CASADOS de Bonzo.
“Bonzo es un proyecto artístico que, gracias al apoyo de Metro Building, se aloja temporalmente en casas que serán demolidas, con el fin de establecer talleres de artistas y generar proyectos autónomos de investigación y experimentación en un tiempo definido por el propio lugar”. De esta manera denominan al proyecto sus creadores Carlos Baragli, Juan Giribaldi y Guido Ignatti.
Bonzo no sólo genera el espacio para el desarrollo de proyectos de artistas, sino que también busca realizar muestras exhibiendo las producciones que surgen de las experiencias en las casas. Los espacios escogidos siempre son los mismos: casas que se van a demoler y con ello toda su historia. El punto intermedio entre el desalojo de sus habitantes y la demolición es Bonzo. Las obras pasan a habitar la vivienda desalojada interviniendo todos los espacios.
Hasta la fecha, Bonzo tuvo dos ediciones, CASAUNO y CASADOS. Las posibilidades generadas por los distintos ambientes habilitan la multiplicidad de relaciones entre los artistas, sus obras y el espacio. Bonzo muta constantemente. Cada casa deviene en una nueva propuesta, nuevos artistas y por ende nuevas producciones que dialogan con los espacios en cuestión. La transformación del emplazamiento es perceptible a lo largo de todo el proceso, en el que la desocupación de los previos habitantes se superpone con los nuevos inquilinos establecidos por el proyecto. La sensación de lo efímero resulta una constante en la medida en que se tejen nuevos relatos entre la historia previa de la casa, el nuevo taller de los artistas seleccionados y la perspectiva de la futura demolición. El espacio que fue no volverá a ser el mismo.
Es una posible interpretación asimilar el proyecto a una obra de acción específica, es decir, a aquellas manifestaciones artísticas en las que se considera el contenido inseparable del espacio que la contiene. La cuestión de lo perecedero y la interrelación de las obras con los distintos ambientes habilita este tipo de asociaciones. Las obras se acomodan a las dimensiones del espacio y el mismo modifica la forma de percibirlas: un horno y una obra pueden dialogar en un mismo ambiente. Bonzo requiere de un espectador activo que recorra los distintos lugares, que busque y transite la casa explorando sus huecos, las obras se esparcen por todos los rincones.
La acción del derrumbe manifiesta una cuestión simbólica a la vez que hace de la exhibición una experiencia única: el cambio de locación implicaría una alteración de su sentido. Cada exhibición la integra un colectivo de artistas que se va alterando con las distintas casas . Algunas obras son específicamente pensadas para el espacio, mientras que otras son piezas previas que se ven sometidas a la experiencia de una nueva locación. En ambos casos la relación con el espacio es esencial. La sensación de la inminente demolición y la historia pasada se mezclan de una manera especial. Los restos de sus pasados habitantes se visibilizan en sutiles apariciones. El ambiente doméstico deshabitado recibe a sus últimos inquilinos, las obras.
Y de una manera tan efímera toda la historia se desvanece. El derrumbe borra cualquier rastro material impregnado de recuerdo. La casa recibe una última cálida visita para luego desaparecer. Lo corpóreo ya no importa, lo único trascendente es la memoria y la experiencia.
Por Sofía Jallinsky
Fotos: Jimena Salvatierra — http://proyectobonzo.tumblr.com/