La apropiación y re-significación del género canción por parte del público es una de las característicasmás importantes y más liberadoras de la música popular, faceta perteneciente tanto a los compositores como al público mismo. A través de las décadas, particularmente desde los comienzos del rock y la penetración cultural que dicho género provocó, el efecto instantáneo en el público —escucha y lector— trascendió generaciones profundamente atravesadas por los contextos culturales, sociales y políticos experimentados en cada país. La composición de canciones está ligada al contexto vivido por el artista, por el público y a su constante re-interpretación avivando la memoria, la reflexión, el recuerdo y la construcción del futuro.
En este sentido, la visión del amor en las canciones de rock sufrió transformaciones profundas en su evolución, marcadas por la variante y a veces ambigua concepción del amor instaurada en la sociedad: desde la concepción machista hasta la liberación femenina, desde la expansión del amor libre hasta la homosexualidad y la violencia de género, y desde la melancolía hasta el resentimiento. El amor idealizado, inocente; el amor como excusa para la posesión; el amor rebelde; el amor sano; el amor desdichado, inmerecido. Todos los artistas, en mayor o menor medida, conformaron su visión del amor y la identificación o el rechazo del público.
En este especial nos desviamos un poco de lo obvio y elegimos un pequeño puñado de canciones entre decenas de miles a lo largo de la historia, elección casi azarosa y tal vez injusta, pero no menos representativa. Líricamente punzantes y directas, estas canciones reflejan una de las tantas caras imposibles de eludir del amor: la separación, la relación fallida, la búsqueda ilusa, el desapego… en una palabra, el desamor.
La canción pertenece a Back To Black, álbum editado en 2006 que catapultó finalmente a Winehouse como la voz femenina más importante del siglo XXI. Las composiciones de la cantante inglesa son el fiel reflejo de su vida amorosa, de sus excesos y del sufrimiento debido a la exposición mediática.
El papel de los medios de comunicación fue un factor determinante en el declive de la vida y la carrera artística de la cantante: el precio que hay que pagar por el rechazo a la fama; se juega el juego sabiendo la derrota. Esto mismo sucede muchas veces con el amor y Winehouse lo refleja en gran parte de sus canciones (como I Heard Love Is Blind y Wake Up Alone). La conflictiva relación amorosa con Blake Fielder-Civil, signada por la adicción a las drogas y la violencia, es, al igual que la fama, un juego perdido: “aunque soy bastante ciega/el amor es un destino resignado/las memorias arruinan mi mente/el amor es un destino resignado”. La soltura y la fineza de la voz de Amy son la contrapartida perfecta para declarar la inevitable rendición.
“No más bebé/si te necesito usaré sólo tu nombre/sólo besos en la mejilla a partir de ahora/y dentro de poco sólo nos saludaremos con la mano”. El estribillo es contundente. Las intrincadas composiciones de Fiona Apple desviven pero al mismo tiempo aclaran.
Para Apple, el amor conduce a lugares inciertos y Love Ridden describe con cruda certeza el momento de la separación. El tema pertenece a When The Pwan…, segundo disco de la cantante y compositora neoyorkina, editado en 1999; está invadida por una intensa instrumentación —por momentos disonante y abrumadora— mientras el solitario piano se entromete por fragmentos, remitiendo a la inminente soledad. El contraste logrado entre la temblorosa voz de Apple y la caótica orquestación en el clímax de la canción es la perfecta representación del último adiós.
13 es la obra cumbre de Blur. Lanzado en 1999, el álbum contiene las canciones más controvertidas y poderosas a nivel instrumental de la banda inglesa, que llegó a niveles compositivos realmente altos. La lírica de 13 apunta a un contenido más bien reflexivo e introspectivo, albergando una mirada madura respecto de una sociedad en pleno retroceso.
Damon Albarn comienza a transitar el camino en el que mira más hacia adentro que hacia afuera. No distance… es una autobiografía de Albarn: la ruptura con Justine Frischmann (líder de Elástica) luego de una relación de siete años, funda esta melancólica y desgarrada obra de arte. Desde la primera estrofa de la canción, Albarn se descarga: “se terminó/no necesitas decírmelo/espero que estés con alguien que te haga sentir segura mientras duermes esta noche/no me suicidaré, intentando permanecer en tu vida/no me queda distancia por recorrer”.
El lugar del compositor de canciones, como ser humano pleno y transparente en el momento de la creación, suele ser la tristeza, la soledad y el desamor. Ejemplos como los citados hacen de la canción una obra total, donde la música y las palabras no se despegan. Sea Change, álbum de Beck editado en 2002, fue compuesto enteramente luego de una trágica ruptura amorosa con infidelidad de por medio: cada canción depende de la anterior, cada palabra, cada acorde; es imposible romper con la totalidad. Tal vez el MUTTespecial del Anti-San Valentín funcione como disparador para un entendimiento algo más profundo e indagador, e invite a ir más allá del prototipo establecido de “música feliz” y “música triste”, o “letra bajón” y “letra para arriba”. No hay que subestimar al amor.