La propuesta de música y poesía en conjunto de BogadoCuman cuenta a esta altura con un experiencia del mismo peso que una tradición: los encuentros mensuales en las setenta y dos ediciones del Tercer Jueves (ciclo que ambos coordinan junto con Oscar Cuman), con su gente y la compañía de artistas invitados, proveyeron a lo largo de los años el espacio para que el dúo encontrara su elemento. El mismo tomó forma en primera instancia en un demo de 2012, Nombre propio, en el cual salvo por algunas excepciones los poemas (de Jazmín Paraguayo, 2014) y la música (de ProyectoMATERIA) no siempre coinciden. Cinco años después, la apuesta del dúo se consolida en un formato totalmente unificado cuyo registro es el LP Parciales, presentado anoche a sala llena en El camarín de las musas.
La apertura de la noche estuvo a cargo de Gatopaloma, proyecto de música ambient de Gustavo “Chino” Goldszer, compañero de Cuman en Fermina. A pocos meses de estrenar Centro, hipnotizó al público con un arsenal de pedales de efectos, una guitarra y un amplificador. Durante los casi treinta minutos de su presentación, Goldszer incursionó en climas bastante diversos desde la creación de densos paisajes sonoros en loop hasta composiciones más discretas en su digitación y coronadas de reverb y delay. El contraste con la actuación de BogadoCuman estuvo lejos de resaltar antagonismos; más bien, mostró dos de las múltiples caras de la creación artística que se pueden ver el tercer jueves de cada mes en El Quetzal de Palermo.
Terminado el segmento ambient de la noche, Fernando y Gabo subieron al escenario para darle vida a esa entidad que han dado en bautizar con sus apellidos juntos. La presentación se abre con el monótono sample de una púa rayando un vinilo en loop, sobre el que asoma “Septiembre”, primera pieza del debut del dúo, que en sus diez minutos reúne tres poemas en dos idiomas. El bajo de Gabo provee una introducción suave para combinarse con las palabras y la actuación de Fernando en un frenesí que atraviesa los dominios de la muerte, el vecino Brasil, y la más vecina Chacarita. A esta le sigue una enérgica interpretación de “Doble hélice”, respetando de momento el orden de los temas del disco. Si algo queda claro al oír sentencias como “pasa caminando alguien con algo para decir pero que no conozco… una lástima” es que gran parte del atractivo de BogadoCuman radica en su puesta en escena. Al agregarle un cierto componente teatral, la pieza, al igual que las demás, toma una dirección distinta a la del disco, pero para nada ajena para el seguidor del dúo.
Luego de un intervalo en el que Gabo cambia del Rickenbacker de cuatro cuerdas al Warwick de cinco, el dúo arremete con “Filtro de Curtiembre” y “Hermanas/Mi generación”, lados A y B respectivamente del simple que publicaron en formato de 7 pulgadas a modo de registro físico. El recorrido por Parciales vuelve al Rickenbacker para terminar con “La revolución no será televisada”, versión libre de la popular canción de protesta de Gil Scott-Heron en la que Gabo intercala capas y capas de grooves de bajo mientras Fernando actualiza el imaginario social y político en el ensayo más radical de ambos por dar cuenta de la situación actual. El show continúa con “Eliana Crossfade” y “Una copa a los fantasmas” adelantos del próximo disco según indica Fer, quien conmina a Gabo a comenzar con los agradecimientos de la noche hacia todos los involucrados en el proyecto. El dúo aprovecha de paso para anunciar la segunda presentación del disco en el Septuagésimo Tercer Tercer Jueves, o de los parciales y dan pie con esto al último tema, “Como moscas”.
El final demoledor de la pieza debería bastar, pero ante el pedido del público por más, el anuncio del encore no se hace esperar; la elegida es “Cumbia nocturna para Mayumi”, quizás uno de los clásicos con más historia y capas de bajo superpuestas del dúo. De esta manera, la presentación de Parciales concluye con el mismo aire de familiaridad y entrega a la que asistimos y seguiremos asistiendo cada tercer jueves del mes. Sin embargo esta vez, creemos, se podía intuir, por las miradas entre Fer y Gabo, que llegaron más lejos que nunca.