La primera vez que oí hablar de Ciruelo fue hace tan solo un año, de la mano de mi amigo y productor Daro Feinstein, que, tras verlos presentarse en El Emergente Bar, me dijo simplemente: “Me devolvieron la fe en el under”. Tras estas sabias palabras, les empecé a seguir el rastro y logré verlos en julio en El Quetzal, ocasión que aproveché para acercarme a felicitarlos al finalizar el show y comprobar su humildad. Todos los integrantes de esta banda son altos exponentes de su instrumento, pero los destaca la calidad con la que unen sus elementos para componer música.
La música de Ciruelo es brillante por su prolijidad y sencillez, sus canciones no tardan en agradar, y cada instrumento cumple con su tarea para crear una interesante atmósfera en cada pista. La voz y guitarra de Manuel Eguía forman el esqueleto e identidad de cada tema y rememoran a un Flaco Spinetta traído al tercer milenio. La agraciada batería de Toto Ciccone mantiene siempre la intensidad y, junto a las fundamentales líneas de bajo de Tiago Vega, dotan de cuerpo y sonoridad a cada canción. Todas las apariciones de la guitarra eléctrica de Sebastián Baró son fundamentales para llenar de groove cada tema, sus solos más rockeros dan ganas de ser uno mismo quien esté en escenario descosiendo la viola, sepa uno o no cómo se toca la misma. En percusión acompañó la presentación Ale Larroca.
Poco a poco el lugar se fue llenando, algunes sentades en el piso, otres en sillas al fondo y unas cuantas personas más de pie. En los minutos previos al show, con la banda ya sobre el escenario, subieron a hablar las creadoras de #NiUnaMenos para dar su postura frente al inminente paro de mujeres del 8 de marzo.
Tras cálidos aplausos por parte del público, las chicas descendieron y Ciruelo comenzó a tocar, encabezando la lista de temas con un cover del “Negro” Rubén Rada. A lo largo del setlist hicieron un repaso por su historia, destacándose El vientre de la ballena y Lo que tenemos al lado que fueron enganchados como una solo canción, y Tema de Mara (Marea), el cual podría considerarse su mayor hit. Si bien la locación no tiene todas las preparaciones que ameritan un recital, y el material de la edificación tampoco ayuda, la calidad del sonido estuvo muy por encima de la media que se tiene en la escena under. Otro hecho destacable fue que Noelia, cumpleañera, co-productora del ciclo Martes Rueda y flamante cantante de Valbè (banda que se presentó más tarde) subió a tocar “un tema de Ciruelo que le gusta mucho” y que el cuarteto dijo nunca antes haber tocado en vivo: Donde hacemos pie.
El final del show se caracterizó sin dudas como aplanador (quizás elijo este verbo pensando en Divididos). Una poderosa intro jam dio paso a Polenta, cuyo cantautor es el uruguayo Gustavo “El Príncipe” Pena Casanova (quien compuso el aclamado ¿Cómo que no?, reversionado por Manu Chao y también Onda Vaga). La interpretación de Ciruelo se mostró como un tema movido que cuenta con un estribillo enérgico, que se repetía despertando el calor en les presentes. Seguido de este, unas palabras de Tiago para presentar los últimos dos temas de la noche: Mira los discos y lo piensa, tema que abre el segundo álbum y es, sin duda alguna, el nuevo himno del rock nacional, y Siempre empuja el viento, tema que cierra la primera placa de estudio de Ciruelo. Este último posee un final de rock oscuro y distorsionado, que permitió a la banda extender la base y dar rienda suelta a los sonidos frenéticos que desprendían de la guitarra de Seba.
La banda cuenta con dos placas de estudio, El año de la cosa (2011) y El vientre de la ballena (2014), ambos disponibles en Spotify. En el transcurso de este año nos deleitarán con un nuevo disco de estudio.
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