Razonamiento inválido

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Razonamiento inválido

Hace bastante tiempo, en las costas de la península ibérica, —más precisamente en Lisboa— se gestaba el término “barroco” para denominar a aquellas perlas irregulares que no satisfacían el estándar de perfección esférica. Dichas perlas de proporciones excéntricas, bellas a su manera, eran desechadas y con su extravío se perdía esa característica que las hacia únicas, diferentes a todas las demás. Una vez acuñado el término, y pese al sentido peyorativo que se le imprime a finales del Siglo XVIII, serviría para dar nombre a uno de los movimientos musicales mas controvertidos e influyentes de la historia.

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Unos cuan­tos na­ci­mien­tos y de­ce­sos mas tar­de, en Ar­gen­ti­na, apa­re­ce Rey Oní­ri­co como una de esas tan­tas per­las úni­cas que se re­sis­ten a ser des­car­ta­das por la in­dus­tria de la mú­si­ca, cuyo ta­miz está mar­ca­do por un du­do­so cri­te­rio es­ti­lís­ti­co.

Rey Oní­ri­co es un trió de rock he­te­ro­do­xo for­ma­do por Juan Bag­na­to en gui­ta­rra, Loa Hel­frich  en ba­te­ría y Lean­dro Ales­san­dra en bajo. In­tro­duc­ción al te­rro­ris­mo –su pri­mer EP, lan­za­do en 2015- está mar­ca­do por ba­ses rít­mi­cas de du­do­sa pro­ce­den­cia y con­tra­tiem­pos ex­qui­si­tos. Las me­lo­días hil­va­na­das por Juan –ma­ne­ra poco usual de en­ca­rar el ins­tru­men­to- sal­tan y re­bo­tan rim­bom­ban­tes en el col­chón en el que se fun­den la ba­te­ría y el bajo en su con­jun­to, des­pla­zan­do la co­rrec­ción por la co­rrup­ción. Fuz­zes y am­pli­fi­ca­do­res val­vu­la­res ca­lien­tes sal­pi­men­tan fuer­te­men­te a esta agru­pa­ción, que con idas y vuel­tas (la 2da mi­tad del EP, pa­ra­dó­ji­ca­men­te la mas an­ti­gua, fue gra­ba­da con Ger­mán Bel­do­ra­ti Stark en bajo)  vie­ne cum­plien­do con cre­ces sus ob­je­ti­vos, to­can­do en vivo con una fre­cuen­cia sor­pren­den­te, lo que los ubi­ca en un lu­gar de au­to­ges­tión e in­de­pen­den­cia ab­so­lu­ta. Si Rey Oní­ri­co en­car­na­ra la for­ma hu­ma­na, se­ría algo asi como la niña ges­ta­da por el ma­tri­mo­nio de Adrien Brody y Lola Bert­het.

El dis­co lle­ga a su cum­bre con el due­to “No me ve­ras con mi pi­ja­ma de osi­tos es­cu­chan­do me­tal es­can­di­na­vo otra vez”/”La alta su­cie­dad de la fla­ca”, una ba­la­da ruda cons­trui­da a base de pól­vo­ra, y  1 mi­nu­to 11 se­gun­dos de con­fu­sión se­nil, res­pec­ti­va­men­te, para ce­rrar con “In­tro­duc­ción al pen­sa­mien­to cien­tí­fi­co” y com­ple­tar así el circu­lo que de­fi­ne su mar­ca re­gis­tra­da.

Los sue­ños es­con­den de­seos in­cons­cien­tes que son éti­ca­men­te inacep­ta­bles para no­so­tros mis­mos, y que sin em­bar­go ge­ne­ran pla­cer y es­co­zor al mis­mo tiem­po. En de­fi­ni­ti­va, es esa sen­sa­ción agri­dul­ce la que tan bien ex­pre­sa Rey Oní­ri­co con su mú­si­ca.

Por Chino Ro­me­ro

Po­des freir­te los se­sos in­gre­san­do a su band­camp o mis­mo es­cu­char­lo aca aba­jo

 

Fo­to­gra­fía de por­ta­da: Lu­cia­na De­mi­che­lis