Si hace más de cuarenta años Kraftwerk ya alertaba que con el paso del tiempo las máquinas y el hombre tendrían una relación tan estrecha como a la que hoy estamos acostumbrados, tenían razón. En su cuarta visita a la Argentina, el conjunto alemán liderado por Ralf Hütter –el único miembro fundador vigente– volvió a exhibir sus credenciales de padres de la música electrónica y demostrar su profecía sobre el futuro del humano en la era de las comunicaciones y la tecnología.
A pesar de la incertidumbre que generó el intento fallido de suspensión por parte de la Agencia Gubernamental de Control de la Ciudad–que con el antecedente de la trágica Time Warp, caratuló el show de Kraftwerk como una “peligrosa fiesta electrónica”–, el Luna Park lució al tope de público.
Sólo unos minutos después de las 21, las luces se apagaron y sobre el escenario aparecieron los andróginos protagonistas. Vestidos con trajes idénticos de neopreno reflectante, se ubicaron en sincronización detrás de sus emblemáticos atriles minimalistas para dar acción a sus consolas electrónicas.
Acompañado por un fondo de pantalla en el que transcurrían un sinfín de cifras que iban y venían, el show empezó con Numbers, uno de los primeros hits de culto de la noche. El paso siguiente llegó con una deliciosa trilogía compuesta por Computer World, Home Computer y Computer Love, odas retro-futuristas representadas en las pantallas por vetustos ordenadores, canciones que pertenecen a un álbum lanzado en 1981, año en el que nadie tenía una PC en su casa.
Ubicado en el extremo izquierdo del escenario –en su rol de líder–, Hütter fue el encargado de dictar el ritmo de la noche y comandar al resto de sus compañeros. Detrás de ellos, la estética 8-bit dijo más presente que nunca en el montaje visual con una pieza célebre como la oscura The Man-Machine, precedida por la siempre delicada The Model.
Al comenzar Space Lab, el público devolvió una gran ovación al ver como una nave espacial proveniente de la estratósfera aterriza en la puerta del Luna Park. Respaldada con proyecciones de autos Volkswagen y Mercedes Benz que circulan a velocidad reglamentaria, Autobahn implicó un homenaje a la importancia que los vehículos tienen en la vida cotidiana.
Amos y señores de la música sintética –en sus principios incluso llegaron a diseñar de manera casera sus propias consolas–, durante el nuevo paso por el país Kraftwerk dejó en claro que el dance en su obra ocupa un segundo plano. Su propósito es mostrar cruda y ácidamente los efectos que generan los avances tecnológicos, el crecimiento de las sociedades industrializadas y el desarrollo de la cultura del entretenimiento.
En términos de influencia, Kraftwerk es para la electrónica lo que The Beatles fue para el rock. Sin embargo, la historia muestra que el legado de los alemanes es más absoluto ya que no contaron con un antecesor del tamaño de Elvis Presley (como sí lo tuvo el cuarteto de Liverpool). Es decir, a partir de Kraftwerk aparecieron conjuntos como Neu!, AIR, Daft Punk, Depeche Mode, New Order, Brian Eno y la electrónica en sus múltiples variantes, o incluso inspiraron a artistas como Michael Jackson y David Bowie, admiradores de este conjunto germano. La banda también se ha caracterizado por haber producido casi todos sus discos en su sello independiente Kling Klang y mantenido un anonimato casi extremo.
Un gesto sobresaliente de la capacidad conceptual y crítica de la banda se manifiestó en una gema musical como Radioactivity, canción tan intensa como apocalíptica que pone el foco sobre los accidentes nucleares con referencias a los casos más emblemáticos (Chernobyl, Harrisburg, Sellafieldy Fukushima). Acto seguido, ya en la recta final de show, Kraftwerk propuso un aclamado set de temas provenientes del ya lejano último registro de estudio: Tour de France Soundtracks (2003), un álbum dedicado al evento de carreras de bicicletas más importante del mundo por el cual Hütter tiene devoción.
Esta vez, y ya sin los muñecos robóticos que aparecían en vivo, la popular e infaltable The Robots nos recordó que en algún momento los humanos llegaremos a ser eficientes, serios y fríos autómatas cibernéticos. Tras una falsa despedida y ante el clamor del público, Kraftwerk le dio el broche de oro a su presentación de más de dos horas con las excéntricas Techno Pop y Music Non Stop, canciones con las que los protagonistas fueron despidiéndose coordinadamente del público uno tras otro, hasta el cierre final con Hütter operando solo sobre el escenario. Una vez más, nos dejaron la duda de dónde termina el hombre y empieza la máquina.
Por Manuel Casado
Grupo: Kraftwerk. Formación: Ralf Hütter, Henning Schmitz, Fritz Hilpert y Falk Grieffenhagen. Fundación: Düsseldorf, Alemania, década de 1970.