Una mezcla despiadada que se acompaña con vinos de las mejores casas, cervezas artesanales de distinto cuerpo y color, licores de frutas y flores, bocados de salame cordobés, longaniza y morcilla del sur. Mientras, te pierdes en el tumulto con la mirada hambrienta sobre opciones que productores, cocineros y bartenders de todo el país ofrecen por doquier.
Colegiales se puebla de foodtrucks, puestos restós, carritos, mesas,brazas y ruidos de multitud, un espacio mutable que se recorre en zigzag varias veces antes de asimilarlo. En masticar se descubre que de los higos no solo se hacen vinagres sino que estos tienen distintas edades; que del sauco se extraen notables elixires; que la Argentina produce pistilos de afrodita(azafrán) de la mas alta calidad; que la influencia de la migración latina, sobre todo peruana, en la vanguardia gastronómica porteña, pisa fuerte. Que el jabalí, la liebre y el conejo no son tan inaccesibles a los mortales comunes; que cuaresmillos y cayote, sin saber que son, se convierten en dulces que te vuelan la cabeza y mas sobre un queso de oveja de mediana maduración.
Te vas a casa con la llenura, la risa, el conocimiento y embriaguez de lo vivido. Y al otro día, con resaca y dolor de pansa por tu impulso de probarlo todo, adviertes que los restaurantes y cocineros famosos no son necesariamente los mejores, que la farándula otorga cierta impunidad y sobrevaloración a los establecimientos de moda, invisibilizando las propuestas menos pretenciosas como los tamales salteños de chicoana y demás emprendimientos emergentes. Sacas cuentas y entiendes la trampa de los boletos masticar, pues tu plata se esfuma sin culpa si canjeas cartones y no billetes en cada compra. Escuchas el reclamo de los vecinos, disconformes por el cierre del polideportivo por mas de diez días, la dificultad de accesibilidad a vecinos y estudiantes de escuelas aledañas y el accionar del gobierno de la ciudad en cuanto al espacio público.
Después de formarte una opinión al respecto sabes que pese a todo, todo, vas a volver a MASTICAR, con la alevosa intensión de volver a naufragar entre el tráfico de 150.000 almas para volver a salir con menos dinero, mas peso y conocimientos en el paladar de esta experiencia gastroferial del sabor argentino.