Al pensar en arte mexicano automáticamente lo asociamos con el movimiento muralista que se dio en los primeros años del siglo XX. Los muralistas Orozco, Rivera y Siqueiros figuran entre los artistas más resonantes de ese país. Sin embargo, durante la misma época, muchos otros hombres y mujeres se dedicaron a pintar cuadros de pequeño y gran formato, introduciendo en ellos las enseñanzas de la modernidad artística. La muestra que presenta el MALBA es una excelente ocasión para descubrir a aquellos que no suelen ser los más difundidos pero que no por ello son menos destacables.
Modernidad y estridentismo
Hagamos una síntesis quinta-esencial y depuradora de todas las tendencias florecidas en el plano máximo de nuestra moderna exaltación iluminada y epatante, no por un falso deseo conciliatorio, – sincretismo, – sino por una rigurosa convicción estética y de urgencia espiritual.
MAPLES ARCE, Manuel. Manifiesto Estridentista, 1921.
La búsqueda de la modernidad en el arte es una constante en el siglo XX de la región latinoamericana. Teniendo el foco en los proyectos vanguardistas europeos, los artistas de los países latinoamericanos quisieron actualizar sus propuestas estéticas a la vez que proponer algo autóctono, un “ser nacional” que diferenciara el arte de su país. Y México no fue la excepción.
El dinamismo del siglo XX modificó la vida de las ciudades, que se convirtieron en urbes pujantes y vertiginosas, a la vez que se amplió la posibilidad de viajar – fundamentalmente a Europa – a ver los avances técnicos, científicos y artísticos. El primer eje de la muestra (que comienza en el 3er piso del museo) se basa en este aspecto. El Estridentismo fue un movimiento vanguardista mexicano que buscaba una actualización artística y social. Para ello se servían de movimientos de vanguardia europeos (fundamentalmente el cubismo, el futurismo y el dadaísmo) a la vez que proponían la creación de modelos propios y no la copia de ajenos.
En el retrato de Luis Guzmán realizado por Diego Rivera en 1915 encontramos no sólo la construcción cubista de la figura de éste periodista y diplomático mexicano reivindicador de la Revolución sino que también podemos advertir elementos autóctonos que se incorporan en la imagen.
Revolución social
Los creadores de belleza deben esforzarse porque su labor presente un aspecto claro de propaganda ideológica, en bien del pueblo, haciendo del arte, que actualmente es una manifestación de masturbación individualista, una finalidad de belleza para todos
SIQUEIROS, David Alfaro. Manifiesto del sindicato, 1923
Luego de la Revolución fue necesario comenzar a instalar en la sociedad mexicana la idea de una identidad cultural asociada a los nuevos valores. El nacionalismo culturalista, basado en la idea del mestizaje y la filosofía esotérica aparecía, entonces, como una necesidad que iba a posibilitar cerrar las heridas dejadas por la Revolución. A cargo del programa cultural posrevolucionario estuvo José Vasconcelos quien impulsó la función del arte como propaganda ideológica e instrumento didáctico. Para crear un nuevo mito fundante de “lo nacional” se buscó rescatar la herencia cultural del país pero incorporando las formas visuales de la modernidad. Si bien los murales en los grandes edificios públicos eran el instrumento por excelencia que permitió poner todos estos postulados en imágenes, existen también obras en otros formatos más pequeños.
La imagen del emperador Cuauthémoc no solo da cuenta de ese pasado mexicano que buscaba revalorizarse, sino que también nos permite ver obras de los grandes muralistas en otros formatos.
Cultura popular
El ideólogo cultural de la revolución, José Vasconcelos, proponía como programa posrevolucionario utilizar la cultura como modo de cimentar la unidad nacional. De esta manera, la búsqueda de la identidad mexicana se centra en los elementos populares que aparecen con resabios prehispánicos en muchas de las festividades y formas culturales mexicanas. En los cuadros podemos ver como las facciones de los rostros y los patrones de los tejidos nos remiten a formas tradicionales de la cultura mexicana.
Surrealismo
SURREALISMO: sustantivo, masculino. Automatismo psíquico puro por cuyo medio se intenta expresar verbalmente, por escrito o de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento. Es un dictado del pensamiento, sin la intervención reguladora de la razón, ajeno a toda preocupación estética o moral.
Con estas palabras define André Breton en 1924 al surrealismo. Preocupado por los mecanismos de pensamiento, defiende aquello que va más allá de la razón: los sueños y el inconsciente. Las palabras e imágenes que surgen espontáneamente, sin ser atravesadas por la conciencia, son entendidas como una forma de realidad más auténtica.
Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial muchos artistas huyeron de Europa buscando países neutrales. Latinoamérica fue un destino elegido por muchos de ellos y, particularmente México revestía un atractivo para los surrealistas que encontraban en sus prácticas culturales prehispánicas y en las tradiciones religiosas una expresión auténtica y desprejuiciada.
A la par de la llegada de muchos surrealistas a México, los artistas locales también adoptaron esa filosofía para plasmar sus obras.
Con esos cuatro ejes conceptuales, la exposición México Moderno nos acerca a obras de diferentes artistas y técnicas, pero en todas ellas podemos encontrar esa búsqueda de un nuevo lenguaje artístico que vaya en consonancia con las tendencias mundiales a la vez que permitiera poner de manifiesto un lenguaje plástico propio y eminentemente mexicano.
Dónde: Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA), Av. Pres. Figueroa Alcorta 3415, CABA.
Cuándo: miércoles a lunes de 12 a 20 hs. Martes cerrado
Entrada General: $120.
Estudiantes, docentes y jubilados acreditados: $60. (conviene ir los miércoles que está a mitad de precio.