Históricamente los mapas han sido considerados como una representación gráfica de un territorio determinado. Estamos tan acostumbrados a usarlos y confiar en ellos para su guía que terminamos olvidando que son una representación construida y que, para realizarlos, se han seleccionado algunos elementos y descartado otros. Es por ello que los mapas son una herramienta al servicio del poder: aquel que los confecciona tiene la posibilidad de imponer su percepción sobre el entorno. El problema es que las convenciones son tan fuertes y están tan arraigadas que es difícil cuestionarlas; si bien ha habido diversos artistas que buscaron subvertir esta situación.
En 1943 el artista uruguayo Joaquín Torres García realizó un dibujo de América Latina invertida. El recurso es sencillo pero el efecto potente: en la parte de arriba del mapa, donde convencionalmente se ubica el norte, se ha puesto el sur. De esta manera lo que suele estar “abajo” pasa a ubicarse “arriba” y la representación del continente americano en donde vivimos pasa a ubicar un lugar de privilegio en la hoja. Años antes, en 1929, el grupo de surrealistas belga había publicado “El mapa del mundo en la época de los surrealistas”. Aquí la representación seguía siendo de un mapamundi, pero “deformaban” el tamaño, el contorno y el punto de vista de la imagen. En ambos casos se evidencia visualmente que lo que está establecido y aceptado puede ser visto de otra manera si se cambia el punto de vista.
Las búsquedas e investigaciones de Iconoclasistas van en una dirección similar a las propuestas por estos ejemplos vanguardistas.
Sin embargo, su tarea no busca sólo cuestionar el mapa confeccionándolo de otra manera, sino que apunta a un trabajo colectivo con diferentes grupos de personas. El método de trabajo que proponen, al que han bautizado como “mapeo colectivo”, consiste en crear grupos en diferentes lugares y contextos, con el objetivo de proponer una reflexión crítica de los participantes acerca de sus condiciones de vida y poder generar recursos gráficos para plasmarlos. Su objetivo consiste en establecerse como una herramienta lúdico-política, desafiando los relatos dominantes sobre el territorio y dando cuenta no sólo del mismo, sino también del cuerpo social que lo habita y sus subjetividades.
Entre junio y noviembre de 2013 Iconoclasistas llevó a cabo un proyecto de mapeo colectivo con organizaciones barriales de José León Suárez. Llegó allí por intermedio de la Universidad de San Martín, que los invitó a trabajar con los vecinos que viven en los alrededores de “relleno sanitario” del CEAMSE, fuente económica para el sustento de esa población. Luego de encuentros, recorridas por el barrio y debates se produjo (siempre de forma colectiva) un desplegable gráfico que lleva el nombre “República de los cirujas”. Allí, además de un mapa de la zona, en donde el basural asume un lugar preponderante, se inventaron íconos específicos para dar cuenta de las problemáticas del lugar (roedores, niños con baldes juntando agua en una canilla, etc) y se completó con textos que explican la situación. Además, en el frente del desplegable aparece la cara de un niño que murió mientras recolectaba residuos del basural y que se mencionaba constantemente en los talleres de debate.
Otra experiencia se llevó a cabo en septiembre de 2016, organizado por el colectivo “Ni Una Menos” de Córdoba. Aquí el mapeo era sobre el cuerpo de la mujer y la violencia de género, formado por la intervención sobre siluetas femeninas, ya sea inventando símbolos asociados a la violencia o sintetizando emociones en frases que se inscribían. Una vez finalizada la actividad se llevó a cabo un debate para compartir experiencias y reflexionar sobre la temática.
En los dos casos queda claro que el producto final no se podría haber generado nunca sin el aporte de los participantes. Pero, por otro lado, es interesante destacar que Iconoclasistas apunta a que los grupos que participan en los talleres puedan adquirir herramientas para reflexionar sobre su realidad que vayan más allá de los talleres. A partir de la construcción del conocimiento colectivo otorga estrategias para que un sector de la población no sólo reflexione sobre sus condiciones de vida, sino que también produzcan herramientas que les permita afrontarlas y, en el mejor de los casos, replicar esta experiencia con el objetivo de generar alternativas y ampliar su el campo de alcance.
Partiendo de la idea de que “el mapa no es el territorio” Iconoclasistas propone técnicas de mapeo que buscan devolverle al grupo con el que trabajan la función de auto-representación y a partir de ello resaltar las problemáticas en las que viven, para difundirlas e implementar mecanismos de resolución. Una forma estética para generar un cambio social que vale la pena tener en cuenta.
Para ver otros proyectos del grupo podés visitar su página web: http://www.iconoclasistas.net/