Algún día alguien escribirá la historia nunca contada de los recitales de poesía en Buenos Aires. Fenómeno muy popular durante los últimos años, sean propuestas más cercanas a lo clásico o eventos de espíritu performático, cada encuentro es acompañado con entusiasmo por un público fiel que no para de crecer. Estos ciclos se diferencian de los estereotipos poéticos de antaño por su espíritu inclusivo, que fomenta la tolerancia cualquiera sea el estilo de los textos participantes. Entre la variada oferta de reuniones Noche equis es una de las más sólidas, con cuatro años de encuentros logrados a fuerza de pura autogestión.
La excusa para el último acontecimiento del año organizado por el grupo fue la presentación de la primera plaqueta de Pierre Froidevaux. Editada por Merodeo Ediciones, El agua inmóvil vio la luz en una semana particular, donde la realidad del diciembre argentino tiró sus más dolorosas trompadas. Lejos de pensar la poesía como un territorio individual, quienes acompañaron al autor en el evento dejaron en claro que las palabras salen de los labios y se escapan de las páginas para morder, molestar y luchar en la arena colectiva. Los jóvenes Juan Francisco Moretti, So Sonia, Juan Spinetto y la pionera Margarita Roncarolo lo recordaron leyendo textos propios y ajenos que confirman la vitalidad del movimiento poético contemporáneo local.
Incluso el universo fantástico de la novela ¿Sueñan los gauchoides con ñandúes eléctricos?, de la cual su autor Michel Nieva leyó un capítulo, parece hablar de una violencia real que seguirá vigente en el futuro cercano, indisociable de eso que llamamos “el ser nacional”. En este contexto ciertos fragmentos de la poesía de Froidevaux también cobran una inesperada urgencia. “Tu dolor es mi dolor / y al final eso/ es lo único que importa” afirma una de sus páginas, extendiéndole la mano al lector para invitarlo a la belleza en tiempos en los que esta parece escasear.
No solo en las voces presentes se manifestó el espíritu colectivo de la noche, también se reflejó en la variedad de sellos editoriales convocados, muchos de los cuales ya son clásicos participantes de los encuentros. Allí están los catálogos suculentos de El Rucu Editor, Elemento disruptivo, Z&G y A pasitos del fin de este mundo (con su admirable cruzada de editar la colección Biblioteca Eslovena) para confirmarlo. Acompañando la movida literaria los chicos de Viva Elástico, ofrecieron un recital sorpresivo y sorprendente por su perfil acústico-delirante.
Habrá más Noche Equis durante el cercano 2018, un año que quizás traiga tiempos más calmos. O quizás provoque enojos mayores y los artistas deban poner su odio “al servicio del bien común”, como dice ese poderoso poema de Vicente Luy que se escuchó el último 15 de diciembre en el Batacazo Cultural de Almagro. Lo que es seguro es que traerá más poesía viva. Algo que siempre es una buena noticia.