Marghanita Laski es una escritora que nació en Manchester (Inglaterra) en 1915, cuyos trabajos incluyen no solo novelas, sino también ensayos, guiones, reseñas y artículos periodísticos. Aparentemente, pocas historias suyas han sido traducidas al español y quizá sea uno de los motivos por los cuales su nombre no nos resulta familiar. Una vez escuchado, sin embargo, es inolvidable.
Su obra El diván victoriano fue publicada originalmente por Ballantine Books en 1953 y reeditada por Persephone Books en el año 2006. Esta editorial se dedica a la reimpresión y difusión de obras desconocidas u olvidadas –mayormente escritas por mujeres– de mediados del siglo XX.
La historia es, en apariencia, bastante simple: Melanie Langdon, una mujer que acaba de ser madre, se encuentra recuperándose de una tuberculosis bajo los estrictos cuidados de su marido Guy y el doctor Macpherson. Al ver una notable mejoría en su paciente, el doctor le ofrece pasar a la sala de estar, luego de haber pasado los últimos meses confinada en su habitación. En todo ese tiempo Melanie no ha podido estar con su bebé, a quien anhela sostener por primera vez. Una vez en la sala de estar, elige para reposar el diván victoriano que ella misma ha comprado en un negocio de antigüedades. Luego de dormirse frente a la ventana con el sol primaveral sobre su rostro, despierta en otro living, en otra época y con otra identidad: se despierta como Milly Baines en la Inglaterra victoriana. A partir de esta premisa se desarrolla un texto vertiginoso que transita diversas complejidades a pesar de su corta extensión de aproximadamente cien páginas.
A través del recurso del viaje temporal, se nos presentan dos épocas: el principio de la década del cincuenta en la posguerra inglesa y la era victoriana. Dos tiempos, que al principio parecen disímiles, presentan sin embargo similitudes inquietantes en el tratamiento de la condición femenina.
En la Londres de 1950 se habla de Melanie como una niña, inocente y astuta a la vez, vaciada –desde la perspectiva del doctor– de toda noción ligada con lo sexual, a pesar de su reciente maternidad. Se la considera un ser excitable, propenso al desborde emocional, que ha debido ser educada para ser obediente durante su confinamiento. El personaje de Melanie es la viva imagen del “ángel de la casa”, frase introducida por el poeta victoriano Coventry Patmore y luego retomada por Virginia Woolf en su célebre libro Un cuarto propio; mientras que el primero, en el siglo XIX, la enaltecía como la figura de la mujer modelo, el segundo, ya en el siglo XX, llamaba a la participación activa de las escritoras para su destrucción: “hay que matar al ‘ángel de la casa’” escribe Woolf, sin tapujos.
En la época victoriana, Melanie encuentra que Milly Baines está absolutamente postrada al cuidado de una hermana por demás severa. La enfermedad que aqueja a su alter ego se insinúa como castigo de un apetito sexual desaforado. Dice Melanie, al reflexionar sobre Milly: “las dos amamos a un hombre y coqueteamos y bebimos unos tragos, pero cuando yo hice esas cosas, no tenían nada de malo, y para ti fueron un pecado espantoso y punible. Porque las costumbres eran otras; sabrás que el pecado cambia, como la moda”.
De una manera u otra, en ambas épocas, la condición femenina está ligada al ardid y al engaño, y en ambos momentos, las consideraciones de mujeres, al parecer dispares, encuentran su común denominador en la opresión patriarcal, encasillándolas ya sea en el molde del “ángel” o de la “prostituta”.
El diván victoriano de Marghanita Laski es una novela de suspenso en la que también se elabora una filosa crítica social. En el prólogo a una de las ediciones, P. D. James –célebre escritora inglesa de narraciones policiales– destaca el fino trabajo que Laski realiza en la construcción de este breve relato de terror, una pesadilla terrorífica y un viaje absolutamente apasionante a través de la psiquis de una mujer atrapada en un cuerpo de otro tiempo, el cual resulta –tanto para ella como para nosotros– inquietantemente familiar y extraño a la vez.
EL DIVÁN VICTORIANO (1953)
de Marghanita Laski
EDITORIAL FIORDO
TRADUCCIÓN: MARTÍN SCHIFINO
AÑO 2012