Los hijos de Húrin conforma, junto con “Beren y Lúthien” y “La caída de Gondolin” –ambas incluidas actualmente en las ediciones de El Silmarillion– el conjunto de las grandes leyendas del universo de la Tierra Media creado por aquel viejo profesor de Oxford, de cuya pluma brotó el mundo mitológico más grande de nuestros tiempos. Este relato fue publicado de manera póstuma en el año 2007, gracias a la magnífica tarea editorial de Christopher Tolkien –hijo del renombrado escritor–, quien incluyó apéndices con notas sobre la composición del texto, explicaciones de términos y genealogías, además de mapas que guían la imaginación del lector y dejan entrever la estrategia tan desarrollada que Tolkien tenía de este universo.
Si bien el título nos habla de los hijos de Húrin en plural y la historia, en efecto, engloba el destino de todo su linaje, el relato sigue con detenimiento las vicisitudes de su hijo mayor, Túrin, cuya vida está marcada por hechos extraordinarios. En toda la obra, Hombres, Elfos, Orcos, Enanos y Dragones se enfrentan en batallas sangrientas y despiadadas, cuyo trasfondo no es otro que la lucha del Bien, resguardado por los Valar (deidades creadoras del mundo) contra el Mal, encarnado en Morgorth, sirviente de la Oscuridad. En esta obra, Morgoth logra apresar a Húrin en sus dominios y, al temer la ruina a manos de su hijo Túrin, lo maldice de tal manera que todo el linaje de su prisionero queda sumido en la amargura más profunda:
“La sombra de mis designios se extiende sobre Arda [la Tierra] y todo lo que hay en ella cede lenta e inexorablemente ante mi voluntad. Y todos los que tú ames, mi pensamiento los cubrirá como una nube fatídica, y los envolverá en oscuridad y desesperanza. Dondequiera que vayan, el mal les saldrá al encuentro. Cada vez que hablen, sus palabras provocarán malentendidos. Todo lo que hagan se volverá contra ellos. Morirán sin esperanza, maldiciendo a la vez a la vida y a la muerte.”
Túrin es un héroe trágico porque no puede escapar al destino impuesto a su linaje. El lector ingresa al relato en tiempos de su infancia y es testigo de que el desasosiego no sólo lo acompaña desde muy temprana edad, sino que es su única compañía constante en su largo exilio. En su adolescencia y adultez, lleva una vida errante entre pueblos de Hombres, reinos élficos y bosques frondosos, asediados de peligros. Como lectores, no podemos dejar de admirar su coraje, pero maldecimos su ímpetu y su terquedad. Permanentemente, el hijo de Húrin oculta su identidad con ánimos de escapar a los designios de su casa, pero la desdicha lo aguarda a la vuelta de la esquina, con consecuencias terribles para él y quienes lo rodean.
En estas páginas se ve claramente que, al sumergirnos en el mundo de la Tierra Media, estamos frente a la creación de una mitología similar a la retratada en las sagas escandinavas o en los relatos artúricos. Los lectores de El Señor de los Anillos o El Hobbit reconocerán en este, un mundo de alianzas, traiciones, amores trágicos y batallas sin cuartel. En él, las armas suelen ser reliquias de linajes, cargadas de significado, y muchas veces asociadas a hazañas realizadas en antiguas guerras. Como los Hombres y los Elfos, las espadas han sido bautizadas y llevan nombres propios (a la manera de la espada del Rey Arturo, Excalibur, en la tradición de la literatura medieval) y son portadoras de características especiales. Es el caso aquí del Yelmo de Dragón o de la Espada Negra, aliadas o enemigas del héroe en distintas ocasiones.
El paso por este universo terrible y fascinante a través de esta leyenda de los Días Antiguos, –como la bautizó el propio autor– está acompañado de imágenes creadas por Alan Lee, ilustrador británico, quien, junto con el ilustrador canadiense John Howe, estuvo a cargo del diseño conceptual de las adaptaciones cinematográficas basadas en El Señor de los Anillos y El Hobbit.
Los hijos de Húrin es una joya que resplandece con brillo propio en la corona de la creación tolkeniana, la obra mitológica más grande y entrañable que ha conocido el siglo XX. Es, sin lugar a dudas, una parada obligada para aquellos que quieran disfrutar de la literatura fantástica en su máxima expresión.