Durante 1837 y en pleno régimen rosista, en el Salón Literario de la Librería Argentina –propiedad de Marcos Sastre– se llevaban a cabo varias reuniones convocadas por Echeverría, en las que se debatía acerca de política y literatura. Como era de esperarse, el Salón fue clausurado por orden de Juan Manuel de Rosas, y sus integrantes –entre los que estaban Juan Bautista Alberdi, Juan María Gutiérrez y Marcos Sastre– continuaron sus actividades en la clandestinidad al fundar la Asociación de Mayo.
Echeverría siguió desarrollando su actividad política de manera clandestina hasta 1839, año en el que se exilia a Colonia, Uruguay. Allí publica en 1846 la Dogma socialista, un desarrollo doctrinario de un texto anterior –el Credo o Creencias de la Joven Argentina–, el cual había sido escrito para la fundación de la Asociación de Mayo. El Credo… describía el espíritu de la nueva generación en quince enunciados. Echeverría muere en Montevideo, Uruguay, en 1851.
Una de sus obras más emblemáticas, El matadero, fue escrita en pleno contexto de exilio. Echeverría compone el texto en un evidente crítica al gobierno rosista, pero es publicado recién en 1871 en la Revista del Río de La Plata, por Juan María Gutiérrez. Al preparar las Obras completas de Echeverría, Gutiérrez descubre el texto y al publicarlo, lo introduce como inédito y boceto del poema Avellaneda.
La lectura de El matadero debe ser contextualizada históricamente ya que es una clara alegoría y crítica al régimen rosista. Considerado como el texto fundacional de la literatura argentina por primera vez en los años veinte gracias a Ricardo Rojas, la crítica siempre ha tenido diversas categorías para calificarlo como texto ficcional, critica politica, cuento, artículo o borrador y, a la vez, eso es lo que posee de atrapante. En los años sesenta y setenta, la relectura por parte de David Viñas y Noe Jitrik permite ver que la violencia y la política observable en los textos de Osvaldo Lamborghini y Luis Guzmán también estaba presente en El matadero, porque en su origen, la literatura argentina ya estaba destinada a conformarse de esa forma.
Con origen oscuro, clandestino y desviado, tal como lo dice Ricardo Piglia, El matadero ha influido en la literatura argentina y ha sido la punta de lanza para introducir la prosa en nuestras narraciones. Resulta evidente que la lectura de El matadero desde nuestro tiempo ha permitido designarle ese lugar central en la génesis de nuestra literatura. La violencia, la política y el exilio parecen factores fundamentales en las letras argentinas, que aún hoy parecen definirlas.