EL GRAN TEATRO DE LA VIDA

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EL GRAN TEATRO DE LA VIDA

Daniela Rodríguez escribe e interpreta una obra que toma momentos límites de la vida y los transforma en momentos posiblemente dramáticos. Yo quiero actuar de mí trata sobre la pérdida, el dolor y la transformación. 

Una mu­jer con su ves­ti­do de no­via se ma­qui­lla fren­te al es­pe­jo mien­tras ve­mos pa­sar, en imá­ge­nes pro­yec­ta­das so­bre una pa­red del es­ce­na­rio, sus eta­pas de cre­ci­mien­to has­ta la adul­tez. Ella na­rra lue­go cómo co­no­ció al pa­dre de su hija en la ado­les­cen­cia. Mo­men­tos fe­li­ces, di­ver­ti­dos, en los que no se vis­lum­bra lo que está por ve­nir.

Cuan­do ocu­rre un cier­to ago­ta­mien­to de los re­cur­sos de la fic­ción para ex­pre­sar un mun­do que se me­dia­ti­za y es­pec­ta­cu­la­ri­za cada vez más, sur­ge el desafío de re­unir el arte con la vida para un re­torno de lo real. En ese con­tex­to, el gé­ne­ro bio­dra­ma –del que es pio­ne­ra la ar­tis­ta Vivi Te­llas– se pro­po­ne vol­ver al con­tac­to sen­si­ble de los cuer­pos, a la in­ti­mi­dad y a los re­la­tos bio­grá­fi­cos, para ex­pre­sar e in­da­gar el arte, la cul­tu­ra y la so­cie­dad. La obra Yo quie­ro ac­tuar de mí par­te de la si­guien­te pre­mi­sa: to­dos te­ne­mos algo in­tere­san­te para con­tar, por­que todo so­bre el es­ce­na­rio pue­de trans­for­mar­se en un signo tea­tral que dé cuen­ta de algo.

Da­nie­la Ro­dri­guez es ac­triz, ma­dre, bu­dis­ta, do­cen­te de tea­tro y de­ci­dió lle­var a cabo esta obra don­de exor­ci­za los de­mo­nios pa­sa­dos en una (su) his­to­ria real so­bre el no­viaz­go, el ma­tri­mo­nio, el en­ga­ño, la ma­ter­ni­dad, el di­vor­cio y el con­cep­to de fa­mi­lia. Una dra­ma­tur­gia cons­trui­da a par­tir de una bio­gra­fía. Para con­tar todo aque­llo dis­po­ne de una sen­ci­lla pero efec­ti­va es­ce­no­gra­fía que mues­tra un mun­do y una casa a me­dio ar­mar: una si­lla por un lado, mesa por el otro, per­che­ro, es­pe­jo, y la pa­red fi­nal de ese ho­gar sos­te­ni­da con res­tos de car­tas, trans­crip­ción de con­ver­sa­cio­nes y no­tas. Ade­más, el con­te­ni­do bio­grá­fi­co sube tam­bién a es­ce­na a tra­vés de mu­chos ob­je­tos per­so­na­les ate­so­ra­dos de aque­llas épo­cas: ca­be­llo de la bebé, ani­llo de bo­das, par­te de una viga de la casa, ob­se­quios del en­ton­ces no­vio, etc. Un aco­pio ex­ten­so e in­quie­tan­te que re­pro­du­ce, en mi­nia­tu­ra, la his­to­ria.

No es ca­sual que la casa que cons­truía con el pa­dre de su hija, que­da­ra a me­dio ar­mar aún des­pués de la mu­dan­za por fal­ta de pre­su­pues­to y por pro­ble­mas de ci­mien­tos. Las ba­ses de la casa se de­rrum­ba­ron en una opor­tu­ni­dad ¿ten­dría que ha­ber per­ci­bi­do eso como un aler­ta de los pro­ble­mas de la pa­re­ja? Es im­po­si­ble sa­ber­lo.

Cae so­bre es­tos he­chos pa­sa­dos un man­to de in­ge­nui­dad y re­pro­che en el que tam­bién nos iden­ti­fi­ca­mos. Cir­cu­lan mi­les de his­to­rias si­mi­la­res en­tre nues­tras amis­ta­des y que tam­bién mu­chos he­mos vi­vi­do. Hom­bres y mu­je­res de trein­ta y algo, que en­tran en un ca­lle­jón sin sa­li­da cuan­do los de­seos e in­tere­ses per­so­na­les cho­can con los man­da­tos so­cia­les del ma­tri­mo­nio, la crian­za de los hi­jos y el ejer­ci­cio de la pro­fe­sión. La so­lu­ción más fá­cil es es­ca­par, mien­tras que lo di­fí­cil y au­daz es en­fren­tar­lo, tran­si­tar­lo y ab­sor­ber­lo como es­tí­mu­lo crea­ti­vo, para lue­go trans­for­mar­lo en una emo­ti­va, dura, y por mo­men­tos di­ver­ti­da tea­tra­li­dad. Las zo­nas ines­ta­bles del es­pa­cio ín­ti­mo se abren por un rato para de­vol­ver al uni­ver­so aque­llo que lo nu­trió. Frag­men­tos que cons­ti­tu­yen la ex­pe­rien­cia hu­ma­na.

Una vida anó­ni­ma se trans­for­ma en una his­to­ria plau­si­ble de con­tar en es­ce­na. La ac­triz y dra­ma­tur­ga se en­car­ga de mos­trar­nos que los vo­tos de ma­tri­mo­nio son una men­ti­ra en sí mis­ma, ca­pas de tin­ta que se mez­clan y se con­fun­den, arru­ga­das pa­la­bras in­te­rrum­pi­das por un cor­te, una se­pa­ra­ción. Los es­pec­ta­do­res te­ne­mos la po­si­bi­li­dad de lle­var­nos con no­so­tros al­gu­nos re­ta­zos de ese do­cu­men­to, como prue­ba feha­cien­te de que el arte y la vida son, a ve­ces, in­dis­cer­ni­bles.


¿Qué? Yo quie­ro ac­tuar de mí.

¿Dón­de? El Es­te­pa­rio Tea­tro (Me­drano 484, CABA).

¿Cuán­do? Los sá­ba­dos a las 23 ho­ras.

¿Cuán­to? En­tra­das a $200 / Est y Jub $180.


Ficha artística:
Autoría: Daniela Rodriguez.
Dramaturgia: Daniela Rodriguez.
Actúan: Daniela Rodriguez.
Video: La Guadalupe.
Dirección: Soledad Borinelli.
Melina Martire
Melina Martire
Licenciada en Artes Combinadas (UBA). Especialización en Diseño y Planificación de Proyectos Culturales en la Alianza Francesa. Cursando el Posgrado en Gestión Cultural y Comunicación en FLACSO. Trabajó en múltiples obras de teatro como gestora de prensa. Fue redactora de Revista Cultural Originarte.org, ha publicado en Revista Telón de Fondo. Actualmente es redactora estable de críticas del área escénicas de Revista Funcinema, Revista Mutt y Revista Colofon.