Vinilos, o ensayo sobre la nostalgia

Batalla de los Gallos: entradas agotadas y transmisión en vivo
martes 22 de agosto de 2017
Motor Mental presenta su nuevo disco
jueves 24 de agosto de 2017

Vinilos, o ensayo sobre la nostalgia

Nicolás Blandi reflexiona sobre la adultez y el valor de los recuerdos en Vinilos, obra que reestrenó en el teatro Abasto Social Club, y aquí te contamos por qué es obligatorio ir a verla.

En la sala del tea­tro hay olor a co­sas vie­jas. No el he­dor ran­cio a en­cie­rro y aban­dono, sino el pe­cu­liar aro­ma que sale de los li­bros cuan­do acu­mu­lan más de cua­ren­ta años de lec­tu­ras, el que tam­bién se en­cuen­tra en pe­que­ñas bou­ti­ques que ofre­cen mue­bles an­ti­guos y chu­che­rías con his­to­ria. De esto úl­ti­mo tra­ta Vi­ni­los, la obra (¿tra­gi­có­mi­ca?) es­cri­ta y di­ri­gi­da por Ni­co­lás Blan­di: de los re­la­tos de nues­tro pa­sa­do y de cómo in­flu­yen en nues­tras vi­das como adul­tos.

Fran­cis­co, An­drés y To­más son ami­gos des­de la in­fan­cia y lo que los une es una pa­sión por es­cu­char vi­ni­los de las dé­ca­das del se­sen­ta, se­ten­ta y ochen­ta. A ellos se le suma Flo­ren­cia –que tam­bién los co­no­ce de chi­ca y es la no­via de An­drés– y lue­go Ro­mi­na –la nue­va pa­re­ja de To­más–, cuya pre­sen­cia pro­mue­ve la lec­tu­ra de unos cua­der­nos don­de Fran­cis­co trans­cri­be lo que ocu­rre en las reunio­nes. Lo que se ini­cia como un en­cuen­tro más en su casa con la ex­cu­sa de ha­blar de dis­cos como Wadu Wadu des­en­ca­de­na un re­co­rri­do por la ave­ni­da de la me­mo­ria… para des­cu­brir que no todo lo que uno re­cuer­da es ale­gre.

En Vi­ni­los, la for­ma­ción ac­to­ral de Blan­di con Her­nán Gené, Ga­briel Cha­mé Buen­diaMar­ce­lo Sa­vig­no­ne se hace no­tar es­pe­cial­men­te cuan­do di­ri­ge a Jor­ge To­mas (Fran­cis­co) y a Dé­bo­ra Pa­lla­dino (Ro­mi­na, no­via de To­más), que rá­pi­da­men­te re­co­rren el vai­vén en­tre la co­mi­ci­dad y el dra­ma. La cons­truc­ción de ten­sión en­tre la pa­re­ja cons­ti­tui­da por los per­so­na­jes de Her­nán Váz­quez (An­drés) y Ma­ri­na Fan­ti­ni (que es­tu­vo re­em­pla­zan­do a Ma­le­na Pé­rez Ber­ga­llo en el rol de Flo­ren­cia) es mag­ní­fi­ca y, por el otro lado, men­ción apar­te debe ha­cer­se para el pro­pio di­rec­tor, que de­bió cu­brir a Pa­blo To­po­ro­si en una fun­ción y cal­zar­se en la piel de To­más: no se que­dó atrás a la hora de cons­truir al, qui­zás, más vul­ne­ra­ble de to­dos los per­so­na­jes.  

Lo in­tere­san­te de Vi­ni­los es cómo pone en es­ce­na los te­mas re­le­van­tes que pre­ten­de tra­tar: los ami­gos des­cu­bren que Fran­cis­co es­cri­be todo lo que ocu­rre en los en­cuen­tros –há­bi­to que he­re­da de su pa­dre–, y a par­tir de di­ver­sas analep­sis (con­cep­to co­no­ci­do como flash­back en el cine), co­mien­zan a re­me­mo­rar­las. Sin em­bar­go, la me­mo­ria es ma­ni­pu­la­ble. El re­cuer­do, mol­dea­ble. Lo que uno eli­ge re­cor­dar y ol­vi­dar rara vez de­pen­de de nues­tra vo­lun­tad para ha­cer­lo, y tie­ne más que ver con cues­tio­nes re­la­ti­vas a co­ne­xio­nes quí­mi­cas en el ce­re­bro que con nues­tra ca­pa­ci­dad para vi­vir por siem­pre en un mis­mo mo­men­to. Ya qui­sié­ra­mos po­der via­jar en el tiem­po al pa­sa­do, de quien se dice que fue me­jor.

Lo que está es­cri­to apa­re­ce como la ver­dad inal­te­ra­ble, cuan­do no es sino la in­ter­pre­ta­ción de uno de los su­je­tos in­vo­lu­cra­dos en esa reali­dad. Las di­ver­sas analep­sis ofre­cen al es­pec­ta­dor una re­fle­xión me­ta­tea­tral so­bre los even­tos: los re­cuer­dos es­tán es­cri­tos en cua­der­nos, como la dra­ma­tur­gia mis­ma, y la pues­ta en es­ce­na de los he­chos se da a par­tir de la lec­tu­ra de to­dos los ele­men­tos que cons­ti­tu­yen la es­cri­tu­ra tea­tral. Fran­cis­co lee las di­das­ca­lias (aco­ta­cio­nes es­cé­ni­cas) y la ilu­mi­na­ción nos in­di­ca que es­ta­mos vi­vien­do un tiem­po ter­ce­ro, dis­tin­to al de la obra y al de nues­tras vi­das. De la mis­ma ma­ne­ra, los per­so­na­jes es­ti­ran cier­tas si­tua­cio­nes que le otor­ga­rían una luz som­bría a la obra, para lue­go que­brar la ten­sión con la fra­se “¿qué les pa­sa­ba a los pi­bes, que de re­pen­te se po­nían así?”. Este freno en la es­ce­na per­mi­te re­fle­xio­nar so­bre la mis­ma ac­ción: ¿qué les pasa a es­tos per­so­na­jes que cons­tan­te­men­te vuel­ven so­bre cier­tos he­chos del pa­sa­do? ¿Qué co­sas son las que los man­tie­nen des­pier­tos? ¿Cuál es el pro­pó­si­to de la adul­tez?

El te­mor y el mie­do al fra­ca­so go­bier­nan las vi­das de es­tos tres ado­les­cen­tes que ya pa­sa­ron los trein­ta años; año­ran el rock de dé­ca­das que no vi­vie­ron (o no del todo) como una ex­cu­sa para no vi­vir sus pro­pias vi­das, como si el he­cho de re­cor­dar los trans­por­ta­ra a ese mo­men­to efí­me­ro e inasi­ble como el tea­tro mis­mo, y por­que, a ve­ces, real­men­te los lle­va a esos lu­ga­res.

A ve­ces, el ejer­ci­cio de la me­mo­ria no es algo po­si­ti­vo, y por eso la bio­lo­gía nos dio un re­ga­lo al per­mi­tir­nos dor­mir y ol­vi­dar. Como Ire­neo Fu­nes –el per­so­na­je bor­geano–, Fran­cis­co (se sien­ta, lee y) re­cuer­da aque­llos mo­men­tos que lo cam­bia­ron todo, como si es­tu­vie­se atra­pa­do en el círcu­lo de pas­ta in­fi­ni­to que le da tí­tu­lo a la obra, y que lo lle­va una y otra vez a ras­gar con la púa su ce­re­bro para que sal­ga el so­ni­do que es ese re­vi­vir el pun­to de quie­bre en­tre los ami­gos sin po­der ha­cer nada que cam­bie el re­sul­ta­do. “Nues­tros re­cuer­dos son his­to­rias de mier­da”, dice An­drés, en un in­ten­to por no re­cor­dar, por no vol­ver a su­frir.


¿QUÉ? Vi­ni­los.

¿CUÁN­DO? Los vier­nes a las 21 ho­ras.

¿DÓN­DE? Abas­to So­cial Club (Ya­tay 666, CABA).

¿CUÁN­TO? $200 y $150 a ju­bi­la­dos y es­tu­dian­tes.


Ficha técnico artística
Dramaturgia: Nicolas Blandi.
Actúan: Débora PalladinoMalena Pérez BergalloJorge TomasPablo ToporosiHernán Vazquez.
Coros: Brian De La FontaineNicolás Díaz.
Vestuario: Damián Trotta.
Escenografía: Damián Trotta.
Maquillaje: Malena Pérez Bergallo.
Diseño de luces: Fernando Chacoma.
Música original: Bernardo Francese.
Diseño gráfico: Leandro Villegas Campos.
Asistencia de dirección: Nadia Camino.
Prensa: CorreyDile Prensa.
Producción ejecutiva: Macarena Orueta.
Dirección: Nicolas Blandi.
Delfina Moreno Della Cecca
Delfina Moreno Della Cecca
Editora, redactora y traductora de contenidos. Crítica de cine y teatro. Traductora e intérprete de inglés. Casi Licenciada y Profesora de Cine y Artes Audiovisuales (FFyL - UBA). Fotógrafa especializada en retrato y foto fija. Fundadora de Horno Cerebral, plataforma de contenidos. Fue editora de Originarte.org, revista cultural, redactora de Revista Funcinema y redactora del sitio A Sala Llena.