La historia viaja en tren

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La historia viaja en tren

Una guerra atravesada por el amor, el trabajo, los ideales, los mandatos, el deseo y el poder. Todo se pone en juego en una oficina de ferrocarril perdida en la provincia de Buenos Aires en un tiempo desconocido, que sin embargo nos resulta cercano a nuestra historia.

Rie­les de la pa­tria –crea­ción co­lec­ti­va sur­gi­da a par­tir de una es­ce­na en­sa­ya­da por cua­tro ac­tri­ces y tres ac­to­res en el Spor­ti­vo Tea­tral– abor­da la te­má­ti­ca de la  gue­rra, para pen­sar de qué modo ésta mo­di­fi­ca nues­tra vida, in­clu­so en las ac­cio­nes y cir­cuns­tan­cias más ba­na­les y co­ti­dia­nas. El pro­yec­to sur­gió a par­tir de va­rias es­ce­nas que se con­for­ma­ron en una obra, que lue­go fue pre­sen­ta­da en la con­vo­ca­to­ria Es­cé­ni­cas del Cen­tro Cul­tu­ral Re­co­le­ta, es­pa­cio en don­de se pre­sen­ta ac­tual­men­te.

Car­men (la te­le­gra­fis­ta), Ma­ría (la no­va­ta) y Anas­ta­sia (la Jefa), vo­la­ron por los ai­res con el es­ta­lli­do de las bom­bas que se pro­du­jo en la ofi­ci­na de des­pa­cho del fe­rro­ca­rril, su lu­gar de tra­ba­jo. En sus cuer­pos es­tán las mar­cas de la gue­rra: Car­men ha per­di­do un bra­zo en un an­ti­guo bom­bar­deo, Ma­ría co­jea y per­dió un za­pa­to, y la ropa de la Jefa se en­cuen­tra ras­ga­da.

La es­ce­na está os­cu­ra, rei­na el caos y el des­or­den, y en­tre los es­com­bros ellas emer­gen como plan­tas de la tie­rra. Aco­mo­dan los ele­men­tos de tra­ba­jo y su ropa, y con­ti­núan sus ta­reas co­ti­dia­nas, como si nada hu­bie­ra pa­sa­do. Sin em­bar­go, la preo­cu­pa­ción por las con­se­cuen­cias del bom­bar­deo no se ha­cen es­pe­rar: es­cu­chan por ra­dio que el tren que rea­li­za el tra­yec­to La Pla­ta-Cons­ti­tu­ción está in­te­rrum­pi­do. Apa­re­ce en es­ce­na la ma­dre de Ma­ría, quien es­ta­ba ocul­ta en­tre es­com­bros. Ella es­pe­ra­ba an­sio­sa po­der to­mar­se el tren para vol­ver a su casa pero las em­plea­das le dan la mala no­ti­cia, y de­be­rá que­dar­se ahí por un tiem­po. Por el mo­men­to el tren no pasa y sólo pue­den des­pa­char los es­ca­sos me­di­ca­men­tos para aten­der a los he­ri­dos en el cam­po de ba­ta­lla.

La pre­sen­cia de Ma­xi­mi­liano como fi­gu­ra mas­cu­li­na des­es­ta­bi­li­za el cli­ma la­bo­ral. El en­car­ga­do de la zo­rri­ta para los tras­la­dos de mer­ca­de­ría se­du­ce a Ma­ría y es co­rres­pon­di­do, pero no lo­gran en­con­trar un mo­men­to pro­pi­cio para con­su­mar su amor. Por­que a pe­sar de las cir­cuns­tan­cias que atra­vie­san, hay lu­gar para el ero­tis­mo y el de­seo en­tre ellos. A di­fe­ren­cia de Car­men, la de Ma­ría es su pri­me­ra ex­pe­rien­cia, tan­to en el amor como en la gue­rra. Por eso su com­pa­ñe­ra le ex­pli­ca que ya se va a acos­tum­brar, por­que “acá cada diez años ex­plo­ta todo” –una me­tá­fo­ra cla­ra del mo­vi­mien­to cí­cli­co y caó­ti­co con la que se sue­le des­cri­bir a nues­tro país–.

El ca­de­te cum­ple el rol de co­men­ta­ris­ta den­tro de la obra: con sus mi­ra­das a pú­bli­co ex­pli­ca lo que ocu­rre y tam­bién –cuan­do es ne­ce­sa­rio– fil­ma las se­cuen­cias. Un gui­ño iró­ni­co y có­mi­co sur­ge de esta ta­rea, ya que los co­men­ta­rios ex­pli­ca­ti­vos del per­so­na­je son he­chos en un idio­ma pseu­do ita­liano.

Cons­tan­te­men­te es­tán pre­sen­tes en el es­ce­na­rio el Co­ro­nel Fran­cis­co To­rres y su súb­di­to, el Te­nien­te Víc­tor Ca­bre­ra. Se man­tie­nen al mar­gen de la es­ce­na cen­tral po­san­do como ma­ni­quíes jun­to a un mar­co, si­mu­lan ser par­te de la ima­gen de un cua­dro –cla­ra re­fe­ren­cia a la ne­ce­si­dad de man­te­ner siem­pre pre­sen­te la ima­gen del po­der de los su­pe­rio­res para que sus ros­tros sean vis­tos to­dos los días por las tres em­plea­das– y sólo in­ter­vie­nen cuan­do es ne­ce­sa­rio.

La eta­pa de la gue­rra fi­na­li­za­rá, to­dos vol­ve­rán a la paz y en unos años todo vol­ve­rá a em­pe­zar. El tren vuel­ve a pa­sar y los pro­ta­go­nis­tas, es­pe­ran­za­dos, lo sa­lu­dan. Esa má­qui­na lle­va la his­to­ria de to­dos los pue­blos por los que pasa.

Mi pan lo comí en­tre ba­ta­lla y ba­ta­lla. En­tre los ase­si­nos dor­mí. Hice el amor sin pres­tar­le aten­ción y con­tem­plé la na­tu­ra­le­za con im­pa­cien­cia. Así pasé el tiem­po que me fue con­ce­di­do en la tie­rra. 

Frag­men­to de A los hom­bres fu­tu­ros de Ber­told Brecht.


¿Qué? Rie­les de la pa­tria.

¿Cuán­do? Los sá­ba­dos a las 21 y do­min­gos a las 17 ho­ras.

¿Dón­de? Cen­tro Cul­tu­ral Re­co­le­ta (Ju­nín 1930, CABA).


Ficha técnico-artística

Actúan: Diego Bezzi, Flavio Bosco, Charo Farías, María Eugenia Molinuevo, María José Bonilla, Mauro Panuncio y Amelia Pugliese.

Vestuario: María José Bonilla Mayer y María Eugenia Molinuevo.

Diseño de luces : Olivia Grioni.

Diseño gráfico: Mauro Panuncio.

Fotografía: Alejandra Zamudio y Maria Paula López Lavoine.

Dramaturgia, diseño espacial y escenografía: Creación Colectiva.

Asistencia de dirección: Gabriela Busechian.

Puesta en escena: María Guillermina Andrade.

Dirección: María Guillermina Andrade.
Melina Martire
Melina Martire
Licenciada en Artes Combinadas (UBA). Especialización en Diseño y Planificación de Proyectos Culturales en la Alianza Francesa. Cursando el Posgrado en Gestión Cultural y Comunicación en FLACSO. Trabajó en múltiples obras de teatro como gestora de prensa. Fue redactora de Revista Cultural Originarte.org, ha publicado en Revista Telón de Fondo. Actualmente es redactora estable de críticas del área escénicas de Revista Funcinema, Revista Mutt y Revista Colofon.