Para elevar sus plegarias hacia los difuntos, los judíos rezan el kadish. Por tal motivo, hay quienes pueden señalar que lo que hace un kadish es construir un lazo entre dos generaciones. Sin embargo, se trata de dos generaciones masculinas, ya que sólo pueden rezarlo los hombres y tienen que hacerlo frente a un minián, que vendría a ser un grupo de por lo menos diez de sus pares, hombres también. Así, para tejer el lazo generacional con su padre fallecido –y sanar el dolor– Melisa Freund se disfraza de varón y hace de nosotros, los espectadores, su minián.
La obra biográfica Papushkas, mi propio kadish inicia con un recitado de dicha plegaria que es seguido por una narración retrospectiva de todos los sufrimientos por los que ha pasado la protagonista en su vida. Esa sensación de tristeza es acompañada por mucha oscuridad en el vestuario, la escenografía y el diseño de las luces.
Pero además de señalarse desde un principio como una obra biográfica, los actores rompen la cuarta pared e interactúan con el público: dejan en claro que todos los presentes en esa sala participan de un evento teatral. Las representaciones de los actores se hacen explícitas: Melisa hace de Melisa –o de su propia abuela según la ocasión–, y Julio Marticorena hace de Juan Freund (el padre de Melisa), pero también hace de sí mismo (Julio, el amigo de Juan). Así, las idas y vueltas entre los personajes marcan el ritmo de la obra, brindándole una sensación surreal ya que en Papushkas no sólo hay obras dentro de obras, sino que también la realidad presente es representada.
Desde una narración muy sutil se expone un evento tan pesado como la muerte, y la relación principal –dentro de todas las mencionadas– es la del padre y la hija. En la puesta se destacan ambos actores, que han tenido que trabajar –seguramente– de forma precisa sobre su subjetividad, para representar esas relaciones que les significan una fuerte carga afectiva. Es remarcable su labor, que logra una gran distancia emocional sin perder la sensibilidad.
Por otra parte, además de ser la historia de un padre fallecido y una hija en duelo, Papushkas es un importante ejercicio de memoria sobre la historia del holocausto y del exilio forzado de la comunidad judía. A la vez que elabora el duelo por la pérdida de su padre, Melisa Freund transforma el pasado traumático de una comunidad y nos recuerda cuáles son los acontecimientos que nunca más deben repetirse.
En definitiva, lo que trata la obra es de continuar el ritual de la memoria, de seguir aquel pedido del kadish, la necesidad de que “descienda del Cielo una paz grande, vida, abundancia, salvación, consuelo, liberación, salud, redención, perdón, expiación, amplitud y libertad…” y que todos los muertos, los personales y los colectivos, no hayan fallecido en vano, que podamos salvarnos, redimirnos y aprender desde el dolor.
¿Qué? Papushkas, mi propio kadish.
¿Dónde? La Pausa Teatral (Av. Corrientes 4521, CABA).
¿Cuándo? Los sábados a las 19 horas (Hasta el 29/09).
¿Cuánto? Entradas $300. Est. y jub. $250
Ficha técnico artística Intérpretes: Melisa Freund y Julio Marticorena. Iluminación: Ricardo Sica. Diseño de vestuario: Ana Julia Figueroa. Diseño de espacio: Lola Gullo. Diseño gráfico: Silustra. Asistencia de iluminación: Diego Becker. Asistencia de dirección: Carla Fontao. Prensa: Duche y Zarate. Arreglos musicales: Sebastián De Marco. Dirección: Melisa Freund y Analia Mayta.