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Amalia, pasajera en trance

El Teatro Nacional Cervantes atesora en su cartelera puestas de calidad para ver más de una vez. No me pienso morir, escrita y dirigida por Mariana Chaud, reúne diversos talentos en una armonía excepcional y cuenta con la impecable actuación de Graciela Dufau. 

No me pien­so mo­rir fue se­lec­cio­na­da para in­te­grar la pro­gra­ma­ción del Tea­tro Cer­van­tes a par­tir de una in­tere­san­te con­vo­ca­to­ria de pro­yec­tos tea­tra­les abier­ta a toda la co­mu­ni­dad. La obra está ins­pi­ra­da en la no­ve­la Ama­lia del poe­ta ar­gen­tino José Már­mol, y se cen­tra en la fuer­za de la fi­gu­ra fe­me­ni­na, sin abar­car la cró­ni­ca de su­ce­sos po­lí­ti­cos que el tex­to de­ta­lla. No me pien­so mo­rir ini­cia con la pre­sen­ta­ción de los per­so­na­jes, que ex­pe­ri­men­tan por al­gu­nos se­gun­dos la sen­sa­ción del vai­vén de las olas, como un arru­llo. Sus cuer­pos y el re­bo­te de la ma­rea se nos ofre­cen como pura con­tem­pla­ción y es ese mo­vi­mien­to el que nos hace reac­cio­nar ante lo inevi­ta­ble: el tiem­po, los re­cuer­dos, las pa­sio­nes, el de­seo, la vida y la muer­te su­ce­den en esos cuer­pos en tran­ce. La tem­po­ra­li­dad se ex­pre­sa en la pues­ta como un zar­par sin rum­bo fijo, an­cla­do siem­pre a una sub­je­ti­vi­dad: la de Ama­lia. La pro­ta­go­nis­ta atra­vie­sa aguas cal­mas o cris­pa­das con el de­seo de ver que hay más allá.

La ac­ción de la pues­ta en es­ce­na de Ma­ria­na Chaud co­mien­za con una Ama­lia jo­ven, in­ter­pre­ta­da por So­fía Bri­to, en me­dio de un via­je en bar­co rum­bo a Gi­ne­bra don­de es­pe­ra en­con­trar­se con su fu­tu­ro es­po­so Ma­nuel. Ella y su cria­da Pepa (Ma­ru­ja Bus­ta­men­te) es­tán en alta mar en me­dio de una lar­ga tra­ve­sía. El con­tra­pun­to en­tre las ac­tua­cio­nes de Bri­to y Bus­ta­man­te es hi­la­ran­te, Pepa se con­vier­te rá­pi­da­men­te en un per­so­na­je imán para ver y es­piar sus ac­cio­nes mu­das. En su cuer­po de cria­da tam­bién ha­bi­ta el de­seo y la pues­ta nos per­mi­te ver­lo con cla­ri­dad, como si nos con­fir­ma­ra que en reali­dad na­die está a sal­vo de ese tor­be­llino.

El re­la­to está es­truc­tu­ra­do en tres si­tua­cio­nes que, des­de di­fe­ren­tes pun­tos de vis­ta, cuen­tan la sub­je­ti­vi­dad del cuer­po de Ama­lia. Por un lado, ve­mos a una Ama­lia adul­ta, de la mano de la gran Gra­cie­la Du­fau y a su hija re­cién di­vor­cia­da que tie­ne dos hi­jos va­ro­nes. Allí apa­re­ce Ama­lia en su rol de ma­dre y abue­la, pero tam­bién po­de­mos ver­la re­la­tar sus vi­bran­tes vi­ven­cias des­po­ja­da de pre­jui­cios. La hija, con ideas bas­tan­te di­fe­ren­tes a las de la ma­dre -como sue­le su­ce­der- le pro­po­ne ver un es­treno con Bru­ce Wi­llis, Duro de ma­tar 2, una cin­ta que dia­lo­ga con la te­má­ti­ca de aque­llo que no mue­re en cla­ve iró­ni­ca. Para Ama­lia, ha­blar de la muer­te no es más que ha­blar tam­bién de su pro­pia vida y exa­mi­nar sus re­cuer­dos más mo­vi­li­zan­tes.

En la se­gun­da si­tua­ción ve­mos a sus dos nie­tos y a una ami­ga de ellos, quie­nes for­man un trío que se pre­gun­ta, ac­cio­na y re­fle­xio­na des­de su pre­sen­te tur­bu­len­to, bi­sa­gra en­tre la ado­les­cen­cia y una adul­tez que se de­mo­ra. Su caja de he­rra­mien­tas para re­fle­xio­nar está com­pues­ta por las car­tas de la abue­la -lo que esas pa­la­bras in­ten­tan ex­pre­sar-  y tam­bién tie­nen sus pro­pias vi­ven­cias, pa­sio­nes y he­ri­das. Des­de allí, des­cu­bren y cues­tio­nan el mun­do, en una suer­te de aná­li­sis fi­lo­só­fi­co so­bre el de­seo y el tiem­po. Fi­nal­men­te, la ter­ce­ra si­tua­ción es la de una Ama­lia en ple­na ju­ven­tud, que via­ja y sue­ña con la pa­sión a flor de piel, con un tono que re­to­ma el idea­rio ro­mán­ti­co en el Río de la Pla­ta.  

No me pien­so mo­rir es una de­cla­ra­ción so­bre la vida, las pa­sio­nes y los mis­te­rios que son, en de­fi­ni­ti­va, lo úni­co que nos man­tie­ne vi­vos en este vai­vén en­tre el sen­ti­do y el sin­sen­ti­do de la exis­ten­cia. La Ama­lia que ex­plo­ta de pa­sión y ju­ven­tud, lee y re­lee las car­tas bus­can­do sub­tex­tos que no apa­re­cen, es­pe­ran­do algo más. La Ama­lia adul­ta acon­se­ja sa­bia­men­te: no es­pe­rar tan­to, no es­pe­rar al otro, que al­guien cam­bie o que al­guien naz­ca. La ima­gen cru­za­da en­tre la ju­ven­tud y la adul­tez de Ama­lia tie­ne la ca­pa­ci­dad de co­rrer el velo de las apa­rien­cias y ofre­cer­nos un aná­li­sis cru­do so­bre el de­seo que no mue­re.


¿Qué? No me pien­so mo­rir.

¿Dón­de? Tea­tro Cer­van­tes (Li­ber­tad 815, CABA).

¿Cuán­do? De jue­ves a do­min­go a las 21:00 ho­ras (Úl­ti­ma fun­ción 24/06).

¿Cuán­to? En­tra­das a $ 120 o $ 90.


Ficha técnico artística

Autoría: Mariana Chaud.

Actúan: Sofía Brito, Maruja Bustamante, Claudia Cantero, Graciela Dufau, Tatiana Emede, Julian Larquier y Andrés Rasdolsky.

Vestuario: Gabriela A. Fernández.

Escenografía: Gabriela A. Fernández.

Iluminación: Matías Sendón.

Música original: Fernando Tur.

Asistencia de vestuario: Estefanía Bonessa.

Asistencia de dirección: Marcelo Mendez.

Producción: Santiago Carranza.

Colaboración artística: Pablo Quiroga.

Coreografía: Margarita Molfino.

Dirección: Mariana Chaud.
Silvina Bernabé
Silvina Bernabé
Licenciada y Profesora en Artes Combinadas (UBA). Estudió Gestión y Producción de Artes Escénicas en el CELCIT con Gustavo Schraier. Realizó seminarios de dramaturgia y narrativa con Mauricio Kartun, Natalia Carmen Casielles, Selva Almada y Natalia Romero, entre otros. Realizó críticas periodísticas de espectáculos para el portal de difusión Geoteatral y la revista de Teoría y Crítica Teatral Telondefondo. Actualmente trabaja en múltiples obras de teatro y proyectos culturales como productora ejecutiva.