Lola Arias es una artista multifacética, que desde la escritura, la música y el teatro logra romper viejas estructuras y generar nuevas creaciones que involucran al espectador dentro del azar y lo incontrolable. Aunque sus primeros estudios y su acercamiento al arte nacen a partir de la escritura, Arias ha conseguido conquistar el teatro como un medio para sacar al texto de la soledad del papel y desempolvar los documentos del viejo cajón para exhibirlos al mundo.
Influenciada por la corriente performática del teatro alemán, la directora construye sus obras a partir de lo real, es decir, estructura sus creaciones a partir de trabajos de investigación sobre historias y sujetos. Trabaja sobre lo que está vivo y juega con los límites entre la ficción y la realidad. Así como en el cine documental, el teatro de Lola Arias presenta protagonistas que exponen su propio relato personal. Son puestas que escapan del texto de ficción, que expanden las fronteras del teatro y que producen nuevos relatos que rompen con la tradicional forma de contar una historia.
La búsqueda por abandonar la idea espectacular del teatro, de expandir los bordes que delimitan al arte escénico y que desequilibran la relación entre los intérpretes y los espectadores, nace en nuestro país con el biodrama: un nuevo formato de teatro creado por Vivi Tellas, que encuentra la teatralidad en la vida cotidiana. El biodrama propone un secuestro de la realidad llevada a la escena teatral, y se pregunta por el umbral que existe entre la ficción y la verdad.
Sin alejarse de dicha estética, Lola Arias construye su propio montaje personal sobre la historia y el teatro. Son múltiples sus obras y escritos que exponen una mirada particular y transformadora de la memoria, pero en esta ocasión decidimos centrarnos en tres de sus creaciones: Mi vida después, El año en que nací y Campo Minado.
Mi vida después es una obra estrenada en el 2009, donde seis actores —nacidos en la década del setenta y principios del ochenta en Argentina— reconstruyen la juventud de sus padres a partir de fotos, cartas, cintas, ropa usada, relatos y recuerdos borrados. Es una obra conceptual basada en historias reales que permiten pensar en una generación que reconstruye su pasado, y que busca entender la infancia a través de qué cosas se saben o han sido narradas, mediante un mapa de la vida de nuestros padres. Asimismo, en el 2012 y luego del éxito provocado por Mi vida después, Lola Arias fue convocada en Chile para realizar la obra El año en que nací, una puesta con once jóvenes chilenos nacidos durante la dictadura de Augusto Pinochet, que reconstruyen la vida de sus padres.
Ambas obras permiten la confrontación de los distintos puntos de vista sobre una misma historia. El trabajo documental repasa las dictaduras desde la mirada de los hijos, que intentan rememorar la vida de sus padres y una época que ellos no vivieron pero que no les es indiferente. Las historias personales y biográficas se funden entonces en la historia de un país.
La obra Campo Minado —estrenada en el 2016— es un proyecto que reúne veteranos argentinos e ingleses de la guerra de Malvinas para explorar lo que quedó en sus cabezas treinta y cuatro años más tarde. Lola Arias junta tres ingleses y tres argentinos durante cuatro meses de ensayo, para lograr contar cómo fue la guerra a través de sus memorias. Cada uno de ellos habla desde sí mismo: de lo que le tocó vivir en el enfrentamiento armado y de cómo siguió la vida civil como sobreviviente y veterano. La obra desmonta el fervor patriótico desmesurado para pensar la guerra desde el recuerdo de seis hombres que representan a ambas partes del conflicto, y que han quedado igual de afectadas. Frente a la dificultad de escuchar el otro lado de la guerra, del otro como enemigo, Campo Minado ofrece la oportunidad del encuentro, de escuchar el dolor del otro y de reconocerlo como propio.
Las obras de Lola Arias son un espacio de cruce entre diferentes artes: música en vivo, proyecciones audiovisuales, intervenciones performáticas del espacio y la inclusión del relato coral de los intérpretes. Dicho coro se establece con cada miembro del elenco, ya que mientras uno relata su propia historia, los compañeros lo ayudan al manipular diversos recursos que escenifican su relato. Los montajes se inspiran en la estructura que presenta la reconstrucción de un crimen: mediante documentos, fotografías, revistas antiguas, videos y canciones, se restaura una historia del pasado que vuelve a la vida en cada función teatral.