“Hemos tenido que adoptar una medida transitoria de limitación a la extracción de dinero en efectivo, (…) unas medidas extraordinarias que van a tener una vigencia de noventa días, precisamente para poder asegurar el buen funcionamiento de la economía y sobretodo los ahorros de los argentinos en este período que promete ser todavía tumultuoso.” Estas fueron las palabras del histórico discurso del 1 de diciembre de 2001 donde, el aquel entonces ministro de Economía Domingo Cavallo, anunciaba el inicio del “corralito”. Una medida desencadenante de crisis, revueltas, saqueos, represiones y todos los horrores que recordamos como parte de nuestra historia argentina. Pero el clima de inestabilidad social, política y económica que se extendería durante varios años tenía su contracara inicial en los “dulces” años ‘90, de viajes de fin de semana a Miami, de brillo y glamour, de pizza y champagne.
Para cualquier autor siempre es un desafío fusionar la realidad con la ficción. El lograr develar una porción de la realidad desde un análisis particular, y más aún cuando se decide contar algo situado en un momento histórico conflictivo, abre un abanico de infinitas posibilidades y puntos de vista que pueden resultar como distracción o desvío del punto inicial. Creemos que Melisa Freund lo logra en su obra de teatro Impresión animal, en donde escribe y dirige una historia que sucede entre los años ‘90 y el estallido del 2001. Aquí pone en tensión las dos caras de la moneda, ya que muestra el antes y el después de la crisis como dos momentos análogos que se entrecruzan y conforman un todo.
Melisa Freund establece profundas reflexiones sobre el pasado y la clase media argentina a través de la historia de Fernando, un comerciante que luego de tocar la cima social y económica con su negocio de importaciones lo pierde todo, y su único empleado y confidente Alcides, un exiliado de Paraguay que se queda sin oportunidades laborales en el país. La relación de ambos personajes será el centro de la pieza y el conflicto crecerá junto a los días difíciles de negación y supervivencia.
La obra Impresión animal presenta un relato fragmentado en trece momentos dentro de una estructura narrativa que retuerce la historia. Al ir y volver en el tiempo se logra resignificar cada momento en relación a los anteriores. Esta decisión de relato nos permite pensar en la forma en que vemos y narramos el pasado, y en cómo él mismo determina nuestro presente y futuro.
Así como el tiempo se encuentra construido de una manera no convencional, el espacio se construye y deconstruye mediante un dispositivo de cajas. José Escobar lleva a cabo el diseño espacial de manera formidable: ocupa la puesta con cajas que configuran los diversos espacios. De esta manera resultan la metáfora de la mentira e inestabilidad de la época, el sueño menemista como un castillo de cartón que se desmorona y lleva todo a su perdición.
Es importante pensar cómo vemos la historia: si lineal y continua, como una seguidilla de hechos previsibles e inevitables, o como un desorden de momentos intercalados que nos permite rever y encontrar nuevas posibilidades. Melisa Freund nos invita a mirar el pasado, no como lejano e indemne, sino como una herramienta mutable de reflexión.
La obra puede verse todos los jueves a las 21 horas en ELKAFKA Espacio Teatral (Lambaré 866).
Ficha técnico artística
Dramaturgia: Melisa Freund.
Actúan: Santiago Fondevila, Marcela Groppa, Hugo Cesar Martínez, Mara Raicevic.
Diseño de vestuario: Sol Ruiz Luparia.
Diseño de espacio: José Escobar.
Diseño de luces: Ricardo Sica.
Música original: Julián Rodríguez Rona.
Diseño gráfico: Pulpografía.
Asistencia de dirección: Arturo Federico, Mara Raicevic.
Dirección: Melisa Freund.