Qué es lo que pasa cuando llueve

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Qué es lo que pasa cuando llueve

Cuando llueve, la obra del canadiense Anthony Black, se pregunta por la esperanza, lo cíclico de las crisis y lo absurdo del sufrimiento

Por al­gu­na ra­zón cos­mo­ló­gi­ca, la llu­via fue com­par­ti­da en­tre el cie­lo de la obra y el cie­lo nues­tro, el de ver­dad. Es lin­do cuan­do pasa eso, cuan­do la fic­ción y la reali­dad se en­cuen­tran como pasó la no­che que en­tra­mos al tea­tro para ver la obra Cuan­do llue­ve. Ha­cía un ca­lor her­mo­so que pe­día cer­ve­za ur­gen­te des­pués de la fun­ción, pero sa­li­mos con una llu­via to­rren­cial que nos obli­gó a pe­dir un Uber, ca­ren­te de pa­ra­guas y de pro­nós­ti­cos pre­ci­sos. Mien­tras, sin po­der to­mar­nos esa cer­ve­za, mi ami­ga y yo se­gui­mos nues­tra con­ver­sa­ción por Whatsapp. Que­ría­mos co­men­tar nues­tras opi­nio­nes so­bre la obra del ca­na­dien­se Ant­hony Black, con pro­duc­ción de la ta­len­to­sa com­pa­ñía 2b Thea­tre (quie­nes ya pre­sen­ta­ron con gran éxi­to la pues­ta en New York, Edim­bur­go y Mum­bai).

Como mi ami­ga fue muy cer­te­ra, voy a ci­tar sus pa­la­bras so­bre la obra –y por­que tam­bién coin­ci­do con ella–: “pre­su­pues­to pa­ta­cón y lo­gra­ron algo re­con­tra atra­pan­te [sic]”. Así es, de he­cho el co­mien­zo es sú­per im­pac­tan­te y lo úni­co que se uti­li­za para lo­grar­lo son lu­ces, pro­yec­cio­nes so­bre un fon­do ne­gro, un ves­tua­rio co­lo­ri­do y los ac­to­res, cla­ro. Lo dis­rup­ti­vo de esta obra es que con­ti­núa así has­ta el fi­nal por­que no se uti­li­za una es­ce­no­gra­fía tan­gi­ble en nin­gún mo­men­to, son to­das pro­yec­cio­nes. Fun­cio­na muy bien, mé­ri­to de la di­rec­ción y de los ac­to­res que –con gran ti­ming– in­ter­ac­túan con la uti­le­ría vir­tual y se desen­vuel­ven en un es­pa­cio es­cé­ni­co muy pe­que­ño. En este sen­ti­do, si bien su au­tor la de­fi­ne como “no­ve­la grá­fi­ca”, es tam­bién una obra que en­tre­la­za ele­men­tos del tea­tro y del cine. 

Por otra par­te, la es­té­ti­ca os­cu­ra de esa es­ce­no­gra­fía pro­yec­ta­da, su­ma­da a los ves­tua­rios co­lo­ri­dos o no, se­gún la oca­sión de sus per­so­na­jes, sir­ven para crear la at­mós­fe­ra de for­ma acer­ta­da. El di­se­ño de lu­ces es fun­da­men­tal para que la obra lle­gue a buen puer­to, ya que es un ele­men­to que jue­ga un rol im­por­tan­tí­si­mo en la na­rra­ción de la obra.

Res­pec­to del ar­gu­men­to, Cuan­do llue­ve ini­cia con una ex­pli­ca­ción: se tra­ta de la his­to­ria de cua­tro per­so­nas. Y es eso, no es am­bi­cio­sa en el sen­ti­do de na­rrar una his­to­ria es­pec­ta­cu­lar, sino que sus pro­ta­go­nis­tas son per­so­nas nor­ma­les con las cua­les nos po­de­mos sen­tir iden­ti­fi­ca­dos. Alan (Ra­fael Spre­gel­burd) y Ana (Glo­ria Ca­rrá) son her­ma­nos. Alan está ca­sa­do con Inés (Moro Ang­hi­le­ri). Ana está ca­sa­da con Louis (Matt­hieu Per­point). Es la his­to­ria de dos pa­re­jas que es­tán re­la­cio­na­das en­tre sí por ese pa­ren­tes­co. La pre­gun­ta prin­ci­pal que los ro­dea es acer­ca de la fe que mo­ti­va a las per­so­nas a se­guir vi­vien­do a pe­sar de to­das las di­fi­cul­ta­des (ya sean sim­ples o com­ple­jas) que se nos pre­sen­tan como se­res hu­ma­nos, so­cia­li­za­dos y oc­ci­den­ta­li­za­dos. De for­ma muy bien lo­gra­da, la obra da cuen­ta de la ci­cli­ci­dad de las cri­sis que su­fri­mos las per­so­nas a lo lar­go de nues­tras vi­das has­ta lle­gar a un pun­to en que –ex­plo­ran­do ese re­cur­so de lo trá­gi­co– todo ter­mi­na por vol­ver­se ab­sur­do. Un ab­sur­do que no es­qui­va la cru­de­za, ni cae en gol­pes ba­jos, pero que sí ma­ti­za todo cons­tan­te­men­te con el hu­mor.

En este sen­ti­do, el tex­to es gra­cio­so y poé­ti­co a la vez, lo cual fun­cio­na en dos as­pec­tos: por un lado para rom­per la tra­ge­dia men­cio­na­da y, por el otro, por­que el pe­que­ño es­pa­cio no per­mi­te un mo­vi­mien­to cor­po­ral ver­da­de­ra­men­te am­plio de los ac­to­res cu­yos mo­vi­mien­tos son más de cor­te mi­ni­ma­lis­ta.

Ade­más de los ac­to­res, par­ti­ci­pa en la obra una voz, una de esas de compu­tado­ra, que ex­pli­ca las co­sas que no ve­mos. Se re­cu­rre a la so­bre ex­pli­ca­ción como un re­cur­so que ape­la tam­bién al hu­mor. Asi­mis­mo, la uti­li­za­ción de mú­si­ca con­tem­po­rá­nea per­mi­te a los es­pec­ta­do­res sen­tir­se más cer­ca de los per­so­na­jes. De he­cho, la obra em­pie­za con Per­fect Day de Lou Reed, una can­ción que es a la vez tan tris­te y ale­gre, como lo es esta obra.

El nom­bre de la obra hace re­fe­ren­cia a una si­tua­ción par­ti­cu­lar y a va­rias si­tua­cio­nes más co­rrien­tes que ocu­rren cuan­do llue­ve. A mí, por mi par­te, me en­can­ta la llu­via, me en­can­ta que el cie­lo pue­da ti­rar agua así y que nues­tras vi­das se al­te­ren sim­ple­men­te por esa agüi­ta, por­que qué es lo que pasa cuan­do llue­ve, qué es lo que tie­ne la llu­via que pue­de re­di­mir­nos o arrui­nar­nos bien la vida. 

Por Mercedes Roch


¿Qué? Cuan­do llue­ve.

¿Dón­de? Cen­tro Cul­tu­ral 25 de Mayo (Av Triun­vi­ra­to 4444, CABA).

¿Cuán­do? Los mar­tes a las 21 ho­ras.

¿Cuán­to? En­tra­das $250. Est. y jub. $220


Ficha técnico artística
Autoría: Anthony Black.
Traducción: Rafael Spregelburd.
Actúan: Moro Anghileri, Gloria Carrá, Matthieu Perpoint y Rafael Spregelburd.
Vestuario: Macarena Garcia y Leesa Hamilton.
Diseño De Proyección: Nick Bottomley.
Redes Sociales: Jésica Converti y Yamila Melgarejo Veliz.
Sonido: Christian Barry.
Fotografía: Juan Pardo Goicochea.
Asistencia De Producción: Florencia Bracco y Fernando Vallejos.
Asistencia de dirección: Javier Kussrow.
Prensa: Duche&Zarate.
Producción ejecutiva: Sebastián Romero.
Producción: Aldana Illán, Máximo Maciel Bo y Analía Thiele.
Producción general: 2b Theatre.
Coordinación técnica: Maria Jimena Vidal Alvarez.
Dirección: Anthony Black.