Si eres el único que quedó soltero en tu grupo de amigos, en este MUTTespecial del Anti-San Valentín te recomendamos que veas el musical Company, para no desesperar en tu búsqueda del amor.

Com­pany es un mu­si­cal clá­si­co de Step­hen Sond­heim —es­tre­na­do en Broad­way en el año 1970— que ha­bla so­bre la bús­que­da del amor. ¿Qué sig­ni­fi­ca ser el úni­co sol­te­ro en tu gru­po de ami­gos? Sig­ni­fi­ca que en cada cum­plea­ños ellos y sus es­po­sas te pe­di­rán que sien­tes ca­be­za, que te ca­ses, que ha­cer­lo es lo me­jor del mun­do. ¿Y es esto cier­to? Na­die lo sabe, ni si­quie­ra ellos. Mu­cho me­nos Ro­bert, el pro­ta­go­nis­ta de este mu­si­cal, que al cum­plir 35 años es sor­pren­di­do por sus cin­co pa­re­jas de ami­gos pi­dién­do­le que se case, con la ex­cu­sa de que ya es hora.

¿Pero ya es hora? Para Ro­bert no. Él quie­re te­ner una re­la­ción se­ria con tres mu­je­res dis­tin­tas, tres eta­pas dis­tin­tas de sí mis­mo, y tie­ne la es­pe­ran­za viva de con­se­guir un amor. El pro­ble­ma es que ese amor to­da­vía no lle­ga, les lle­gó a to­dos me­nos a él y eso, en cier­to modo, lo frus­tra.

To­dos so­mos un poco Ro­bert, más aún cuan­do la fa­mi­lia y al­gu­nos ami­gos te pre­sio­nan para es­ta­ble­cer­te. Y eso mis­mo le pasa a nues­tro pro­ta­go­nis­ta, quien en un mo­men­to de­ci­de que sí, debe ha­cer­lo, tie­ne que ca­sar­se. El pro­ble­ma, una vez más: no tie­ne con quién. Él quie­re al­guien que lo haga sen­tir vivo, que le mue­va el piso, que lo haga es­tre­me­cer. ¿Y dón­de está ese al­guien? Sim­ple, no está… aún.

Tras ver to­das las pe­ri­pe­cias de sus ami­gos, con sus ca­sa­mien­tos y di­vor­cios e in­fi­ni­tos pro­ble­mas per­so­na­les, Ro­bert vuel­ve a ser sor­pren­di­do en su cum­plea­ños por to­das las pa­re­jas que poco a poco lo van apar­tan­do por­que él es di­fe­ren­te. No tie­ne pa­re­ja, y aun­que sus ami­gos en­vi­dian su con­di­ción de sol­te­ro, no son ca­pa­ces de de­jar a sus pa­re­jas in­clu­so es­tan­do ya di­vor­cia­dos, y bus­can con­se­guir­le no­via al úni­co que aún que­da en las pis­tas.

Ro­bert tra­ta de sen­tir­se enamo­ra­do, por un mo­men­to has­ta cree es­tar­lo, pero no su­ce­de. Como a mu­cha gen­te le cues­ta en­con­trar a ese otro es­pe­cial, y la me­dia na­ran­ja que tan­to bus­ca nun­ca lle­ga. Has­ta que de­ci­de vi­vir la vida, con todo lo que eso sig­ni­fi­ca, por­que qui­zás esa sea la for­ma para en­con­trar a al­guien que lo haga sen­tir vivo.

Cada una de las pa­re­jas ami­gas re­pre­sen­tan un tipo de pro­ble­ma con­yu­gal dis­tin­to, cada po­ten­cial no­via de Ro­bert re­pre­sen­ta una eta­pa de su vida dis­tin­ta. Am­bos gru­pos lo ayu­dan a de­fi­nir­se, y aun­que él si­gue en su bús­que­da, gra­cias a to­dos ellos sabe qué quie­re para sí mis­mo.

Por todo esto, y mien­tras so­mos tes­ti­gos del amor al­re­de­dor nues­tro, este mu­si­cal re­sul­ta una bue­na re­co­men­da­ción. Com­pany te mues­tra lo bueno y lo malo de es­tar en pa­re­ja, pero so­bre todo te re­cuer­da que si tu amor to­da­vía no lle­gó no de­bes deses­pe­rar, que for­zar las co­sas no sir­ve y que a ve­ces es me­jor es­tar solo y dis­fru­tar de ser el úni­co due­ño de tu vida. Que tu can­ción de amor sea pri­me­ro para vos.

Por Aya­lén Báez