Karma y yo es un monólogo de una hora en donde Virginia Smith encarna a Mía, una chica que regresa y descubre que Peter, su novio, le desvalijó la casa. Como ella no soporta el silencio, lo llena conversando con el único ser que tolera su incesante cháchara: Karma, su camarón.
Al principio parece un monólogo banal, pero poco a poco se vuelve más profundo y oscuro, adentrándose en terrenos que ella misma no quiere tocar aunque sus recuerdos la obligan. De pronto se acuerda del trágico destino de sus otros camarones y también de cómo su perro mataba compulsivamente animales inocentes, a los que ella y su hermano daban santa sepultura para compensar la maldad injustificada de Lion.
La figura del hermano marcará el desenlace, en el que Mía consigue llegar a un lugar que la obliga a reflexionar sobre su vida, sus decisiones, el porqué de sus actos y el perdón de sus pecados. Una carta pegada en la pecera de Karma será todo lo que sepamos de eso que Mía no quiere decir, aunque la introspección que consigue al hablar con su camarón la ayudará a perdonarse, a entenderse, y a poder convivir con ese silencio que ella tanto odia.
Karma y yo es una obra divertida, reflexiva, en donde cada uno se sentirá identificado con alguna pequeña tragedia cotidiana que le sucede a la protagonista, y viajará con ella en el camino del entendimiento y del auto perdón. Todos tenemos algo que no supimos manejar y nos supera, pero lo bueno es que, tarde o temprano, aprendemos cómo lidiar con eso a pesar del dolor, porque la vida sigue.
Dennis Smith se presenta y anuncia que están cortos de staff, y que por eso, él pasará a explicarnos las reglas de comportamiento en un teatro. A partir de esta ruptura de la convención teatral —en la que el personaje principal/director de la obra explicita las didascalias de un texto dramático—, Smith logra posicionarse como el artífice de una obra que, desde ya, será algo fuera de lo común.
Negra trata sobre un hombre llamado Dennis que espera en una sala de espera, valga la redundancia. Estos lugares límites, que implican una frontera en la cual uno no está ni aquí, ni allá, sino en lo que parece una infinita transición —hasta que se termina la espera—, permiten que se reflexione sobre aquello de lo cual no se quiere pensar. La liminalidad de la sala de espera tiene ese efecto magnético sobre el protagonista, que enseguida comienza a contarse/nos la relación que tenía con la susodicha del título, su abuela.
Los diálogos se suceden como en cualquier otra sala de espera: casi como si estuviéramos —nosotros, el público— sentados al lado suyo, también esperando a que nos atiendan, Smith comienza a sumergirnos en sus confidencias con la total confianza que se da en esos escuetos momentos que comparten las personas en una sala de espera. El autor combina ingeniosamente fragmentos cantados con los diálogos que tiene consigo mismo (o con nosotros) y con el otro hombre que espera con él —Agustín Buquete, quien también realiza la música en vivo— y nos abre una puerta para hurgar dentro de su mente, dentro de sus recuerdos, y nos obliga, de alguna manera, a esperar con él. El salto entre el monólogo y el canto no es forzado, sino más bien armonioso, y es gracias al impecable manejo que tiene Smith del humor y el melodrama, ya que utiliza los diálogos para hacernos reír y la potencia de su voz —con versiones en español de Dream A Little Dream Of Me y Non, Je Ne Regrette Rie, por citar algunas — para llevarnos a las lágrimas. Excepto hacia el final, donde Smith logra el estallido de aplausos (y una catarata emocional) con sólo un par de palabras.
En definitiva, Negra es una comedia incómoda sobre una muerte particular. Negro es el espacio que deja la ausencia, pero también negro queda cuando se lo llena de recuerdos abarrotados. Negra es un homenaje a nuestros abuelos, y si los tuyos están vivos, llevalos a ver esta obra. Y sino, andá a recordarlos con una carcajada.
Christiane Dosne de Pasqualini posee una historia que todos deberían conocer, porque la vida de una mujer inteligente y apasionada, gran profesional y madre de familia, es un tesoro que no se encuentra a menudo. En el año 1942, con tan sólo 22 años de edad, la joven Christiane viajó desde Canadá a la Argentina para trabajar con el gran Bernardo Houssay en el Instituto de Fisiología. Christiane no sólo fue la primer mujer en ingresar a la Academia Nacional de Medicina de nuestro país, sino que también se convirtió en una de las más importantes investigadoras en la sección de Leucemia Experimental del Instituto de Medicina del CONICET.
Paralelo a su entusiasmo puro en la vida científica, como investigadora para determinar el origen de las células cancerosas, Christiane también dedicó su vida al amor y al trabajo por conformar una familia junto a Rodolfo Pasqualini (una familia de nada más ni nada menos de cinco hijos). Es un ejemplo a seguir la firmeza y perseverancia de esta mujer, que ha logrado resultados invaluables para la historia de nuestro país, siempre impulsados por la pasión y la convicción de creer en uno mismo.
Dennis Smith dirige la obra Christiane dentro de su ciclo teatral Una Voz, y pone en escena un bio-musical sobre una de las personalidades científicas más destacadas de la historia biomédica.
Es Belén Pasqualini quien escribe e interpreta la historia de su abuela, en un hermoso unipersonal que fusiona el relato y la música; esas aventuras únicas, melancolías y reflexiones de Christiane —como científica apasionada por sus ratones de laboratorio, como madre y como esposa—, cobran vida a través de su voz. Mediante una duplicación del relato en la caracterización de ella misma y de su abuela, la intérprete intercala narraciones con bellas canciones que dirigen la historia y encantan a los espectadores. Por medio de juegos con su voz y cuerpo, Belén Pasqualini logra el característico acento francés de Christiane para desdoblarse en ambas mujeres.
La puesta brilla en la poderosa y versátil voz de Belén Pasqualini y en el relato de una historia única y conmovedora: la vida de una mujer inteligente, valiente y apasionada por su vocación.
¿Qué? Ciclo Una Voz.
¿Dónde? Centro Cultural San Martín (Sarmiento 1551, CABA).
¿Cuándo? Karma y yo los viernes a las 21 horas, Negra los sábados a las 20 horas y Christiane los domingos a las 18 horas (Hasta el 5 de marzo).
¿Cuánto? Entrada general $130.