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Tres miradas, una voz

Desde el pasado 3 de febrero se presenta en el Centro Cultural San Martín el ciclo Una voz: tres obras, tres monólogos, un día cada uno. El ciclo —dirigido por el cantante y director Dennis Smith— se focaliza en la preponderancia de la voz en escena, y unifica las obras en tanto cada personaje se examina en relación con un duelo. Ayalén Báez, Delfina Moreno Della Cecca y Cecilia De Paoli se repartieron para ver Karma y yo, Negra y Christiane y esto es lo que opinan.

Una Voz Portada

Karma y yo

Kar­ma y yo es un mo­nó­lo­go de una hora en don­de Vir­gi­nia Smith en­car­na a Mía, una chi­ca que re­gre­sa y des­cu­bre que Pe­ter, su no­vio, le des­va­li­jó la casa. Como ella no so­por­ta el si­len­cio, lo lle­na con­ver­san­do con el úni­co ser que to­le­ra su in­ce­san­te chá­cha­ra: Kar­ma, su ca­ma­rón.

Al prin­ci­pio pa­re­ce un mo­nó­lo­go ba­nal, pero poco a poco se vuel­ve más pro­fun­do y os­cu­ro, aden­trán­do­se en te­rre­nos que ella mis­ma no quie­re to­car aun­que sus re­cuer­dos la obli­gan. De pron­to se acuer­da del trá­gi­co des­tino de sus otros ca­ma­ro­nes y tam­bién de cómo su pe­rro ma­ta­ba com­pul­si­va­men­te ani­ma­les inocen­tes, a los que ella y su her­mano da­ban san­ta se­pul­tu­ra para com­pen­sar la mal­dad in­jus­ti­fi­ca­da de Lion.

Karma y Yo Una Voz

La fi­gu­ra del her­mano mar­ca­rá el desen­la­ce, en el que Mía con­si­gue lle­gar a un lu­gar que la obli­ga a re­fle­xio­nar so­bre su vida, sus de­ci­sio­nes, el por­qué de sus ac­tos y el per­dón de sus pe­ca­dos. Una car­ta pe­ga­da en la pe­ce­ra de Kar­ma será todo lo que se­pa­mos de eso que Mía no quie­re de­cir, aun­que la in­tros­pec­ción que con­si­gue al ha­blar con su ca­ma­rón la ayu­da­rá a per­do­nar­se, a en­ten­der­se, y a po­der con­vi­vir con ese si­len­cio que ella tan­to odia.

Kar­ma y yo es una obra di­ver­ti­da, re­fle­xi­va, en don­de cada uno se sen­ti­rá iden­ti­fi­ca­do con al­gu­na pe­que­ña tra­ge­dia co­ti­dia­na que le su­ce­de a la pro­ta­go­nis­ta, y via­ja­rá con ella en el ca­mino del en­ten­di­mien­to y del auto per­dón. To­dos te­ne­mos algo que no su­pi­mos ma­ne­jar y nos su­pera, pero lo bueno es que, tar­de o tem­prano, apren­de­mos cómo li­diar con eso a pe­sar del do­lor, por­que la vida si­gue.

 

Negra

Den­nis Smith se pre­sen­ta y anun­cia que es­tán cor­tos de staff, y que por eso, él pa­sa­rá a ex­pli­car­nos las re­glas de com­por­ta­mien­to en un tea­tro. A par­tir de esta rup­tu­ra de la con­ven­ción tea­tral —en la que el per­so­na­je principal/director de la obra ex­pli­ci­ta las di­das­ca­lias de un tex­to dra­má­ti­co—, Smith lo­gra po­si­cio­nar­se como el ar­tí­fi­ce de una obra que, des­de ya, será algo fue­ra de lo co­mún.

Ne­gra tra­ta so­bre un hom­bre lla­ma­do Den­nis que es­pe­ra en una sala de es­pe­ra, val­ga la re­dun­dan­cia. Es­tos lu­ga­res lí­mi­tes, que im­pli­can una fron­te­ra en la cual uno no está ni aquí, ni allá, sino en lo que pa­re­ce una in­fi­ni­ta tran­si­ción —has­ta que se ter­mi­na la es­pe­ra—, per­mi­ten que se re­fle­xio­ne so­bre aque­llo de lo cual no se quie­re pen­sar. La li­mi­na­li­dad de la sala de es­pe­ra tie­ne ese efec­to mag­né­ti­co so­bre el pro­ta­go­nis­ta, que en­se­gui­da co­mien­za a contarse/nos la re­la­ción que te­nía con la su­so­di­cha del tí­tu­lo, su abue­la.

Negra Una Voz

Los diá­lo­gos se su­ce­den como en cual­quier otra sala de es­pe­ra: casi como si es­tu­vié­ra­mos —no­so­tros, el pú­bli­co— sen­ta­dos al lado suyo, tam­bién es­pe­ran­do a que nos atien­dan, Smith co­mien­za a su­mer­gir­nos en sus con­fi­den­cias con la to­tal con­fian­za que se da en esos es­cue­tos mo­men­tos que com­par­ten las per­so­nas en una sala de es­pe­ra. El au­tor com­bi­na in­ge­nio­sa­men­te frag­men­tos can­ta­dos con los diá­lo­gos que tie­ne con­si­go mis­mo (o con no­so­tros) y con el otro hom­bre que es­pe­ra con él —Agus­tín Bu­que­te, quien tam­bién rea­li­za la mú­si­ca en vivo— y nos abre una puer­ta para hur­gar den­tro de su men­te, den­tro de sus re­cuer­dos, y nos obli­ga, de al­gu­na ma­ne­ra, a es­pe­rar con él. El sal­to en­tre el mo­nó­lo­go y el can­to no es for­za­do, sino más bien ar­mo­nio­so, y es gra­cias al im­pe­ca­ble ma­ne­jo que tie­ne Smith del hu­mor y el me­lo­dra­ma, ya que uti­li­za los diá­lo­gos para ha­cer­nos reír y la po­ten­cia de su voz —con ver­sio­nes en es­pa­ñol de Dream A Little Dream Of MeNon, Je Ne Re­gret­te Rie, por ci­tar al­gu­nas — para lle­var­nos a las lá­gri­mas. Ex­cep­to ha­cia el fi­nal, don­de Smith lo­gra el es­ta­lli­do de aplau­sos (y una ca­ta­ra­ta emo­cio­nal) con sólo un par de pa­la­bras.

En de­fi­ni­ti­va, Ne­gra es una co­me­dia in­có­mo­da so­bre una muer­te par­ti­cu­lar. Ne­gro es el es­pa­cio que deja la au­sen­cia, pero tam­bién ne­gro que­da cuan­do se lo lle­na de re­cuer­dos aba­rro­ta­dos. Ne­gra es un ho­me­na­je a nues­tros abue­los, y si los tu­yos es­tán vi­vos, lle­va­los a ver esta obra. Y sino, andá a re­cor­dar­los con una car­ca­ja­da.

 

Christiane

Chris­tia­ne Dos­ne de Pas­qua­li­ni po­see una his­to­ria que to­dos de­be­rían co­no­cer, por­que la vida de una mu­jer in­te­li­gen­te y apa­sio­na­da, gran pro­fe­sio­nal y ma­dre de fa­mi­lia, es un te­so­ro que no se en­cuen­tra a me­nu­do. En el año 1942, con tan sólo 22 años de edad, la jo­ven Chris­tia­ne via­jó des­de Ca­na­dá a la Ar­gen­ti­na para tra­ba­jar con el gran Ber­nar­do Hous­say en el Ins­ti­tu­to de Fi­sio­lo­gía. Chris­tia­ne no sólo fue la pri­mer mu­jer en in­gre­sar a la Aca­de­mia Na­cio­nal de Me­di­ci­na de nues­tro país, sino que tam­bién se con­vir­tió en una de las más im­por­tan­tes in­ves­ti­ga­do­ras en la sec­ción de Leu­ce­mia Ex­pe­ri­men­tal del Ins­ti­tu­to de Me­di­ci­na del CO­NI­CET.

Pa­ra­le­lo a su en­tu­sias­mo puro en la vida cien­tí­fi­ca, como in­ves­ti­ga­do­ra para de­ter­mi­nar el ori­gen de las cé­lu­las can­ce­ro­sas, Chris­tia­ne tam­bién de­di­có su vida al amor y al tra­ba­jo por con­for­mar una fa­mi­lia jun­to a Ro­dol­fo Pas­qua­li­ni (una fa­mi­lia de nada más ni nada me­nos de cin­co hi­jos). Es un ejem­plo a se­guir la fir­me­za y per­se­ve­ran­cia de esta mu­jer, que ha lo­gra­do re­sul­ta­dos in­va­lua­bles para la his­to­ria de nues­tro país, siem­pre im­pul­sa­dos por la pa­sión y la con­vic­ción de creer en uno mis­mo.

Christiane Una Voz

Den­nis Smith di­ri­ge la obra Chris­tia­ne den­tro de su ci­clo tea­tral Una Voz, y pone en es­ce­na un bio-mu­si­cal so­bre una de las per­so­na­li­da­des cien­tí­fi­cas más des­ta­ca­das de la his­to­ria bio­mé­di­ca.

Es Be­lén Pas­qua­li­ni quien es­cri­be e in­ter­pre­ta la his­to­ria de su abue­la, en un her­mo­so uni­per­so­nal que fu­sio­na el re­la­to y la mú­si­ca; esas aven­tu­ras úni­cas, me­lan­co­lías y re­fle­xio­nes de Chris­tia­ne —como cien­tí­fi­ca apa­sio­na­da por sus ra­to­nes de la­bo­ra­to­rio, como ma­dre y como es­po­sa—, co­bran vida a tra­vés de su voz. Me­dian­te una du­pli­ca­ción del re­la­to en la ca­rac­te­ri­za­ción de ella mis­ma y de su abue­la, la in­tér­pre­te in­ter­ca­la na­rra­cio­nes con be­llas can­cio­nes que di­ri­gen la his­to­ria y en­can­tan a los es­pec­ta­do­res. Por me­dio de jue­gos con su voz y cuer­po, Be­lén Pas­qua­li­ni lo­gra el ca­rac­te­rís­ti­co acen­to fran­cés de Chris­tia­ne para des­do­blar­se en am­bas mu­je­res.

La pues­ta bri­lla en la po­de­ro­sa y ver­sá­til voz de Be­lén Pas­qua­li­ni y en el re­la­to de una his­to­ria úni­ca y con­mo­ve­do­ra: la vida de una mu­jer in­te­li­gen­te, va­lien­te y apa­sio­na­da por su vo­ca­ción.

 

¿Qué? Ci­clo Una Voz.
¿Dón­de? Cen­tro Cul­tu­ral San Mar­tín (Sar­mien­to 1551, CABA).
¿Cuán­do? Kar­ma y yo los vier­nes a las 21 ho­ras, Ne­gra los sá­ba­dos a las 20 ho­ras y Chris­tia­ne los do­min­gos a las 18 ho­ras (Has­ta el 5 de mar­zo).
¿Cuán­to? En­tra­da ge­ne­ral $130.

Cecilia De Paoli
Cecilia De Paoli
Licenciada y Profesora en Artes Combinadas (UBA). Estudió Dirección de Arte e Imagen aplicada a la escena y los medios de comunicación en el Centro de Arte y Diseño de Evelyn Bendjeskov. También incursionó en actuación y dirección teatral con Mariela Asensio, Alejandro Genes Radawski, José María Muscari y Mayra Carlos. Participó como actriz en obras de la compañía Quirófano Teatral. Actualmente realiza un taller de montaje teatral y entrenamiento actoral en el CELCIT. Fue redactora estable de Originarte.org, revista cultural.