La obra de Mariano Pensotti está narrada en tres partes y a partir de tres lenguajes artísticos diferentes: marionetas, teatro y cine. Cada uno de estos lenguajes aparecen uno dentro de otro en una compleja articulación de ficciones, que se despliegan a partir de las acciones de los personajes que a su vez devienen espectadores. Todo sucede a partir de los cuerpos de los actores que pasan por diferentes registros de actuación, formatos artísticos y encarnan intensas resonancias de la revolución de 1917. Eran años de una intensa experimentación sobre la extinción de la familia, la liberación sexual, la unión libre y la trasformación de las relaciones personales. La revolución rusa marcó un hito en la lucha por la emancipación de las mujeres, consiguiendo derechos que hasta entonces no se habían logrado en ningún país capitalista.
La figura de Alexandra Kollontai, revolucionaria y feminista soviética, es el eje de la obra y tema de investigación del personaje de Estela, una profesora y teórica, interpretada magistralmente por Susana Pampín. Algunos de los principales conceptos tratados por Kollontai se problematizan en toda la obra: la libertad, el cuerpo, la sexualidad y el capitalismo como formador de una identidad femenina específica. A 100 años de la Revolución rusa, vemos a la profesora que dicta una clase sobre la lucha de esas mujeres revolucionarias que transformaron el mundo y revolucionaron también sus propias vidas. La obra nos muestra cómo la vida privada de Estela se quiebra: su marido la engaña, su hija baila en un programa de televisión de prime time, sus alumnos no alcanzan sus expectativas y su charla sobre el centenario de la revolución no es bien recibida en Moscú. Todo esto es contado con marionetas que los actores manipulan y es interesante ver el juego dialéctico entre sus cuerpos y los cuerpos de las marionetas. Estela recibe una invitación para ir a ver una obra de teatro en grupo y en este momento se da el primer cambio de lenguaje, de marionetas a teatro. Los actores que manipulaban las marionetas pasan a actuar en la obra de teatro que los personajes-marionetas van a ver.
La obra es protagonizada por Laura López Moyano quien encarna con gran sensibilidad el personaje de Sonia, una chica alemana que vuelve a su hogar luego de pasar varios años luchando en la selva colombiana. Su familia la espera ansiosa y con una situación económica claramente deteriorada. Su hermana hizo un musical sobre su vida y se lo muestra en una representación naif de su lucha. La ficción dentro de la ficción siempre aparece cuando todo está al borde, cuando parece que los personajes se desmoronan. Vemos el tercer cambio de lenguaje cuando Sonia y su familia deciden ir a ver una película. Inés Efrón interpreta a Claudia, el personaje central del film, una periodista con una carrera en ascenso que decide hacer un viaje con sus colegas de un programa periodístico con perspectiva de género. Las chicas salen con un plan claro: el destino es Misiones y van a consumir shows de strippers de chicos descendientes de rusos, bonitos y baratos, según ellas.
Así, en tiempos determinados por la dramaturgia los actores de cada parte de la obra se vuelven espectadores, visibles ante nuestros ojos en pleno acto de recepción. Las marionetas que los actores manipulan se sientan a ver una obra de teatro. Luego los actores de esa obra deciden ir al cine, los vemos ubicarse en la primera fila del teatro y ver la película desde la misma perspectiva que nosotros. La obra abre una nueva perspectiva: al mismo tiempo que podemos ver las diferentes ficciones propuestas, también podemos observar los cuerpos de los actores devenidos espectadores de primera fila y los cuerpos de las marionetas instaladas en sus butacas. Este movimiento nos permite observarnos a nosotros mismos como espectadores dentro de este gran plano de triple recepción. Varias representaciones se abren una dentro de otra y, a la vez, varias filas de espectadores se van abriendo durante el espectáculo. Observar a los actores-espectadores como parte de la obra nos lleva a pensar en un espectador que es capaz de componer su propia ficción con los elementos de la ficción que tiene delante, tal como Jacques Ranciére define al espectador emancipado. La obra abre muchos relatos y los comparte con todas las filas de espectadores creadores que hagan el trabajo de observarlos, seleccionarlos y compararlos. Nada de esto resultará cómodo a nivel formal ni políticamente correcto a nivel temático, pero la experiencia es movilizante y nos acerca a la emancipación de cada uno de nosotros como espectadores.
¿Qué? Arde brillante en los bosques de la noche.
¿Dónde? Teatro Sarmiento (Av. Sarmiento 2715, CABA).
¿Cuándo? De jueves a domingo a las 20:30 horas (Hasta el 1/12).
¿Cuánto? Entradas $70 los jueves y $140 de viernes a domingo.
Ficha técnico artística: Dramaturgia: Mariano Pensotti. Actúan: Patricio Aramburu, Esteban Bigliardi, Inés Efron, Laura López Moyano y Susana Pampín. Vestuario: Mariana Tirantte. Escenografía: Mariana Tirantte. Iluminación: Alejandro Le Roux. Realización De Marionetas: Marcos Berta y Román Lamas. Música original: Diego Vainer. Asistencia de escenario: Malena Juanatey y Tatiana Mladineo. Asistencia de escenografía: Gonzalo Cordoba Estevez, Tatiana Mladineo y Luciana Peralta Bó. Asistencia de dirección: Juan Schnitman. Producción: Grupo Marea y Florencia Wasser. Dirección: Mariano Pensotti.