–Yo, Marjane, futura profetisa, he decidido que: uno, todo el mundo debe portarse bien. Dos, todo el mundo debe tener una palabra amable. Tres, todo el mundo debe hacer una buena acción. Cuatro, el pobre debe poder comer un pollo frito todos los días. Cinco, ninguna anciana volverá a sufrir.
Con tan sólo nueve años, la protagonista de esta historia ya tiene en claro las bases sobre las que el mundo debería funcionar, las bases sobre las que su mundo no funciona. ¿Cómo crece una niña en medio de una revolución y una guerra? ¿Cómo ve lo que ocurre a su alrededor? Y más importante aún, ¿cómo es determinada por su contexto? Persépolis es la historia autobiográfica de Marjane Satrapi, una niña iraní que crece en el medio de la Revolución Islámica que derrotó el régimen de los Shah, que vive la guerra de su país contra Irak y que se ve obligada a exiliarse –primero en Austria y luego en Francia– para evitar ser catalogada como una disidente política.
La narración está llevada a cabo en tanto las memorias que tiene Marjane/personaje de su niñez y de cómo ella vio y vivió tales sucesos. Criada por una familia a la forma “occidental”, sus sueños de convertirse en profeta y discípula de Bruce Lee se ven acompañados por las revueltas contra el Shah. Sus padres participan de tales protestas, con la esperanza de estar apuntando a una sociedad mejor. Sin embargo, el cambio sucede y no del todo para bien: los fundamentalistas islámicos ganan las elecciones con una mayoría contundente de votos y comienzan a imponer restricciones a la sociedad en nombre de la religión. Desilusionada, Marjane busca encajar dentro de la comunidad, usando el pañuelo obligatorio a todas las mujeres. Aun así, las hipocresías del régimen son demasiadas: los enfermos no pueden ser trasladados a otros países a no ser que estén de gravedad, aunque lo que esto significa es demasiado ambiguo; las mujeres reciben mayores restricciones que los hombres –como en el caso de la vestimenta– y suelen sufrir faltas de respeto; aquellos que poseen ideologías políticas diferentes, son apresados y/o fusilados. Marjane lo intenta, pero termina rebelándose en múltiples ocasiones, refugiándose en la (prohibida) música punk y fundamentando sus opiniones con argumentos terminantes frente a maestros y profesores, a tal punto que sus padres temen que pueda ser marcada por los fundamentalistas como una persona política a la que hay que apresar.
El film está basado en cuatro novelas gráficas que escribió e ilustró Satrapi sobre su niñez en Irán, su adolescencia en Viena, sus estudios universitarios en su retorno a Irán y su posterior exilio definitivo en Francia. Para adaptar los cómics al lenguaje cinematográfico, la autora su unió al ilustrador Vincent Paronnaud, y juntos realizaron la animación del film siguiendo la línea estética de las novelas. Para ello, realizaron una animación tradicional en celdas según las imágenes creadas por Satrapi, las cuales fueron terminadas usando rotuladores, manteniendo de esta forma una atmósfera densa y monocromática –en tanto todo es blanco y negro– y añadiendo fondos texturados.
Esta decisión tiene una explicación: los dibujos –ya sean animados o en formato papel– ofrecen un medio para narrar historias personales, circunstancias duras y crueles, sin tener la necesidad de mantener un realismo o de realizar una reconstrucción histórica auténtica. La animación reconoce la imposibilidad de la representación de ciertos temas, y en este caso, la forma estética elegida es sencilla y agradable, por lo que la realidad narrada choca menos en el espectador… al menos visualmente. Asimismo, en ningún momento fue una opción adaptar la historia de alguna manera que no fuera mediante animación: las dificultades de un live action film implicaban convertir a Persépolis en una historia de gente que vive en una tierra lejana y que no luce “como todo el mundo”. La idea principal de Satrapi –tanto en las novelas gráficas como en la película animada– fue concebir una estética en la que los personajes no sean vistos como extranjeros en un país desconocido, sino como personas simples en una nación que sencillamente podría ser cualquiera. De fondo, radica la noción de que también cualquier Estado puede convertirse en Irán.
Por el otro lado, las escenas del presente en el que Marjane nos cuenta su historia están mostradas en colores, mientras que otras partes de la historia poseen estilos similares a las sombras chinescas y al teatro de títeres persa. A pesar de la falta de color en la mayoría de las escenas, esto no es motivo para pensar que puedan perder fuerza: en una secuencia de una manifestación, un muchacho es asesinado de un disparo, y aunque no vemos su rostro ni el color de la sangre –ya que son todas sombras negras–, la acción se vuelve realmente poderosa precisamente por todo lo que no se está mostrando.
Marjane forma vínculos muy fuertes con los adultos que la rodean, más que con otros niños o personas de su edad, específicamente su tío Anouche y su abuela. Luego de que este sea apresado por el nuevo Régimen Islámico, Marjane es mostrada sobre un fondo negro puro, por lo que el contorno de sus oscuros cabellos y sus ropas –también negras– se funden y desaparecen en el plano. Su figura parece flotar en este vacío sombrío y comunica la sensación de aislamiento experimentada por el personaje y su familia frente a las trágicas pérdidas.
La dupla ilustradora se permitió jugar con un exotismo en la imagen cuando Marjane viaja a Viena, en pos de caracterizar mejor el choque cultural que sufre la protagonista. Las imágenes de la ciudad de Teherán no poseen elementos arquitectónicos o turísticos que la puedan emparentar con la Teherán real, eliminando así la visión y el sentido de la “otredad” que históricamente se ha impuesto sobre culturas no occidentales. Sin embargo, la ciudad de Viena está caracterizada de una forma exagerada, al punto que el empedrado de las calles se asemeja a colinas rodantes y los supermercados se convierten en parques de diversiones.
Tanto en Europa y una vez de nuevo en Irán, Marjane se convierte en una extranjera: en suelo propio y en suelo ajeno. Sus creencias políticas, sus afirmaciones y su integridad le impedirán conectar con su país y no ser vista como otra cosa que no sea una salvaje en otras naciones. Si bien ella es profundamente iraní, es el único lugar donde no puede vivir. Aunque los eventos en Persépolis están codificados como memorias de un pasado, es claro que continúan teniendo efecto en el presente de Marjane, tanto como autora y como personaje animado. A pesar de la paleta monocromática, las historias que se narran y las problemáticas que se ponen en relieve son cualquier cosa menos tajantes blanco y negro.
Un dato curioso: fue nominada para un Oscar como Mejor Película Animada pero perdió ante Ratatouille (2007). Sin embargo, ganó en Argentina el premio Cóndor de Plata como Mejor Película Extranjera por parte de la Asociación de Críticos Argentinos, el trofeo Sutherland del Instituto de Cine Británico y el Premio del Jurado en el Festival de Cannes.
Trailer
Título original: Persepolis.
Año: 2007.
País: Francia / Estados Unidos.
Director: Vincent Parannaud y Marjane Satrapi.
Guion: Marjane Satrapi (novela gráfica) y Vincent Parannaud (escenarios).
Reparto: Chiara Mastroianni, Catherine Deneuve, Danielle Darrieux, Simon Abkarian y Francois Jerosme.
Productora: 2.4.7 Films y Sony Pictures Classics.
Duración: 96 minutos.