En los últimos años miles de migrantes han navegado el mar Mediterráneo para encontrar una mejor vida en Europa aunque, lamentablemente, siempre un porcentaje de ellos perece en el camino. Las condiciones del viaje son duras: quienes se embarcan se enfrentan al hacinamiento, la deshidratación y la posibilidad de que el bote que los transporta se hunda en aguas abiertas. Fuocoammare retrata el caso particular de la isla de Lampedusa, destino al cual han llegado más de 400.000 personas en los últimos veinte años. Para llevar esto a cabo, Gianfranco Rosi –director y guionista del film– centra el relato en dos historias paralelas: la de Samuele, un niño italiano de doce años, y la de los que se animaron a cruzar el mar.
Los migrantes son presentados como un conjunto. El primer contacto que tenemos con los viajantes es a través de los pedidos de ayuda que se escuchan en una radio ubicada en una torre de control. La cámara se acerca a una embarcación, capta cómo son llevados a tierra y se los documenta en los registros italianos. Si bien el film nos deja ver sus rostros en primer plano –incluso ocasionalmente ellos fijan su mirada directamente a la cámara–, no podemos acceder a su mundo interno. Salvo el caso de un hombre nigeriano que canta las vicisitudes de su viaje, no reconstruimos las vidas individuales de estos sujetos. Esta escena en la cual el exiliado nos deja saber un poco de su historia es probablemente la más emotiva y bella del film. Iluminado por una luz azul, vemos y oímos el dolor de su testimonio junto con el de otros hombres que responden a sus lamentos casi como un coro.
Samuele, por su parte, es retratado en su cotidianidad. Lo vemos jugar con su amigo, estudiar, comer pasta y ser atendido por el único doctor de Lampedusa. Él –a diferencia de las generaciones anteriores– no tuvo contacto directo con conflictos bélicos, y es tal vez por eso que juega despreocupadamente a imitar con sus manos los disparos de pistolas que hunden barcos. El mundo de Samuele no tiene relación alguna con la realidad de los migrantes salvo por las noticias que transmite la radio local. La cobertura periodística es lastimera: al mismo tiempo que reduce la gravedad del asunto a una cuestión numérica, busca acentuar el efecto sensacionalista al resaltar el hecho de que parte de los que fallecen son niños y mujeres. Por otro lado, debido a que los naufragios y las muertes ocurren con frecuencia, pareciera que la noticia ya no impacta tanto en los isleños, de alguna manera desensibilizados por la reiteración.
El único personaje que tiene trato con los exiliados y con los italianos es el médico. Él atiende tanto a unos como a otros, y se lamenta de que muchas veces también debe revisar los cadáveres de aquellas personas que no sobrevivieron al viaje. La forma en la que el doctor habla se acerca al monólogo: sin mirar a cámara nos relata los casos a los que tuvo que enfrentarse. “¿Cómo alguien se puede acostumbrar a ver niños muertos?” se pregunta retóricamente. El testimonio del médico, junto con las imágenes de los rostros de los recién llegados, tiene un efecto humanizante.
Cuesta entender por qué se decidió poner juntos los relatos de los migrantes y el de Samuele, ya que las dos historias en ningún momento del film convergen. La película no registra el impacto que tiene uno sobre el otro, sino más bien decide quedarse en una posición “políticamente correcta” que no se ocupa de los problemas que acarrea la ola inmigratoria una vez que alcanzada a la tierra prometida. Fuocoammare elige no meterse en un debate que implicaría una toma de posición en un tema que genera polémica. Sin embargo, hay que reconocer que el film le da visibilidad a un grupo de personas al que comúnmente los medios de comunicación reducen a cifras. Este acto en sí mismo es un paso para empezar las discusiones acerca de cómo lidiar con una situación sumamente compleja y alarmante.
Por Karina Korn
Trailer
Título original: Fuocoammare
Año: 2016
País: Italia
Director: Gianfranco Rosi
Guión: Gianfranco Rosi
Fotografía: Gianfranco Rosi
Reparto: Pietro Bartolo, Samuele Caruana, Samuele Pucillo, Mattias Cucina, Maria Costa, Maria Signorello, Francesco Mannino, Giuseppe Fragapane, Francesco Paterna
Productora: Coproducción Italia-Francia; Stemal Entertainment / 21 Unofilm / Cinecittà Luce / Rai Cinema / Les Films d’Ici / Arte France Cinéma
Duración: 114 minutos