Luego de haber perdido a su marido, Luisa (Érica Rivas) continúa con su vida, pero las actividades del día a día se sienten extrañas. Ella encuentra consuelo en los quehaceres relacionados con el hogar y sus hijas; sin embargo, nada puede ser igual luego de la tragedia. La casa tiene una atmósfera opresiva, sensación que desde la fotografía es remarcada a través de los dobles encuadres generados por marcos de puertas y pasillos.
Luisa es una mujer que en su soledad llora inconsolablemente, pero que frente al resto de los personajes intenta mostrarse fuerte, siempre peinada y arreglada de manera elegante. Es en medio de este duelo inconcluso que ella es increpada con preguntas tales como qué hacer con las pertenencias del fallecido o cómo financiar los gastos del hogar. ¿Debería volver a casarse? O en pocas palabras, ¿cómo seguir con la vida? Frente a estos interrogantes, Luisa responde con silencio. El dolor que conlleva aceptar la muerte no está expresado en las palabras, sino en los gestos mínimos y contundentes que Rivas maneja con excelencia.
Repentinamente un nuevo pretendiente aparece en la vida de la joven madre. Ernesto (Marcelo Subiotto) funciona como contrapunto al personaje de Luisa: mientras ella se encuentra en un estado de inmovilidad en el cual no puede tomar decisiones, él dirige el curso de la relación de forma casi unilateral y abrupta. Ernesto se siente cómodo en el papel de buen hombre que rescata a la damisela en apuros, ya que desde su punto de vista –y el de la sociedad argentina en los años sesenta– una familia está incompleta sin un hombre en la casa.
Ariel Rotter, director y guionista del film, retrata el dolor de transitar un duelo al filmar no sólo las acciones que hacen avanzar la trama sino también los tiempos muertos. Estas escenas emanan la tristeza contenida de Luisa gracias al fantástico manejo corporal de la actriz. La melancolía que rebalsa estas escenas está potenciada a nivel visual por la fotografía en blanco y negro, que remite tanto a la filmografía argentina de los años sesenta como también al movimiento francés conocido como Nouvelle Vague. En el plano sonoro, la ausencia de música es una constante (salvo por las escenas donde está narrativamente justificada) que permite al silencio cargar de solemnidad a las acciones más cotidianas.
En pocas palabras, la belleza de La luz incidente radica en encontrar el tono necesario para filmar la angustia de una mujer atravesada por la pérdida y el peso de los mandatos sociales.
Trailer
Título original: La luz incidente.
Año: 2015.
País: Argentina.
Director: Ariel Rotter.
Guión: Ariel Rotter.
Música: Mariano Loaicono.
Fotografía: Guillermo Nieto.
Reparto: Érica Rivas, Susana Pampin, Marcelo Subiotto, Elvira Onetto, Roberto Suárez, Rosana Vezzoni.
Productora: Coprodución Argentina-Uruguay-Francia; Tarea Fina / Seacuatico.
Duración: 95 minutos.