El poder de la moda cuenta la historia de Myrtle “Tilly” Dunnage (magistralmente interpretada por Kate Winslet), una modista con un extenso currículum parisino que regresa al ficticio pueblo australiano de Dungatar en 1951, para saldar cuentas pendientes con algunas personas de aquel desolado lugar que alguna vez fue su hogar. El páramo y sus habitantes la reciben con una aridez que los caracteriza: Tilly fue expulsada a la corta edad de diez años al ser sospechosa de la muerte de otro niño.
Si bien el film tiene todos los elementos para ser una comedia romántica –desde los elegantes diseños de vestuario al galán bienintencionado que interpreta Liam Hemsworth– carece de la insipidez que caracteriza a las comedias hollywoodenses. Jocelyn Moorhouse, la directora, utiliza la comicidad a partir de personajes caricaturescos y situaciones absurdas, todo envuelto en un velo excéntrico que nunca llega a ser grotesco. El resultado es hilarante.
La película es un hermoso pastiche de géneros, con una estética propia de films como Lemony Snicket, una serie de eventos desafortunados (A Series of Unfortunate Events, 2004). La directora recurre a planos profundos e inclinados y a la caracterización de los personajes bajo estereotipos –el rudo sargento de policía que secretamente quiere vestirse con lentejuelas, el doctor fanático religioso y machista, el político codicioso y mujeriego– para otorgar un tinte de comedia negra y fantástica.
Por el otro lado, el film también posee elementos del western y del thriller detectivesco: Tilly traslada toda la elegancia de las pasarelas de París y Milán a un pueblo de ocho casas y una única calle para descubrir qué ocurrió exactamente la tarde que aquel niño murió. El drama también hace acto de presencia, ya que Tilly debe lidiar con los despojos de su madre Molly (una brillante Judy Davis), que al ser separada de su hija fue excluida del pueblo y olvidada, obligándola a transitar un camino de locura y negligencia.
El aspecto más destacable de esta película es el ingenio con el que su directora logra mezclar las intrigas sin perder de vista un tono jovial y desopilante que obliga al espectador a preguntarse en qué clase de mundo se metió. Moorhouse logra un perfecto equilibrio entre los géneros mientras su protagonista cose y descose su mundo, adornando la trama con un vestuario exquisito. Mientras investiga el presunto asesinato y combate los rumores y las afrentas de los habitantes del pueblo, Tilly logra una tregua gracias a sus diseños de alta costura. En este sentido, resulta cabal mencionar la labor de Margot Wilson –quien tuvo a su cargo únicamente el vestuario utilizado por Kate Winslet– y la de Marion Boyce.
Sin caer en el ridículo, el film logra explotar las diferentes facetas que ofrecen los géneros cinematográficos, y ofrece una película divertida y entretenida que lejos está de poder ser catalogada bajo una sola etiqueta. La elección de traducir el film como El poder de la moda en vez de La modista tiene una sola explicación y una razón muy válida: Tilly es como sus diseños de alta costura en medio de un pueblo desértico… no tiene nada que ver allí.
Trailer
Título original: The Dressmaker
Año: 2015
País: Australia
Director: Jocelyn Moorhouse
Guión: Jocelyn Moorhouse y P.J. Hogan en base al libro de Rosalie Ham
Fotografía: Donald McAlpine
Música: David Hirschfelder
Reparto: Kate Winslet, Judy Davis, Liam Hemsworth, Hugo Weaving, Sarah Snooke, Caroline Goodall
Productora: Film Art Media / Embankment Films / White Hot Productions
Duración: 118 minutos