El relato inicia con un viaje en auto hacia las sierras cordobesas. Si bien estos datos no los sabemos aún, a medida que avance la historia nos enteramos que estos pasajeros son padre e hijo y que van a pasar el último verano en la casa de las sierras para luego venderla. Este viaje entonces no significa sólo un desplazamiento espacial, sino que se trata de un desarrollo de los personajes, y un crecimiento de su relación parental.
Mientras viajan, padre e hijo se encuentran enfrascados en una conversación sobre mitos griegos que a primera vista, no parece aportar demasiada información narrativa para los espectadores. La charla se concentra en el mito de la caja de Pandora, el cual narra cómo a la primer mujer creada por Hefesto se le obsequió como regalo de bodas una tinaja con la instrucción de no ser abierta. Sin embargo, Pandora no resistió su curiosidad y al abrirla dejó escapar a todos los males. La mujer, entonces, aparece como la protagonista de los primeros diálogos del film. Ella la mujer, la madre que, aun ausente en pantalla, ocupa los pensamientos de estos hombres en proceso de transformación en parte debido al divorcio de los padres.
Deliberadamente se nos impide conocer rápidamente a los personajes. Toda la secuencia inicial se construye a través de un plano secuencia de la nuca de los protagonistas lo cual imposibilita ver sus rostros. A esto se le suma el juego entre luces y sombras que hace difícil reconocer sus contornos. Así, en tan solo cinco minutos, el director Darío Mascambroni logra desarticular el relato clásico aportando pequeños guiños para los cinéfilos: la toma larga de las nucas durante la conversación en el auto recuerda a la célebre escena de Sin aliento (À bout de souffle,1960) de Godard. A su vez, el parabrisas del auto enmarca un paisaje natural muy iluminado en contraste con el interior completamente en sombras, esto es una marca de estilo propia de John Ford y los westerns norteamericanos. Sin embargo, la historia no se centra en las citas y los homenajes cinematográficos, es más sencilla, más pequeña, y también más real. Cuando todas las revoluciones estéticas e ideológicas han caído, Mascambroni simplemente rescata una relación humana básica, la de padre e hijo, en un momento preciso de su desarrollo.
Lo primigenio de la relación se duplica en la elección de un título que remite doblemente al origen: primero, como inicio de toda cuenta, y enero como inicio de todo año. La aparente redundancia del nombre del film también refiere a la idea de nuevo comienzo que le plantea el padre al hijo.
La película de Mascambroni plantea una historia mínima, introvertida e íntima, tratada con contrastes entre los grandes paisajes abiertos y la lejanía de la cámara respecto de los personajes. Una narrativa que no se constituye como una certeza, sino como una búsqueda de sentidos donde la ausencia femenina afecta de distintas maneras a unos y otros, pero que impregna de emotividad a todo el relato.
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Título original: Primero Enero Año: 2016 País: Argentina Director: Darío Mascambroni Guion: Darío Mascambroni Fotografía: Nadir Medina Reparto: Valentino Rossi, Jorge Rossi, Eva Torres. Productora: El calefón. Duración: 65 miutos.