Las siete puertas de Kékszakállú: una vertebración minimalista

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Las siete puertas de Kékszakállú: una vertebración minimalista

Inspirada en El Castillo de Barba Azul (1911) –única ópera compuesta por el astrohúngaro Béla Bártok, que a su vez está basada en el cuento homónimo de Charles Perrault–, Kékszakállú (2016) es la primera película de ficción del director argentino Gastón Solnicki. Tras un exitoso estreno en el Festival de Venecia, llega a la sala del Malba este 7 de enero.

Kekszakallu 1

Keks­za­ka­llú (bar­ba azul en hún­ga­ro) abre sus sie­te puer­tas y las des­plie­ga sua­ve­men­te a tra­vés del in­ci­si­vo re­tra­to de un gru­po de ado­les­cen­tes en el um­bral de la adul­tez, quie­nes atra­vie­san las dis­tin­tas cri­sis que de­ri­van del con­fort de cla­se. El film  nace con una úni­ca pre­mi­sa: “Bár­tok y Pun­ta del Este”, lu­gar en don­de Gas­tón Sol­nic­ki co­mien­za a fil­mar sin guión ni per­so­na­jes, y que a lo lar­go del re­co­rri­do le hace tra­du­cir la de­cla­ma­ción in­ter­na de con­flic­tos y aflic­cio­nes de la lu­cha co­ti­dia­na por la vida. Así, un film que bus­ca la sim­ple­za, ter­mi­na por des­nu­dar lo esen­cial a tra­vés del des­con­cier­to.

No es raro que la es­truc­tu­ra de este film haya co­men­za­do sin pau­tas y como un sim­ple re­gis­tro del es­tar co­ti­diano, ya que Sol­nic­ki vie­ne de di­ri­gir dos do­cu­men­ta­les: Sü­den (2008) y Pa­pi­ro­sen (2011) fue­ron am­bos ga­na­do­res de va­rios pre­mios, en­tre ellos el Cón­dor de Pla­ta a la in­no­va­ción ar­tís­ti­ca, para la pri­me­ra, y Me­jor Pe­lí­cu­la en el BA­FI­CI 2012, para la se­gun­da, que ade­más fue des­ta­ca­da por la crí­ti­ca en el New York Ti­mes.

Kék­za­ká­llú, ver­te­bra­da en un mi­ni­ma­lis­mo téc­ni­co y ar­gu­men­tal con el na­tu­ra­lis­mo de sus pla­nos per­fec­ta­men­te aca­ba­dos y re­ple­tos de una geo­me­tría ele­men­tal, es de gran ri­que­za vi­sual; en don­de los am­bien­tes pa­san a ser un per­so­na­je más. La pre­mi­sa es mí­ni­ma y cada es­pa­cio sim­bó­li­co. La re­la­ción en­tre el abu­rri­mien­to de las va­ca­cio­nes y el au­to­ma­tis­mo del tra­ba­jo en las fá­bri­cas sus­pen­de el tiem­po y la na­rra­ti­va. Las ale­tar­ga­das ac­cio­nes y los es­ca­sos diá­lo­gos ha­cen fluir el sen­ti­do mis­mo del film.

Kekszakallu 3

La es­truc­tu­ra es­té­ti­ca de Kéks­za­ká­llú se edi­fi­ca en el va­cío, fac­tor que con­tri­bu­ye a que el es­pec­ta­dor se con­cen­tre en in­da­gar lo sub­ya­cen­te de la pie­za. Así, Sol­nic­ki nos hace res­pi­rar en me­dio del aho­go, al cons­ti­tuir ple­na­men­te un film que todo el tiem­po se frag­men­ta. Los per­so­na­jes es­tán su­mi­dos en opa­ci­dad pero las imá­ge­nes son cla­ras. El mun­do mo­derno ver­sus el pai­sa­je, con­for­ma la bús­que­da de los per­so­na­jes que va­gan en me­dio de si­tua­cio­nes in­co­ne­xas pero cus­to­dia­das (bien po­dría­mos de­cir) por los do­lo­res de Bar­ba Azul. Kéks­za­ká­llú es el mun­do de Sol­nic­ki pero que de­ve­la los mo­men­tos en som­bras de una cla­se que ter­mi­na por des­pren­der­se y apa­bu­llar­se ante sí mis­ma. Es un re­gis­tro al modo bar­tok­niano que lo­gra una pie­za ex­tra­ña y que hace tras­lu­cir la lí­nea en­tre reali­dad y fic­ción.

Con un gran elen­co de ac­tri­ces (prin­ci­pal­men­te) y ac­to­res emer­gen­tes, la pie­za de Sol­nic­ki sus­trae de cada uno de ellos la preo­cu­pa­ción y el caos, al acen­tuar la im­por­tan­cia del si­len­cio que de­ri­va en lo que exis­te más allá de lo co­no­ci­do.

 

Tí­tu­lo ori­gi­nal: Kéks­za­ká­llú
Año: 2016
País: Ar­gen­ti­na
Di­rec­cion: Gas­ton Sol­nic­ki
Mon­ta­je: Alan Se­gal / Fran­cis­co D’Eufemia
Fo­to­gra­fía: Die­go Po­le­ri / Fer­nan­do Loc­kett
Mú­si­ca: Béla Bár­tok
Re­par­to: Lai­la Maltz, Ka­tia Szecht­mal, Lara Tar­lows­ki, Na­ta­li Maltz, Ma­ria Sol­di, Pe­dro Troc­ca y De­nis­se Groes­man.
Pro­duc­to­ra: Filmy Wik­to­ra, Fru­ta­ci­ne
Du­ra­ción 72 mi­nu­tos.

Esmeralda Reynoth
Esmeralda Reynoth
Estudiante avanzada en la carrera de Artes combinadas (UBA). Estudió un profesorado en Iniciación musical en su país. Participó del proyecto UBANEX (proyecto de extensión de la UBA) en el 2016. Ha trabajado como desarrolladora creativa, actriz y músico para proyectos de arte social para fundaciones y empresas como One Drop, el Cirque Du Soleil y Oxfam Quebec. También ha incursionado como productora y gestora cultural.