Kekszakallú (barba azul en húngaro) abre sus siete puertas y las despliega suavemente a través del incisivo retrato de un grupo de adolescentes en el umbral de la adultez, quienes atraviesan las distintas crisis que derivan del confort de clase. El film nace con una única premisa: “Bártok y Punta del Este”, lugar en donde Gastón Solnicki comienza a filmar sin guión ni personajes, y que a lo largo del recorrido le hace traducir la declamación interna de conflictos y aflicciones de la lucha cotidiana por la vida. Así, un film que busca la simpleza, termina por desnudar lo esencial a través del desconcierto.
No es raro que la estructura de este film haya comenzado sin pautas y como un simple registro del estar cotidiano, ya que Solnicki viene de dirigir dos documentales: Süden (2008) y Papirosen (2011) fueron ambos ganadores de varios premios, entre ellos el Cóndor de Plata a la innovación artística, para la primera, y Mejor Película en el BAFICI 2012, para la segunda, que además fue destacada por la crítica en el New York Times.
Kékzakállú, vertebrada en un minimalismo técnico y argumental con el naturalismo de sus planos perfectamente acabados y repletos de una geometría elemental, es de gran riqueza visual; en donde los ambientes pasan a ser un personaje más. La premisa es mínima y cada espacio simbólico. La relación entre el aburrimiento de las vacaciones y el automatismo del trabajo en las fábricas suspende el tiempo y la narrativa. Las aletargadas acciones y los escasos diálogos hacen fluir el sentido mismo del film.
La estructura estética de Kékszakállú se edifica en el vacío, factor que contribuye a que el espectador se concentre en indagar lo subyacente de la pieza. Así, Solnicki nos hace respirar en medio del ahogo, al constituir plenamente un film que todo el tiempo se fragmenta. Los personajes están sumidos en opacidad pero las imágenes son claras. El mundo moderno versus el paisaje, conforma la búsqueda de los personajes que vagan en medio de situaciones inconexas pero custodiadas (bien podríamos decir) por los dolores de Barba Azul. Kékszakállú es el mundo de Solnicki pero que devela los momentos en sombras de una clase que termina por desprenderse y apabullarse ante sí misma. Es un registro al modo bartokniano que logra una pieza extraña y que hace traslucir la línea entre realidad y ficción.
Con un gran elenco de actrices (principalmente) y actores emergentes, la pieza de Solnicki sustrae de cada uno de ellos la preocupación y el caos, al acentuar la importancia del silencio que deriva en lo que existe más allá de lo conocido.
Título original: Kékszakállú
Año: 2016
País: Argentina
Direccion: Gaston Solnicki
Montaje: Alan Segal / Francisco D’Eufemia
Fotografía: Diego Poleri / Fernando Lockett
Música: Béla Bártok
Reparto: Laila Maltz, Katia Szechtmal, Lara Tarlowski, Natali Maltz, Maria Soldi, Pedro Trocca y Denisse Groesman.
Productora: Filmy Wiktora, Frutacine
Duración 72 minutos.